Endeavor | Cómo México transitó en una década del emprendimiento tradicional al tecnológico

El 14 de noviembre de 2023 Endeavor concluyó sus primeros 25 años, su primer cuarto de siglo promoviendo el emprendimiento a nivel mundial.

Al igual que el emprendimiento tecnológico en Latinoamérica, Endeavor nació en el Cono Sur en el ocaso del siglo XX y se consolidó en la primera década del XXI.

México llegó tarde al emprendimiento en tecnología, reconoce Vincent Speranza, pero en los últimos años ha remontado parte de ese rezago y se ha consolidado como un referente y uno de los mercados más pujantes de la región.

DPL News dialogó con Vincent Speranza, director General de Endeavor México, quien ha estado al frente de la organización 16 de los 20 años que tiene en el país, para indagar cómo México transitó del emprendimiento tradicional al emprendimiento tecnológico en la última década y los desafíos que enfrenta el ecosistema en 2023 ante la disminución de la inversión del capital de riesgo.

Los orígenes y expansión global

Endeavor, una red global de emprendedores, fue fundada por Linda Rottenberg el 14 de noviembre de 1997. El cofundador de Globant y presidente de Endeavor Argentina, Guibert Englebienne, suele recordar que surgió en su país natal. Sin embargo, Vincent Speranza matiza: se estableció a nivel mundial simultáneamente en Argentina y Chile. El acta constitutiva chilena es anterior, pero Argentina inició operaciones antes.

Empezó por un viaje: en un trayecto por Buenos Aires, Rottenberg se dio cuenta de que ‘el taxista era emprendedor’ y tenía que hacer actividades complementarias para solventar los gastos de la familia. La cofundadora advirtió que la palabra emprendedor ni siquiera existía en la región de Latinoamérica

Tras la eclosión del movimiento, hoy Endeavor está presente en 42 países alrededor del mundo: precisamente esta semana inauguró su 42ᵃ oficina en Portugal. En un cuarto de siglo ha expandido su huella al sureste asiático, África, Medio Oriente, Europa y el propio Estados Unidos. Según Vincent, la misión es la misma: “¿cómo transformar una economía completa a través de identificar, seleccionar e impulsar a sus mejores emprendedores en el país?”.

“Porque un emprendedor que triunfa genera riqueza económica, que es que su empresa permite empleos, pero también riqueza cultural, lo cual es fundamental en el pilar de Endeavor. Por ello, necesitamos tener el corazón de una organización sin fines de lucro, pero un ojo de Venture Capital”, explica Speranza.

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Dos décadas de emprendimiento en México

Endeavor inició su historia en México en 2003. Speranza cuenta que, durante su primera década en México, Endeavor tuvo ‘emprendimientos tradicionales, de ladrillos’, como Café Punta del Cielo, Daniel Espinoza, Martha Debayle, Chilim Balam, Game Planet, compañías ‘muy legítimas’, ‘que se estaban dando un lugar, pero en la economía tradicional’.

“En México llega mucho después el fenómeno de emprendimiento de tecnología”, explica, ya que no existía capital privado, no había talento de tecnología y, en general, el ecosistema todavía estaba ‘muy incompleto’.

Para Speranza, 2010-2011 fue el punto de quiebre del ecosistema tecnológico en México. En ese bienio, rememora Speranza, surgieron Linio, Jacksi y Carrot, startups que finalmente no triunfaron, “no por culpa de la idea o del equipo emprendedor, sino por las condiciones alrededor del ecosistema de tecnología”, según Speranza.

“Poco a poco fue mejorando y hoy México capturó parte del retraso que tenía en tecnología. Cuando hoy celebramos que México tiene ocho unicornios, no teníamos en octubre del 2020”, advierte. 

Clip y Kavak: dos casos de éxito

En 2012, Vincent Speranza sostuvo una reunión con Linda Rottenberg en Nueva York que cambiaría para siempre la historia del emprendimiento en México. Fue ‘totalmente accidental’, ya que él ‘ni siquiera tenía que estar’. A Vincent lo prepararon: tenía que decirle que 92 por ciento de las compañías Endeavor en México seguían con vida después de su selección. Y él, como buen francés, obedeció.

Linda le reprochó: “Por eso Endeavor en México está como está, porque no están dispuestos a tomar riesgos de compañías que pueden fallar y el éxito se encuentra en la medida que puedes soportar compañías que están destinadas a tener éxito, pero eventualmente a fracasar, y tenía razón”, recuerda. 

Vincent Speranza volvió a México y creó una pista tecnológica (tech track) en Endeavor, que como la propia semántica revela, era un proceso aislado, paralelo. “Todos éramos primerizos en Endeavor: era primerizo en atender empresas de tecnología, eran emprendedores primerizos, no había Venture Capital, no había penetración de smartphones, no había nada. Todo estaba en pañales”, cuenta.

A finales del 2013, Speranza conoció a Adolfo Babatz por primera vez y hubo algo que se lo dijo: “No sé si la mirada, la profundidad de la plática”, pero advirtió que quería impulsarlo. Además había una confluencia de factores: venía de PayPal, estuvo en San Francisco, convivió con el ecosistema de Silicon Valley, “Venía con una agenda clara de cambiar la economía del efectivo en México. Es un propósito inmenso”, cuenta Speranza. 

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Con Clip, Adolfo Babatz fue el primer emprendedor tecnológico de Endeavor México. “Yo sigo pensando que cuando Adolfo pasó el famoso Tech Track en 2013 nos hizo más un favor que nosotros a él. Él fue uno de los que más me ayudó a recomponer y configurar todo el módulo, pasar de cero a 100, cómo llegar a poder atender empresas de tecnología. Así que hoy es parte del Consejo Directivo. Y yo siempre digo si alguien escribe un libro sobre emprendimiento de tecnología en México, Adolfo debe estar o en el prólogo o el capítulo 1”.

Por otro lado, Carlos García fue el primero de los tres cofundadores de Kavak que conoció Speranza. Era 2016, y Carlos estaba iniciando en la aventura de Kavak: “Te contaba allí, desbordaba de pasión, de visión, de ambición impresionante”. Yo dije: ‘Wow, como que está a un kilómetro de distancia. Es un negocio que acaba de iniciar, pero ya visualiza algo enorme”.

Pese a este entusiasmo inicial, le advirtió que Endeavor recibía compañías en una etapa más avanzada, en un punto de inflexión, ya con facturación y tracción. “Dame un par de meses y estoy ahí ya”, le dijo García, y lo cumplió.

Carlos García —ex Linio— volvió e inició el proceso, junto con su hermana Loreanne García —ex Coca Cola— y Roger Laughlin —Groupon—, los tres cofundadores venezolanos de Kavak. 

“A veces estoy más convencido de que el emprendimiento no es tan solitario. En Roger y Lori ves un complemento, un balance. Llegan al panel nacional, pero todavía con mucha promesa y un modelo por probar. No pasan el panel internacional, como no lo pasó Globant en su primer intento”, rememora Speranza.

“Voy a volver a demostrarles que se equivocan”, advirtió García, y una vez más lo cumplió. Tres años después, el 30 de septiembre de 2020, Speranza se enteró por un mensaje de Whatsapp suyo en la madrugada: “Ya está firmado, mañana es público”, le escribió García.

Así, el 1 de octubre de 2020, Kavak se convirtió en el primer unicornio mexicano y, un año más tarde, tras su serie E, alcanzó una valuación de 8 mil 700 mdd. En 2023 se mantiene como el unicornio más valioso de América Latina, entre las que no han empezado a cotizar en bolsa.

La oleada de unicornios mexicanos

Endeavor influyó en la oleada de unicornios que hubo en México entre octubre de 2020 y marzo de 2022, ya que la mayoría de los fundadores de estas scale-ups, ahora valuadas en más de mil millones de dólares, formaron parte de su red. 

Vincent Speranza hace un recuento rápido: “En el orden, Kavak es el primer unicornio; le sigue Bitso en orden cronológico, que también es Endeavor; luego Clip, que es el tercero a pesar de haber sido la primera mega ronda de la historia; Clara fue el cuarto y de ahí siguieron hasta el último, que fue Nowports. “También me gusta mucho, porque el emprendedor [Alfonso de los Ríos] viene de Monterrey. Rompimos un poco con este ciclo céntrico en la Ciudad de México y viene de la industria logística, entonces se escapa un poco de Fintech”.

Emprendimiento en Latinoamérica

Enseguida, Vincent Speranza hace un rápido recuento del panorama del emprendimiento focalizado en algunos países de América Latina: “Uruguay celebró su unicornio antes que México, con D-local, a un mes de distancia [septiembre 2020]. Luego tienes Colombia, que es un contexto súper diferente: muy enfocado en la industria de Proptech”.

“Chile —continúa—, un ecosistema que empezó mucho con la minería, con la parte tradicional, sigue siendo un ecosistema bastante tradicional, pero de repente salió Cornershop, que es un emprendimiento chileno que tuvo éxito; Betterfly, que fue declarado como el primer unicornio social de Latinoamérica; NotCo, que está cambiando toda la industria de alimentos; entonces empiezas a ver que hasta Ecuador tiene a un Kushki”.

Despertar del sueño

“2021 tuvo muchas exageraciones en temas de valuación, en cantidad de dinero desplegado en él”, reconoce Speranza. El CEO rememora que, cuando Endeavor lanzó el Estudio de Actividad de Venture Capital, México recibió 3.8 mil millones de dólares de capital privado en el año, lo equivalente a toda la década anterior. “Imagínate que en el 2021 recibes todo el dinero de 2010 hasta 2020 en su conjunto, enorme”, enfatiza.

No obstante, la situación ha cambiado drásticamente tras el auge digital y de capital de la pandemia: “El acceso al capital privado se frenó por mucho: el cálculo es que 2023 fue el año de menor despliegue de inversión de capital privado de los últimos cinco años”, comparte Speranza.

Enseguida explica que este fenómeno evidenció varias cosas que sí tenían que corregirse: “El error más grande que hicimos como ecosistema fue hacerle creer al joven emprendedor que es fácil emprender, entrar a YC [Y Combinator], conseguir inversión, levantar una serie A. Y esto es terrible porque es extremadamente difícil, el haber pensado que era fácil porque había mucha abundancia de dinero y facilidades para esto. Yo creo que vamos a crear una generación de gente que se va a dar de tope y a ver qué tanto se levanta de esto”, pronostica Speranza.

Pero advierte que “sí se está volviendo a ver una actividad; se percibe y se empiezan a ver en rondas”. Y cuenta que, “los que tienen un poco más de cicatrices, experiencia, que pasaron por otros emprendimientos, los veo totalmente enfocados en la rentabilidad, es decir, ‘si viene el capital bien, puedo hacer A, B y C con dinero; pero si no llega, puedo hacer D y F’”.

“Quitaron la grasita innecesaria que en 2020 provocó que en todas las organizaciones estuvieran muy enfocadas, muy obsesionados por la ejecución”, concluye.

Finalmente, Vincent Speranza señala que, muchos años en esto le han permitido ver que hay altas y bajas. “A mí los momentos que más me emocionan son los de hoy, porque son donde de verdad se refleja todo, el que sí tiene abnegación, resiliencia y que sabe hacer ajustes.

Y evoca a un clásico latinoamericano, el escritor cubano José Lezama Lima: “Yo creo que las cosas se ponen emocionantes cuando no son sencillas y los emprendedores de mayor impacto nacen en condiciones imperfectas, porque justo es lo que nos hace distintos”.

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