La implementación de 5G es una preocupación común entre la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel), de Brasil, y la Autoridad Nacional de Comunicaciones (Anacom), de Portugal. Ambos diseñaron los procedimientos de subasta y asignaron las frecuencias, recordó Sandro Mendonça, consejero de Anacom.
Uno de los objetivos de la licitación de los dos países era incentivar la competencia en el mercado de las telecomunicaciones, por lo que las agencias buscaron formas de facilitar el acceso de los recién llegados al espectro. En Portugal, la autoridad dio diferentes condiciones para pagar la radiofrecuencia y, en Brasil, el proceso de licitación no colectiva y la cantidad de espectro disponible permitieron la participación de empresas más pequeñas.
Mendonça también cree que Anatel y Anacom tienen buenas estrategias de protección al consumidor. Recientemente, el regulador portugués recomendó que los proveedores de servicios de telecomunicaciones consideren el contexto social y económico del país antes de revisar los precios.
En Brasil, la Anatel ha estado involucrada en medidas contra el telemarketing abusivo, con un prefijo específico para estas llamadas, y contra las llamadas robotizadas.
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A pesar de las pautas comunes, las dos agencias tienen sus propios desafíos. Según Carlos Valente, expresidente de Vivo, el tamaño de los mercados y las condiciones socioeconómicas son algunas de las diferencias más notables.
La población brasileña es más de 21 veces la de Portugal: 214 millones en comparación con los 10.3 millones en 2021, según el Banco Mundial. Los datos más recientes también indican una tasa de desempleo más alta en Brasil que en el país europeo: 14.4 y 6.6 por ciento, respectivamente.
“Portugal es parte de la Unión Europea y, por lo tanto, tiene regulaciones que vienen del grupo, lo que hace que el desempeño de los órganos reguladores sea un poco diferente”, dijo Valente, quien también es exvicepresidente de la Anatel. Brasil puede inspirarse en las decisiones del regulador de Estados Unidos o Japón, por ejemplo, pero “tenemos que tomar las decisiones por nosotros mismos”.
Los dos países aún tienen dificultades únicas, como las islas de Portugal y la Selva Amazónica en Brasil. La isla de Madeira está a casi mil kilómetros de Lisboa y tiene aproximadamente 250 mil habitantes; la Amazonia es una región difícil para instalar infraestructura de telecomunicaciones. “Son cosas que se necesitan encaminar y nosotros las tenemos que encaminar, pero, en general, creo que la sociedad está bien atendida”.