El futuro de Colombia está en la ciencia, innovación y tecnología (CIT). Si un país apuesta por esta triada, hará crecer su economía, productividad, sostenibilidad y podrá reponerse de manera más acelerada y eficiente a los estragos de la pandemia de la Covid-19.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe advierte que la región está rezagada en la incorporación de CIT, pues la mayoría de los mercados prefiere exportar y mantener un modelo extractivista en lugar de crear y desarrollar conocimientos, productos y servicios sostenibles.
Un grupo de expertos, agrupados en la Misión Internacional de Sabios, recibió en 2019 el encargo de diseñar una hoja de ruta para sacar a Colombia de ese atraso. A más de dos años de haber recibido esas recomendaciones, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, José Crissien Borrero, considera que el país ha logrado avanzar en su transformación a una sociedad basada en el conocimiento.
Sin embargo, todavía debe superar importantes desafíos. Uno de los más apremiantes es simplificar la regulación, todo el entramado de normativas y leyes –en diversas materias, incluidas la tecnológica, fiscal y administrativa–, para poder agilizar la adopción de la ciencia, tecnología e innovación en el sector público, las empresas y las industrias, destaca Crissien Borrero.
En entrevista con DPL News, en el marco del Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, el titular de Minciencias asegura que las normativas necesitan ser claras y específicas, pero no excesivas, para evitar retrasar el desarrollo científico y tecnológico y su adopción en los mercados.
“En Colombia existe demasiada regulación. Lo que tenemos que hacer es simplificar toda esa normatividad.
“No hay una respuesta tan rápida por parte del gobierno, de la parte pública, debido al exceso de la reglamentación”, comenta.
Generalmente, los proyectos innovadores, los descubrimientos en la ciencia y las novedades tecnológicas evolucionan más rápido que el entorno regulatorio. Si las normativas no son lo suficientemente flexibles y se adaptan, es posible que, en lugar de ser un impulso, se conviertan en una barrera o un freno.
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Por eso, el ministro resalta que se deben revisar los marcos legales que sostienen las políticas públicas, en colaboración con las empresas, las universidades, la sociedad civil y los organismos multilaterales, a fin de generar un entorno de seguridad jurídica para que más empresas, de todos los tamaños, apuesten por invertir en investigación y desarrollo (I+D).
Sólo así se podrá impulsar una nueva forma de crear riqueza asociada a la productividad científica. La Misión Internacional de Sabios señala que esto ayudará al país a crear nuevas industrias y desarrollar tecnologías propias que apalanquen un círculo virtuoso en el que la ciencia, la tecnología e innovación beneficien el crecimiento socioeconómico y esto, a su vez, impulse una mayor apuesta por la CIT.
Inversión en CIT aún no es suficiente
En 2019, la inversión total en I+D en el país equivalía al 0.24 por ciento del PIB. La meta del gobierno es alcanzar un 1.5 por ciento en el corto plazo para diversificar y modernizar la economía, lo cual implicaría apuntar a nichos de industrias creativas, la Industria 4.0 y la biotecnología, en lugar de los sectores hoy predominantes, como el comercio, la manufactura y el petróleo.
Incluso, el ministro Crissien Borrero explica que estos últimos sectores necesitan emprender su transformación hacia modelos de negocio más diversos y sostenibles; por ejemplo, la adopción de maquinaria moderna y fabricación inteligente puede ayudar a la industria manufacturera a ser más competitiva, reducir costos operativos y obtener valor agregado.
Hasta ahora, la inversión en I+D no ha logrado crecer significativamente. De acuerdo con el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, en 2020 representaba el 0.29 por ciento del PIB, pues ese año se invirtieron 8.4 billones de pesos.
El ministro reconoce que el objetivo de incrementar el nivel de inversión aún no se cumple, en parte debido a la crisis económica y sanitaria generada por la pandemia de la Covid-19. La contingencia afectó el ritmo de crecimiento y de inversión, advierte Crissien Borrero.
Pero, al mismo tiempo, el coronavirus ha sido un catalizador para CIT. “El mayor agente de desarrollo tecnológico fue la pandemia, fue la Covid-19, que nos llevó a una mayor digitalización. Nos obligó a trabajar más de esta manera. Pero Colombia tiene muchos retos; hemos sentado las bases”, afirma el funcionario.
Las bases a las que se refiere el titular del Minciencias son las leyes que buscan promover la ciencia, tecnología e innovación y la transformación digital del Estado y el aparato productivo.
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Por ejemplo, el país cuenta con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030, en la cual se plantea la meta de convertir a Colombia en una de las tres naciones líderes en la generación, uso y apropiación de conocimiento científico y tecnológico en América Latina.
Actualmente, el país se encuentra por debajo del promedio de inversión en I+D de 2.35 por ciento del PIB que tienen los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Incluso, a nivel regional la media de inversión en relación al PIB es de 0.73 por ciento, por encima del escenario actual colombiano.
El reto de convencer a las empresas
Para el ministro Crissien Borrero, además de la regulación, existen otros dos desafíos principales en los que el gobierno ya está trabajando para promover que la ciencia, tecnología e innovación sean la base de la economía y la sociedad en el país.
El primero es convencer e incentivar al sector empresarial a invertir en la investigación y desarrollo científico y tecnológico, pues representan “el centro de esta política”.
En los países desarrollados, como Estados Unidos, cerca del 70 por ciento de la inversión en CIT viene del sector privado y el resto de los actores públicos; en América Latina sucede lo contrario: el 70 por ciento o más de las inversiones dependen del gobierno, advierte el funcionario. Esto es un problema porque los recursos del sector público son limitados y la productividad depende en buena parte de las compañías.
“La ciencia busca resolver problemas o satisfacer necesidades; a través de la ciencia es que las empresas se vuelven más productivas y más competitivas.
“Entonces es fundamental tener en mente que necesitamos mucha más competitividad en nuestro sector empresarial; ser mucho más eficientes, más productivos, para tener mejores precios y poder incrementar nuestras exportaciones.
“Buscamos que la ciencia no se quede en las universidades, sino que se vuelva desarrollo tecnológico de las empresas y que estas puedan generar innovación a partir de ese desarrollo tecnológico”, explica el ministro.
Invertir en I+D es un buen negocio –puntualiza–, pues permitirá disminuir y, a futuro, eliminar la dependencia de la economía colombiana de otros países y la hará más resiliente a crisis como la experimentada con la Covid-19.
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Un ejemplo evidente es que, ante la contingencia sanitaria, los países más maduros en CIT desarrollaron vacunas de manera más rápida y los menos preparados tuvieron que esperar más tiempo para acceder a ellas.
Crissien Borrero expone que también se requiere promover la educación en ámbitos científicos y tecnológicos, puesto que en la actualidad existe un déficit de talento para las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
“Necesitamos de científicos para poder lograr el desarrollo de la ciencia, y para llegar a que la sociedad sea consciente de que es más importante ser una sociedad con base en el conocimiento tenemos que formar más científicos; es lo que hemos venido haciendo y esperamos que en 10 años podamos cosechar”, augura el titular de Minciencias.
Pero no sólo científicos sino también mujeres científicas. La brecha de género en los campos relacionados con la ciencia, tecnología e innovación sigue siendo una problemática pendiente. El ministro advierte que de un total de 21 mil investigadores en el país sólo 34 por ciento son mujeres.
De ahí la importancia de crear programas enfocados en aumentar la participación de niñas y mujeres en la ciencia y tecnología, sobre todo desde una edad temprana, y de trabajar para eliminar los sesgos y estereotipos de género que las desalentan a ser parte de estos sectores. Sin científicos y científicas, Colombia no tendrá una economía moderna, digital y sostenible.