El desafío de regular un nuevo modelo de trabajo en las plataformas digitales
La Red de Estudios sobre Trabajo en Plataformas en América Latina (Retpal) y El Colegio de México organizaron un seminario virtual para abordar la regulación laboral en la economía colaborativa.
Cómo y desde qué enfoque se debe regular el nuevo modelo de trabajo que se realiza a través de las plataformas digitales es una de las grandes discusiones que hoy se tienen en torno a la economía colaborativa (o gig economy).
Para Marcelo Manzano, académico de la Universidad del estado de Campinas, Brasil, el modelo de negocios de las plataformas de transporte y entrega de productos y mercancías a domicilio basa su valor en la posibilidad de extraer datos de las interacciones sociales.
Si bien no hay total consenso sobre su significado, la economía colaborativa generalmente se define como un nuevo paradigma económico, social y laboral que forma parte de la Cuarta Revolución Industrial.
En este nuevo paradigma, se da un intercambio de actividades, bienes y servicios por parte de diferentes actores a través de las plataformas digitales. Dichos bienes y servicios no se transfieren de propiedad sino que sólo se ponen a disposición de forma temporal.
Por ejemplo, si una persona necesita realizar un viaje puede solicitarlo a través de una aplicación. Esta opción le permite no tener que adquirir un automóvil para sus traslados, sino que el servicio le será facilitado por medio de las aplicaciones que existen en el mercado.
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En un seminario virtual organizado por El Colegio de México y Retpal, Marcelo Manzano dijo que, para disminuir los costos de transacción, este nuevo modelo de negocios detenta una forma de trabajo en la que considera a los colaboradores como independientes. Sin embargo, en su opinión esto sólo hace que los riesgos de las transacciones se trasladen a repartidores y conductores, de forma inequilibrada.
Precisamente, en este punto se centra el debate global sobre la regulación del trabajo en las economías colaborativas. Algunos gobiernos de América Latina están avanzando en la discusión, con el fin de diseñar marcos normativos que garanticen un piso de seguridad social a las personas que se unen a las aplicaciones para generar ingresos.
Como el académico brasileño, hay quienes sostienen que el nuevo modelo de trabajo a través de las plataformas debe ser regulado para proteger a repartidores y conductores, y descartan que exista autonomía e independencia en la forma de ejercer las actividades.
Fernando Urrea Giraldo, académico de la Universidad del Valle de Colombia, señaló que en la economía de las plataformas se construye una nueva categoría de trabajador digital con una alta rotación y diferentes modalidades de tiempo, cuya adhesión a las aplicaciones se da por medio de algoritmos.
La jornada de trabajo como tradicionalmente se le conoce queda fragmentada y ya no transcurre en un horario continuo y definido, lo cual supone retos para su regulación mediante un marco normativo laboral.
En Colombia, detalló, las propuestas de reforma laboral del presidente Gustavo Petro han buscado abordar esta problemática. Urrea-Giraldo consideró que el actual gobierno ha dejado sus intentos por regular en una zona gris sin tomar realmente una postura.
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Mientras tanto, en el caso de México, Gustavo Vega Canovas, investigador de El Colegio de México, comentó que el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha mostrado signos de querer intervenir en la materia. Y si su partido, Movimiento de Regeneración Nacional, se mantiene en el poder es probable que eso suceda.
Por otro lado, las plataformas digitales de la gig economy defienden que el modelo de generación de ingresos que han habilitado es muy diferente al formato de trabajo tradicional, por lo que pretender sujetarlo a este podría generar efectos adversos para repartidores, conductores y usuarios.
Lo cierto es que aún no hay consenso sobre este tema. El Banco Interamericano de Desarrollo reconoce que la seguridad social como se conoce hasta ahora está asociada con el trabajo tradicional ligado a un solo empleador.
Pero con las plataformas de la gig economy este panorama cambia. Por ejemplo, en la actualidad, una sola persona puede estar inscrita en diversas aplicaciones, lo cual supone desafíos y nuevas aristas para una posible regulación.