5G SA en América Latina depende de una visión de gobierno no recaudatoria: los casos de Brasil y México

En entrevista con DPL News, Luisa Ramos, de Ericsson, explica que la subasta 5G en Brasil promovió la adopción de 5G independiente como una visión de gobierno. Sin embargo, en México el enfoque recaudatorio sobre el espectro no genera incentivos para ello y todo depende de los operadores.

Una de las limitaciones para el despliegue de la tecnología 5G independiente (SA por standalone) en América Latina es la visión con la que un país entiende sus redes de telecomunicaciones: si brinda los incentivos y lidera la adopción temprana de una arquitectura autónoma ―que no está ligada a 4G―, o deja todo el trabajo a los operadores.

Así lo analiza Luisa Ramos, jefa de Redes y Servicios Administrados de Ericsson para el norte de América Latina, en entrevista con DPL News durante su visita a la Ciudad de México en el marco del Mobile 360 y el Congreso Latinoamericano de Transformación Digital (CLTD).

La construcción de redes 5G SA requiere importantes recursos financieros, espectro radioeléctrico, inversiones y preparación técnica. Si bien en la región ya existen algunas implementaciones tempranas de servicios 5G, se espera que el potencial real de esta tecnología pueda observarse con las redes independientes.

Con la arquitectura independiente de las redes, podrá habilitarse una nueva configuración llamada network slicing (o corte de red), que permite dividir las redes tradicionales en varias redes que funcionan sobre una infraestructura común. Y cada segmento de red, como si se tratara de una rebanada de pastel, atenderá las necesidades específicas de un cliente, una aplicación o un caso de uso; por ejemplo, el gaming, los vehículos autónomos y los puertos conectados.

Ramos explica que una de las grandes diferencias entre 5G SA y NSA (no independiente) radica, precisamente, en la posibilidad de tener network slicing, cuyo impacto se verá reflejado en las industrias y también en beneficios para consumidores finales.

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Sin embargo, eso no será posible sin una regulación y política pública favorable para la adopción de la tecnología de quinta generación. En América Latina, Brasil y México son ejemplos de caminos distintos en el desarrollo de 5G, que probablemente influirá en el ritmo de evolución tecnológica en el que cada país avance.

En Brasil, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) promovió una subasta de espectro con precios bajos para acceder a este recurso y definió como condición que los operadores desplieguen 5G independiente. Lo segundo no hubiera sido posible sin lo primero, comenta Luisa Ramos.

“Hay dos ejemplos de grandes países que tomaron caminos distintos. En Brasil, el regulador decidió que ellos querían ir a standalone, en un core 5G sin dependencia de 4G. Y esto fue no una decisión de los diferentes operadores, sino una condición de la licitación de espectro que tuvo en Brasil”.

“En Brasil todos los operadores tienen un core standalone de 5G, liderado por la visión del gobierno. Ellos tienen claro que 5G puede habilitar una serie de digitalizaciones de su industria, de crecimiento del PIB, y lo ven desde ese punto de vista. México lo ve totalmente distinto”.

“México ve el espectro como una fuente de revenue importante para el Estado, y, por lo tanto, el espectro es muy costoso; no hay incentivos del regulador para que los operadores hagan la inversión, porque en el caso de Brasil el espectro les costó nada, fue a cambio de despliegue. En México tienes que pagar el espectro, tienes que pagar el despliegue”, detalla la ejecutiva de Ericsson.

A diferencia del caso brasileño, cuando los gobiernos de la región no encabezan una visión no recaudatoria sobre el espectro, el desarrollo de 5G SA “lo dejan a criterio del operador, pues tiene que haber un caso de negocios” que permita avanzar en el despliegue de esta arquitectura.

Y en ese contexto, Luisa Ramos advierte que puede esperarse un avance más complejo y posiblemente más lento en la creación de nuevos servicios y casos de uso asociados a 5G en campos diversos: la telemedicina, la agricultura, el transporte o el entretenimiento.

Influirá entonces, por un lado, qué tanto quiere innovar un operador, “qué tanto quiere ser un front runner y empezar a arriesgar, como, por ejemplo, lo está haciendo Telefónica (…). Pero ―puntualiza―si tú no estás en un país donde el regulador lo va a promover y quiere ser un follower, entonces ahí vamos a tardar un poquito más”.

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5G exige subir en la cadena de valor

Ante las posibilidades que se están explorando con la construcción de un ecosistema 5G, de servicios, aplicaciones, casos de uso y dispositivos, una de las preguntas constantes en el sector es cuál será el rol de los operadores de telecomunicaciones. Construyen las redes, ¿y qué más? ¿Cómo se aseguran el protagonismo?

Luisa Ramos afirma que las telcos tienen que subir en la cadena de valor para monetizar las redes 5G. Los clientes, tanto empresariales como usuarios finales, necesitan percibir una verdadera diferencia de valor para estar dispuestos a pagar más por nuevos servicios digitales.

Precisamente, en buena medida eso dependerá del despliegue de redes autónomas, y además del desarrollo de un ecosistema abierto e interoperable que propicie un modelo plug and play, puntualiza la experta. Es decir, que no se requieran configuraciones complejas para habilitar aplicaciones y servicios, como sucede cada vez más entre las grandes plataformas tecnológicas.

La GSMA promueve una iniciativa global, Open Gateway, que busca transformar las redes de telecomunicaciones tradicionales en plataformas, a través de APIs (interfaz de programación de aplicaciones) estandarizadas para acelerar el diseño de nuevos servicios digitales.Ramos explica que la estandarización aún no está lista y conlleva un trabajo complejo, pero el sector ya se está coordinando para avanzar hacia esa dirección. Por parte de los gobiernos y los órganos reguladores, la ejecutiva de Ericsson considera que también se puede impulsar la construcción de un ecosistema abierto e interoperable si ponderan las telecomunicaciones como una infraestructura crítica.

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