Para 2024, Telefónica y Remsa se proponen reciclar tres toneladas de residuos electrónicos provenientes de teléfonos celulares, computadoras, impresoras, tabletas, televisores y otros aparatos, con el objetivo de reducir la huella de carbono y el impacto ambiental de la tecnología.
Ana de Saracho, directora de Asuntos Públicos, Regulación y Negocio Mayorista de Telefónica en México, afirmó que la alianza de la empresa de telecomunicaciones con Remsa busca promover la digitalización y la adopción de la tecnología sin afectar el planeta.
Por ello, en la planta de reciclaje de Remsa en Querétaro se reciben y tratan toneladas de residuos electrónicos, a fin recolectar los elementos que pueden tener otra vida. Por ejemplo, las baterías, cristales, litio, tarjetas y circuitos de una televisión inteligente o de un teléfono móvil pueden utilizarse para crear un nuevo dispositivo, como una bocina o una lámpara.
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Durante un recorrido por la planta de Recicla Electrónicos México (Remsa), Álvaro Núñez, fundador de la compañía, explicó que el reciclaje es una tarea compleja en el país, pues aún no existe suficiente concientización y cultura respecto a su importancia social, ambiental, económica e incluso sanitaria.
Actualmente, el mundo enfrenta el desafío de manejar 57 millones de toneladas de residuos electrónicos. Únicamente México tiene alrededor de un millón 300 mil toneladas, lo que lo ubica como uno de los principales generadores de residuos en América Latina, advirtió Núñez.
“Las personas creen que sacando la bolsa de basura el problema desapareció, pero el problema apenas comienza”, puntualizó. Por eso, la apuesta de Remsa es fomentar la cultura del reciclaje y reuso de los residuos electrónicos entre las empresas y los consumidores finales.
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El fundador de Remsa señaló que la compañía tiene un porcentaje de recuperación de 70 por ciento. Es decir, cuando llega una laptop que alguien desechó porque ya no usa es posible rescatar hasta siete décimas partes de los componentes y darles otra vida, o alargar su vida útil.
Una parte de los elementos recuperados se utiliza para producir otros aparatos electrónicos. Otra se pone a disposición de las universidades, instituciones o compañías, quienes utilizan las diferentes piezas para reparar sus dispositivos o construir aquellos que necesitan para poner en práctica sus conocimientos.
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Álvaro Núñez resaltó que, con los procesos adecuados, una televisión inteligente puede convertirse en un negatoscopio, un dispositivo que cuenta con una fuente de luz, diseñado para que el personal médico pueda observar los estudios impresos en placas radiográficas.
“Cuando tú salvaste una pila, no sólo salvaste la pila; evitaste que extrajeran más materiales y más recursos”, enfatiza el experto. Para este año, Remsa proyecta recuperar de cuatro a cinco millones de componentes electrónicos.
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Sin embargo, el manejo de estos residuos electrónicos no es una tarea tan sencilla; requiere una especialización y tratamiento cuidadoso. En su planta de Querétaro, la compañía tiene un proceso definido desde la recepción de los aparatos, pues no todos los dispositivos se pueden reutilizar. Si han sido dañados debido a la exposición extrema a agua o calor, posiblemente ya no sirvan. Pero una vez aceptados, los residuos se categorizan y entran en un proceso para renovarlos o alargar su vida útil.
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En cajones olvidados, las personas suelen guardar sus viejos dispositivos electrónicos. Y aunque ese hábito parece inofensivo, a largo plazo puede ser dañino para el medio ambiente. Por esa razón, Ana de Saracho y Álvaro Núñez hicieron un llamado a la ciudadanía a enviar sus residuos a Remsa, ya que además el proceso es gratuito.
Al mismo tiempo, se requiere una mayor concientización acerca del consumo y producción de la tecnología. Cada vez salen al mercado más dispositivos nuevos y las personas se entusiasman por comprar el teléfono más moderno, aunque eso implique tirar uno que aún puede funcionar por más tiempo.
Los fabricantes tecnológicos también tienen la responsabilidad de actuar para disminuir los residuos electrónicos, pues a menudo producen dispositivos con una obsolescencia programada. El fundador de Remsa reconoció que las empresas ya están tomando conciencia, y ahora piensan más en el rediseño de los aparatos con una visión ecológica, pero aún hay trabajo por delante.