Los conflictos bélicos a nivel global no sólo se han dado en los campos de batalla físicos, sino que ya ocurren a nivel cibernético. De hecho, estos últimos suelen ser la avanzada antes de que estallen las guerras físicas.
Por ejemplo, el 7 de octubre de 2023, el grupo islámico Hamas pudo hacer la incursión a Israel gracias a que desactivó, con drones, estaciones de comunicación celular y cámaras de vigilancia en diversos puntos de la frontera con Israel.
Lo anterior muestra fallos en la seguridad física y cibernética de las Fuerzas de Defensa de Israel. Una incursión física en contra de sistemas cibernéticos ejemplifica que en pocos minutos pudieron burlar su sistema de vigilancia físico y en línea.
Hemos visto cómo se están conformando bloques como el de Rusia con Corea del Norte e Irán, principalmente, mientras que Estados Unidos desplegó una fuerte cantidad de tropas y armamento a la zona del Medio Oriente con el pretexto de respaldar a Israel, pero no hay que perder de vista justo el conflicto que hay con los antes mencionados.
Estados Unidos necesita tener bases militares cerca de Irán, Corea del Norte y Rusia, por lo que el perfecto aliado para ello es Israel.
Incluso hay que recordar que Joe Biden se reunió con Xi Jinping, el presidente de China, con quien a pesar de la guerra comercial que había existido desde hace algunos años, se vio obligado a limar asperezas y tener al gigante asiático de su lado, o por lo menos tranquilo.
Hoy una guerra simplemente no se desarrolla sin ataques cibernéticos, incluso estos últimos pueden ser más letales, ya que podrían alcanzar a la población civil en cualquier territorio, sin necesidad de desplazar tropas en el terreno físico.
En 2024 veremos cómo se incrementarán los intentos de ataques a infraestructura de seguridad nacional, desde temas energéticos como ya ocurrió en algún momento con Colonial Pipeline en Estados Unidos, o como el perpetrado por “Gorrión Depredador” en Irán, que causó un incendio en una planta siderúrgica en Irán a través de un ataque cibernético.
Igualmente, en 2024 ocurrirá un evento internacional en París, los Juegos Olímpicos, que aunque se trata de algo deportivo, tendrá mucho que ver con el tema de seguridad y ciberseguridad nacional e internacional.
Aunque en la mayoría de las ocasiones no se hacen públicos los trabajos que realizan los países, existe una colaboración, en este caso entre el Comité Olímpico Internacional, el gobierno francés y otros gobiernos en el mundo, como el de Estados Unidos o Israel, que ya se encuentran en trabajos de inteligencia en el ciberespacio, redes sociales y otros canales como la DeepWeb, para detectar y anticiparse a los ataques físicos y cibernéticos.
Por ejemplo, el grupo cibernético ruso APT28, al que se le conoce también como “Fancy Bear”, se ha adjudicado ciberataques a instituciones del gobierno de Francia, empresas y universidades.
De acuerdo con información de empresas de ciberseguridad, este grupo ha realizado ataques que comprometen infraestructura crítica de aquel país, y esos ataques se incrementarán no sólo en Francia, sino en los países que han conformado los bloques que les mencioné al principio.
El 2024 será un año más activo que el 2023 en cuanto a ciberataques entre naciones, a sistemas de seguridad nacional, y que tendrán consecuencias en la población civil si llegan a tener éxito. Las piezas del ajedrez se están acomodando.