Política y algoritmos

Es de suponer que en política es ideal tomar decisiones correctas, hacer un uso efectivo de los recursos y construir las condiciones para el bienestar y desarrollo de sus ciudadanos y empresas. 

Más aún, todavía en muchas ocasiones queda la sensación de que la política se basa en el oportunismo reactivo carente de un análisis real del entorno y sin previa evaluación cuantitativa y cualitativa de las necesidades de quienes conforman el Estado.

No obstante, esto puede cambiar por algunas razones. La cobertura de conectividad va avanzando, los ambientes virtuales son cada vez más comunes, los ciudadanos digitalizados aumentan, las habilidades digitales poco a poco son más robustas y el uso de herramientas tecnológicas es más democratizado. Además, en esta ecuación, los algoritmos toman un papel protagónico.

Estos algoritmos, podemos definirlos como una serie de instrucciones lógicas que a partir de datos suministrados generan un resultado determinado. 

Ello, con dos características extraordinarias: cada día hay más datos disponibles para brindar un resultado más robusto; además de que un algoritmo tiene la capacidad de aprender y generar conocimiento por sí mismo, volviéndose cada día más inteligente.

Y es entonces, en la política, un campo donde los seres humanos deberíamos simular el concepto funcional de los algoritmos, los cuales trabajan de forma coordinada, producen en equipo, están sometidos a la mejora continua, usan eficientemente la energía y hacen un uso efectivo de los datos para tomar decisiones que satisfagan los resultados esperados por los usuarios.

Lamentablemente, en muchos casos en la política aún no se ha logrado el total entendimiento de la realidad actual y se sigue pensando en prosa y decidiendo en analógico, cayendo en un ciclo de toma de decisiones que podríamos denominar: “ocurrencias humanas generativas”, con consecuencias que limitan las oportunidades a los ciudadanos y dan paso al uso perverso de algoritmos direccionados a la desinformación, mentira y polarización social. 

Es hora de cambiar el modelo de establecer decisiones de políticas públicas inteligentes, intentando simular el comportamiento de los algoritmos; construyendo un balance adecuado entre el pensamiento humano y el conocimiento de fuentes digitales, promoviendo soluciones innovadoras y eficientes cuyo objetivo primordial sea la prosperidad de las personas y empresas.

Evidentemente se requiere una generación de líderes y gobernantes 4.0 que comprendan lo que realmente está pasando a nivel global; donde a pesar de los esfuerzos mundiales que seguiremos impulsando por regular los usos riesgosos de los algoritmos y la Inteligencia Artificial, las máquinas llegarán a sustituir a los seres humanos en muchos campos.

Es obligatorio cimentar las decisiones políticas basadas en datos, con procesos inteligentes de análisis de variables, inmersas en el mundo de algoritmos digitales; con el fin de definir la ruta de desarrollo que los países requieren para obtener el mayor provecho para los seres humanos a partir de políticas públicas inteligentes que impulsen la educación, economía, seguridad, salud y convivencia humana.

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