Son las TIC y las telecomunicaciones las que deben adaptarse a las necesidades, principios, formas de vida y valores de las comunidades indígenas, y no viceversa. Por eso, también deben existir programas con un enfoque diverso y contextualizado, diseñados específicamente para desarrollar capacidades digitales para los pueblos indígenas.
Carlos Baca-Feldman y Erick Huerta Velázquez explican, en un análisis publicado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que la creación de las capacidades digitales locales permite a los pueblos indígenas de las Américas desarrollar habilidades técnicas, sociales, económicas y culturales para gestionar sus propias redes de telecomunicaciones.
A diferencia de otros grupos sociales y otros contextos como las ciudades, en estas comunidades la conectividad y el acceso a las TIC adquieren una especial relevancia en los procesos organizativos y de gobernanza social, pues las personas se apropian de las tecnologías como herramientas para mejorar su realidad, materializar luchas y compartir significados.
Por esta razón, los autores resaltan que implementar y facilitar modelos de aprendizaje diversos en las comunidades propiciará una mayor apropiación de las tecnologías en cada comunidad, de acuerdo con sus valores patrimoniales, culturales y sus aspiraciones de desarrollo.
Los especialistas reflexionan en el texto, que forma parte del informe Perspectivas de habilidades digitales 2021 de la UIT, acerca de los desafíos y las oportunidades para generar procesos de formación de capacidades digitales que contribuyan a fortalecer la autodeterminación y las formas de vida de los pueblos indígenas.
Cualquier programa de formación digital ―señalan― debe partir de la diversidad de conocimientos y experiencias; responsabilidades compartidas entre los participantes; espacios reales para aprender por medio de la práctica y con los recursos disponibles; así como de crear condiciones para promover una comunidad del conocimiento.
Por ejemplo, citan los autores, existe una metodología que se basa en un antiguo sistema agrícola, todavía en uso, para cultivar milpa (maíz), en el cual coexisten diferentes especies como los frijoles, calabazas y otros comestibles. Este cultivo tradicional se hace de manera colectiva, incluyendo hasta los integrantes más pequeños de la comunidad, lo cual refuerza las relaciones entre el pueblo y la tierra.
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En ese sentido, algunos programas de formación en el uso y apropiación de las TIC y las telecomunicaciones buscan emular ese sistema agrícola para promover los conocimientos de manera colaborativa entre las comunidades indígenas.
Medidas regulatorias
El artículo 16 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas establece que las comunidades indígenas tienen derecho a establecer sus propios medios de comunicación. Si bien se trata de una garantía protegida, aún existen brechas y problemáticas que limitan su ejercicio efectivo.
Por ejemplo, la falta de capacidad técnica para desarrollar medios comunitarios y redes de telecomunicaciones; la ausencia de contenidos disponibles en las lenguas indígenas, y las pocas herramientas asequibles y de calidad para producir materiales.
Desde una perspectiva regulatoria, los autores explican que también se requieren medidas para fortalecer las capacidades locales y propiciar condiciones favorables para que las comunidades accedan y se apropien de las TIC y las telecomunicaciones.
En México, por ejemplo, la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión reconoce una licencia específica para que los pueblos indígenas puedan acceder al espectro radioeléctrico.
Más allá de la visión regulatoria, los especialistas coinciden en que se deben repensar los métodos para impartir capacitaciones en competencias digitales y adoptar un enfoque que impulse la sostenibilidad de los proyectos comunitarios relacionados con las tecnologías, como las redes comunitarias.