Trump y la Unión Europea: conflicto arancelario con trasfondo digital
Cómo, cuánto y por qué la cuestión digital es una de las claves de la disputa arancelaria entre Estados Unidos y la Unión Europea la cual quedó, al menos transitoriamente, resuelta tras una declaración conjunta de acuerdo que asegurará, según los involucrados, “la relación económica más valiosa del mundo (valor anual de 1.6 billones de euros)”. ¿Qué pone en juego el bloque europeo para poder establecer esta nueva “base para el diálogo continuo y desarrollo de la relación transatlántica” con la administración de Trump?
America First
La segunda administración Trump se encuentra con dos problemas centrales que explican esta guerra comercial, inició en diálogo con DPL News el experto en temas digitales y regulación en telecomunicaciones, Carlos López Blanco.
En términos geopolíticos tiene que ver con que “la administración americana empezó a defender que la rivalidad geopolítica se iba a producir entre China y Estados Unidos y, por tanto, tenía que ser el Pacífico el nuevo centro de equilibrio geopolítico mundial”. La guerra de Ucrania puso en jaque ese giro del centro geopolítico del Atlántico al Pacífico y Trump quiere revertir ese cambio de rumbo.
En el aspecto económico, “Estados Unidos es el gran deudor del mundo porque tiene una capacidad de maniobra que le permite eso, pero sus finanzas públicas están maltrechas. Entonces el mensaje político de los aranceles es ‘Make america great again‘, pero la otra capa es la situación financiera. Trump quiere, aun en este contexto, bajar impuestos, entonces la solución fácil sin tomar en cuenta los efectos de mediano plazo es poner aranceles”, consideró.
Ya en su discurso de juramento de cargo, en enero, Trump había prometido “imponer aranceles e impuestos a países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos”. Desde entonces, el tema se elevó hasta una serie de resoluciones locales que pusieron en vilo a la actividad comercial mundial. El acuerdo Estados Unidos-Unión Europea (UE), celebrado en agosto, se dio después de meses de negociación, plazos de tregua y declaraciones públicas de altas autoridades de un lado y el otro.
Acuerdo y su alcance digital
La declaración conjunta estableció un nuevo régimen arancelario “claro y global del 15% para la gran mayoría de las exportaciones de la Unión Europea, incluidos sectores estratégicos como los automóviles, los productos farmacéuticos, los semiconductores y la madera”. Al mismo tiempo, las empresas de la UE expresaron interés de invertir al menos 600,000 millones de dólares en diversos sectores de Estados Unidos hasta 2029.
En lo estrictamente digital, desde la Unión Europea aseguraron que el acuerdo contempla un “aumento de la resiliencia de la cadena de suministro, cooperación en materia de minerales críticos y compras trasatlánticas, en particular chips de energía e Inteligencia Artificial (IA)”. El bloque “tiene la intención de adquirir gas natural licuado, petróleo y productos de energía nuclear de los EE. UU. con una compra prevista valorada en 750,000 millones de dólares” y de “comprar chips de IA por 40,000 millones de dólares”, agregaron.
Al mismo tiempo, desde la Casa Blanca valoraron que “Estados Unidos y la Unión Europea tienen la intención de abordar los obstáculos injustificados al comercio digital. En ese sentido, la Unión Europea confirma que no adoptará ni mantendrá tarifas por uso de la red. Además, (las partes) mantendrán la exención de aranceles aduaneros para las transmisiones electrónicas”.
Otro contexto
“Estados Unidos ve su relación comercial con Europa sólo en términos de mercancías, no de servicios, y esto no es casualidad: es porque en los servicios el déficit se produce al revés”, apuntó López Blanco y señaló que “pese a que buena parte de la opinión pública entiende mal lo que hizo la Comisión Europea, yo no soy tan negativo, porque sí hay cosas que adquirió, como un comercio razonable, paz y diálogo”.
En este sentido, “el impacto directo de esto a lo digital no es tal porque Estados Unidos no mete a los servicios”, pero al mismo tiempo “hay mucho en juego, porque la regulación europea digital siempre fue percibida por Estados Unidos como instrumento para contrapesar el desarrollo de las empresas americanas digitales en Europa. Lo perciben como que se imponen trabas a sus empresas para mejorar la situación competitiva europea en un mercado en el que no tiene agentes”, agregó el experto.
Este ida y vuelta entre los involucrados no es nuevo, pero sí su contexto: la mayor proximidad de esta administración de Trump con líderes tecnológicos ponen el tema digital en la cima de su agenda geopolítica y, por otro lado, Europa ha puesto en marcha leyes con impacto directo en la actividad de las plataformas, la de Servicios Digitales (DSA) y la de Mercados Digitales (DMA) en busca de, al menos desde el discurso, un desarrollo más responsable (DSA) y justo (DMA) de este segmento.
Próximos rounds
“Viene entonces Trump y dice que está bien el acuerdo, aunque hay reglas que le hacen daño a las empresas americanas. Que si no las cambian se impondrán nuevos aranceles. Esa es la situación y la presión que hay hoy sobre la mesa. Es difícil de gestionar porque Estados Unidos no se puede permitir que la regulación europea le siga apretando las tuercas y, del otro lado, Europa no tiene mucho margen de maniobra porque la legislación y la idea de ser el ruleset del mundo digital es un elemento central en su estrategia industrial”, repasó Blanco.
Para el experto, lo que viene es una instancia de “mantenimiento de pulso”, aun en un contexto en que “uno de los grandes problemas de la administración Trump es que puede salir con cualquier cosa bajo la premisa de defensa de las empresas locales”. Mientras tanto, Europa debe abordar un debate distinto, más interno, que tiene que ver la complejidad de su regulación en general y la necesidad de simplificarla: el informe Draghi plantea que debe regular menos y mejor.
La propia Unión Europea señaló en su descargo sobre la declaración conjunta de acuerdo que este “no incluye compromisos” relacionados a su normativa digital local porque “no estaban sobre la mesa” cambios en este sentido. Al mismo tiempo, insistió en que a pesar de que sus autoridades sopesaron hacerlo en el periodo de tregua, “no tiene impacto en los impuestos sobre los servicios digitales”.
Así, el poco margen de maniobra de la Unión Europea para negociar se compensa con un mercado competitivo, maduro y necesario para Estados Unidos. Ambas partes dejaron claro que el texto de acuerdo es “político y no jurídicamente vinculante”, exponiendo que se trata de manos estrechadas en un ‘para siempre’ que depende de un cúmulo de factores para sobrevivir.
