Las redes neutras y su desafío competitivo

En la cadena de valor de la conectividad digital, las redes neutras de telecomunicaciones vienen a ser como la Madre Teresa de Calcuta por su generoso espíritu de acogida. Abiertas a todos, sin prejuicios, estas infraestructuras reciben como cliente a cualquier operador que toque a su puerta, sin discriminarle por su tamaño o trayectoria. 

A las redes neutras no les importa la raza ni el color de la piel, sino que aman a todos como hermanos para hacerles el bien. En varios países de la región, casos como American Tower, Internexa, OnNet, Phoenix Tower, Silica Networks y SBA Communications son algunos ejemplos de estos “seres de luz” que se dedican a proveer infraestructuras abiertas y no discriminatorias a terceros interesados. 

¿Qué son exactamente las redes neutras? Por cierto, su nombre no es porque se mantengan “neutrales” en algún tipo de guerra, de la forma como el Estado suizo conduce su política exterior. Más bien, ellas son infraestructuras que permiten a múltiples operadores o proveedores de servicios de telecos acceder a una red común sin discriminación. 

Lo distintivo es que estas infraestructuras no están controladas por un solo proveedor —como era lo típico en un modelo de competencia por redes—, sino que están abiertas para que cualquier teleco pueda utilizarlas para ofrecer sus productos a los usuarios finales. Eso sí, a cambio de una tarifa o contraprestación económica, ya que su parecido con la santa de Calcuta no llega al extremo de emular su caridad.

Las características de apertura y no discriminación que distinguen a las infraestructuras neutras les ha traído el sobrenombre de “redes agnósticas”. No por su falta de fe, sino porque están diseñadas para ser imparciales y no discriminar entre los distintos operadores o servicios que las utilizan. 

El concepto de “agnosticismo”, en el contexto de las telecomunicaciones, se refiere a que la red no tiene preferencia por ningún tipo de contenido, servicio, operador o tecnología en particular. Todos son bienvenidos. Por algo se dice: quien come de todo, no muere de hambre. 

Sin embargo, yo creo que las redes neutras no son “agnósticas”. En rigor, ellas son profundamente creyentes. De hecho, son entidades “politeístas”, ya que reconocen y aceptan la existencia de múltiples deidades, que corresponden a los clientes interesados en sus servicios. Mientras uno o más dioses paguen, a esas divinidades se les reza. Entonces, no es agnosticismo de las redes, sino un acentuado sincretismo religioso. 

Como sea, las redes neutras o de acceso abierto han tomado vuelo global, en los últimos años, por sus importantes atributos de eficiencia técnica y racionalidad económica. 

De partida, hay redes de casi todos los sabores y colores, como infraestructuras activas (lógicas) y pasivas (físicas), alámbricas e inalámbricas, fijas y móviles. 

Esta diversidad de flores en el jardín se explica, al menos en Chile, porque las telefónicas tradicionales optaron por desprenderse de la infraestructura fija o móvil que operaban. Así, con la venta de sus activos justamente a los operadores de infraestructura neutra, han podido enfocarse en su core business, que es otorgar servicios de telecomunicaciones al cliente final.

Enseguida, la construcción de una red neutral evita la sobre inversión en infraestructura, minimizando su impacto en el paisaje urbano. Este es un aspecto crítico para el gremio de los “torreros”, quienes desarrollan sitios para el soporte de las antenas. Es que toda la gente quiere mejor conectividad, pero nadie desea una estructura autosoportada o un mástil enfrente de su casa. Olvidamos que, si queremos las rosas, debiéramos querer también las espinas… 

También, estas redes de acceso abierto disminuyen los costos para las telecos, ya que no tienen que hacerse cargo de incómodos trazados de cable ni de múltiples instalaciones de fierro. 

Esto puede redundar en precios más bajos y una mayor calidad de servicio para los usuarios, ya que los operadores no necesitan asumir grandes inversiones iniciales. 

La eficiencia también mejora, al evitar la duplicación innecesaria de redes de infraestructura, especialmente en áreas donde la demanda de servicios es baja.

Asimismo, las redes neutras son amigas íntimas de la libre competencia, ya que permiten que proliferen múltiples proveedores de servicios que compiten colgados de una misma infraestructura abierta. 

De este modo, ellas permiten que los operadores minoristas, incluidos los nuevos entrantes y los más pequeños, accedan a la infraestructura mayorista sin tener que construir sus propias redes. Esto nivela el campo de juego, facilitando la entrada de competidores que, de otro modo, no podrían rivalizar con grandes actores ya establecidos.

En fin, el boom mundial de las redes neutras obedece a que permiten a los actores de la cadena de valor enfocarse en lo que mejor saben hacer. Los mayoristas operan las infraestructuras, mientras que los proveedores minoristas se centran en ofrecer los mejores servicios a los clientes finales. 

Es decir, cada pastelero dedicado a sus propios pasteles. Entonces, dado que todos los operadores tienen acceso a la misma infraestructura, su diferenciación en el mercado se centra, por ejemplo, en mejorar la calidad del servicio, ofrecer mejores precios o desarrollar productos innovadores para seducir al consumidor. 

Esto impulsa a las empresas a ser más creativas y proactivas en la forma en que abordan las necesidades del usuario.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Tanta bondad de las redes neutras esconde algo de “letra chica”, una mancha de nacimiento. Porque los propietarios de las redes neutras pueden verse seducidos a monopolizar el mercado aguas arriba, dominando sin rivales el segmento comercial que arrienda infraestructura a las telcos. 

El monopolio, o más probablemente un oligopolio, no estará ya en el mercado de servicios al usuario final, sino en la cancha de los proveedores mayoristas. 

Al igual que en la canción de Abba (The Winner Takes It All”), el ganador puede quedarse con todo. Es que un mercado con pocas compañías en el lado de la demanda se presta para que el primer oferente en llegar a atender a la clientela empresarial tenga una gran ventaja sobre sus futuros adversarios. 

En efecto, es probable que capture la mayor parte del mercado relevante, que es el conjunto de telecos que le arriendan infraestructura a los neutrales. 

Aquí, el problema no sería tanto la concentración del poder de mercado, sino los abusos que podrían derivarse del actuar monopólico u oligopólico. Por ejemplo, subida artificial de los precios, prácticas predatorias, asfixia de la competencia y bloqueo de nuevos competidores, entre otras fechorías.

¿Qué ocurre en Chile? El ecosistema neutral parece funcionar sin mayor peligro. De hecho, la congregación de empresas “torreras” se ha mostrado fértil en cantidad, pues varias compañías han surgido para disputarse las antenas y sistemas radiantes de los concesionarios móviles. 

En cambio, el negocio de las empresas “fibreras”, aún en crecimiento, va más aletargado. Este nicho muestra todavía signos de presencia hegemónica por parte de algunos propietarios alámbricos en ciertas regiones y zonas geográficas. 

Al respecto, el tiempo dirá cómo se configura este nuevo mercado de la fibra óptica mayorista, gracias a los nuevos desafiantes que logren consolidarse. 

Mientras tanto, el progreso digital es positivo y avanza para beneficiarnos a todos. La preocupación por los riesgos competitivos tiene un guardián bien despierto en la institucionalidad de libre competencia. Entonces, pareciera que todavía tenemos motivos para dormir tranquilos ante la salud del incipiente mercado de redes neutras. 

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