Las instituciones de salud te odian: ¿dónde están las TIC?

El Economista – Jorge Bravo

¡Ya basta! Estamos hartos del mal sistema de salud y del maltrato del personal que elabora en clínicas y hospitales públicos. A su vez, el personal de salud está aterrado y paralizado por las carencias presupuestales, de instrumental y medicamentos para hacer bien su trabajo. La calidad de la atención médica está cada día peor por la saturación y la sobrecarga de trabajo y pacientes. El personal de salud tiene miedo de hacer su trabajo porque carece de lo básico: no sólo de equipos y fármacos, también de humanidad. Ante el enojo e impotencia de los derechohabientes, la respuesta típica es “hágale como pueda”. ¿Qué pueden hacer las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para mejorar la calidad de la atención médica, la cobertura universal y hacer más eficientes los sistemas de salud? ¿Por qué seguimos sin una Agenda Digital para la Salud?

Cuando el presidente López Obrador dice que recibió un IMSS en ruinas, tiene razón. Pero asimismo lo recibió Peña Nieto y Calderón y Fox. Ya son muchos años con el mismo problema. Las reformas zedillistas de 1995 a la Ley del Seguro Social eran “inaplazables y urgentes”. “De no llevarse a cabo las reformas, dentro de unos tres años, máximo cuatro, tendríamos una situación francamente difícil en lo financiero”, advirtió Genaro Borrego Estrada, entonces director del IMSS. Parece que nada ha cambiado, ni siquiera el discurso, pero ya tenemos tecnología y el futuro de la salud es digital.

Las TIC permiten hacer más, mejor y más fácil las cosas para ser más productivos y tener más tiempo libre para hacer otras actividades. Cuando una institución como el IMSS no utiliza la tecnología para hacer más fácil la vida de las personas les resta oportunidades, calidad de vida, tiempo, recursos y denigra su dignidad.

El IMSS y otras instituciones de salud pública no están tratando decentemente a sus derechohabientes. No usan la tecnología para facilitar trámites, procedimientos y consultas. En 2009 el IMSS ganó el premio al trámite más engorroso e inútil. Las nuevas tecnologías aplicadas a la salud incluyen Inteligencia Artificial, telemedicina, nanomedicina, Realidad Virtual, impresión 3D, salud móvil, aplicaciones y dispositivos de Internet de las cosas para seguimiento y respaldo médico, cirujía robótica: conectada a ultra banda ancha, a distancia, más precisas y con menos riesgos de infecciones. Incluso existen soluciones para permitir a pacientes en salas de aislamiento ver a sus familiares mediante hologramas.

La situación ha empeorado. El tiempo de espera para recibir consulta en 2016 fue de 71 minutos en comparación con 58 minutos en 2012, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016. A los abuelitos se les va la vida formados en las clínicas para recibir atención. Lean las reseñas de la app IMSS Digital en las tiendas de aplicaciones para constatar el atraso digital: “no me deja agendar citas, me saca de la app y me marca error”, “deberían establecer un método más amigable”, “nunca tienen citas disponibles”, “la app es tan consistente como la misma atención del IMSS. Sería ilógico que la app funcionara bien si el IMSS no da una”, “no entiendo porque (sic) lo mandan a uno a realizar sus citas por medio de su sistema si no funciona”…

La fallida Estrategia Digital Nacional de Peña Nieto también falló en salud universal: no aumentó la cobertura, no logró el acceso efectivo y tampoco mejoró la calidad de los servicios. ¿Dónde están la convergencia de los sistemas de salud, la personalidad única en salud a través del padrón general de salud, el Expediente Clínico Electrónico, el Certificado Electrónico de Nacimiento, la Cartilla Electrónica de Vacunación; dónde los mecanismos de telesalud y telemedicina; dónde el uso de datos personales para la salud y la privacidad de los mismos; dónde la infraestructura, la conectividad, los estándares, las plataformas de servicios digitales para la salud, la nube, el almacenamiento, la ciberseguridad; dónde la innovación en salud digital; dónde las habilidades, la capacitación y la cultura digital para la salud?

El IMSS no sólo no es eficiente en sus procedimientos, además utiliza la tecnología ¡en contra! de sus derechohabientes.

Cuando un pensionado fallece es dado de baja “en el sistema” (así le dicen); el IMSS informa al banco y éste deja de pagar la pensión por años de trabajo. Ese mismo sistema (convenientemente) “no sabe” que el pensionado ha dejado beneficiarios que tienen derecho a la pensión de viudez. Aunque usted no lo crea, la viuda ¡también es dada de baja del “sistema”! No sólo no recibe la pensión a la que tiene derecho, tampoco servicio médico, atención en urgencias ni medicamentos.

Para seguir recibiendo el servicio médico, la pobre viuda debe solicitar “prórrogas” de 50 días en lo que se resuelve su trámite, lo cual puede llevar años: más filas, más fichas para formarse, más fotocopias, más papeleo, más errores, más sellos, más firmas, más autorizaciones, más burocracia, más empleados con cara de limón agrio.

La abuelita tiene que acudir cada semana a su clínica y a una Subdelegación del IMSS para conocer el estado de su solicitud de pensión. Sin esa “prórroga” no recibe servicio médico ni medicinas ni nada; si se le pasó renovarla, “hágale como pueda”. No hay servicio; muérase. Por un trámite que no resuelve el IMSS, el IMSS no está autorizado para brindar servicio. Así de irracional.

Son horas de espera en la unifila. Cuando llega a la ventanilla tarda pocos minutos en que le digan que “todavía no está la resolución”. La viuda seguirá por tiempo indefinido sin su dinerito, sin consultas con el médico, sin poder ir a la especialidad (porque seguramente tiene un padecimiento crónico) y sin medicamentos. Los hijos la llevarán con el médico particular (los ganones de esta historia) y comprarán a precio de lumbre las medicinas en la farmacia (los otros ganones).

El trámite de solicitud de pensión de viudez no se puede consultar en línea. El IMSS quiere a los viejitos formados y postrados en una silla en sus instalaciones, simplemente porque no se le da la gana habilitar “sistemas” que permitan consultas y trámites a distancia.

En su libro La sociedad decente, el filósofo Avishai Margalit afirma que “las sociedades decentes no humillan a sus miembros (…). El respeto a uno mismo es tal cuando el individuo hace que otros, incluidos los gobernantes y las instituciones, lo respeten como lo que es: una persona”. Tenemos instituciones de salud humillantes.

La tecnología puede ayudar a la salud… también a las instituciones para que no humillen a los ciudadanos.

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