Más que lanzar advertencias sobre el aumento de tarifas, debido a la ley que le da protección social a sus conductores y repartidores, a los “Uber” les urge regresar a sus inicios donde ofrecían servicios de calidad, seguridad y tarifas justas, pues hoy no brindan ninguna de esas tres.
Uber llegó a México en 2013, ya tiene más de una década, y cuando lo hicieron el servicio fue disruptor porque los usuarios huíamos de los taxis tradicionales que tenían un mal servicio.
Hay que recordar que Uber tenía un servicio de primer nivel, pues los tiempos de espera eran cortos, no como ahora; te ofrecían agua, dulces; te abrían la puerta (aunque eso nunca me gustó), y los conductores estaban estrictamente verificados.
La reforma que propuso el gobierno a la Ley Federal del Trabajo, hará que las tarifas de los servicios de taxi privado y repartidores se incrementen entre 40 y 50 por ciento, de acuerdo con ejecutivos de Uber.
Podemos ver que los usuarios serán los principales afectados porque deberán pagar más por el mismo servicio, pero insisto en que el servicio ya no es el mismo.
La bondad de la economía colaborativa se da cuando todas las partes, empresas (los “Uber”), usuarios y quienes prestan el servicio (los conductores y repartidores) salen beneficiados en la misma medida.
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Sin embargo, desde hace mucho tiempo ese principio se perdió, pues no solo los usuarios han tenido servicios de menor calidad e inseguros, sino los propios conductores y repartidores trabajan con condiciones que no les son favorables.
Las compañías se quejan sobre la pérdida de negocio que les ocasionará la modificación a la ley, pero como usuarios, seguro les ha pasado que tienen que esperar mucho tiempo para que llegue un auto, o que el conductor aceptó el viaje y se estacionó en algún punto antes de llegar, esperando a que canceles, o peor aún conductores que no regresan objetos olvidados, y qué decir de que ya no se trata del transporte seguro que era.
Por su parte, platicando con conductores, ellos también se quejan de las condiciones que les ponen para poder trabajar en la aplicación, por ejemplo, los viajes de polo a polo que deben aceptar porque de lo contrario los penalizan, o bien las horas forzosas que ya deben cumplir.
Ha pasado más de una década desde el surgimiento de estos servicios que presumen ser “una empresa de taxis sin tener taxis”, y el servicio se ha deteriorado. Ya no es lo mismo que era en 2013 y sus primeros años.
Si los “Uber” consideran que van a perder su negocio, entonces es momento de que se apliquen y regresen a sus orígenes para que el beneficio de esta economía colaborativa regrese para todas las partes.