Cambiar el nombre de Twitter por el de X está siendo una operación mucho más compleja de lo que Musk pensaba inicialmente, tanto en el mundo real como en la red.
Esta semana, por ejemplo, Musk ha tenido que frenar la retirada del rótulo de Twitter de la sede de la compañía por no tener los permisos necesarios para hacerlo (en una de las caras del letrero ahora se lee solamente “er”).
Como alternativa, Musk decidió coronar el edificio con una norme X luminosa, pero también ha resultado una mala idea. Tras sólo dos días ha tenido que retirarla por exigencias del gobierno local, que ha amenazado con multas diarias a la empresa.