En estos primeros años en los que la Inteligencia Artificial (IA) comienza a demostrar su utilidad e implicaciones, es inevitable el debate sobre su impacto general en la economía, que parece siempre ubicarse en dos extremos: los beneficios que traerá la nueva tecnología para mejorar la calidad de vida de las personas, contra el caso extremo de la distopía en que los humanos son reemplazados por máquinas que aparentemente pueden ejecutar casi cualquier tarea de forma más eficiente.
Sin embargo, las iteraciones que hemos visto hasta ahora sobre la IA se tratan de modelos destinados a tareas específicas: análisis de imágenes en salud, creación de textos, modelos de lenguaje o creación de imágenes, y que aún estamos alejados de la ambiciosa meta de crear una Inteligencia Artificial General.
En el largo plazo sería difícil calcular con certeza cuál podría ser su impacto, en especial al considerar la velocidad con la que se desarrolla a nivel técnico, y la velocidad con la que se integra a la cotidianeidad.
En ese sentido, los números sobre su posible impacto en la economía también tienden a variar, desde los que cuantifican cuántos miles de millones de dólares podría sumar al PIB mundial por productividad, hasta los que estiman cuántos empleos podrían perderse en las industrias más vulnerables para ser reemplazadas por máquinas.
En cuanto al impacto general sobre la economía, un reporte de McKinsey estima que la IA podría aportar hasta 13 billones de dólares al PIB mundial para 2030, lo que implica un crecimiento anual de 1.2 por ciento.
PwC publicó una cifra similar de 15.7 billones de dólares, proveniente principalmente de una mayor productividad laboral y mejoras a la calidad.
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Cabe señalar que ambas cifras son estimaciones realizadas en 2018, antes del impacto sorpresivo de populares modelos de IA Generativa como ChatGPT y DALL·E.
Un número más actual, pero en específico sobre IA Generativa, se ubica en el rango de los 7 billones de dólares de aportación al PIB mundial durante los próximos 10 años, según estimaciones de Goldman Sachs, conforme estas herramientas de IA se integran a los procesos de productividad.
Lo que estos números tienen en común son las expectativas de mayor productividad que podría producir el uso generalizado de herramientas de Inteligencia Artificial, que permitirían incrementar la eficiencia de nuestras tareas en el trabajo o en nuestra vida diaria, facilitando los procesos de toma de decisión, automatizar tareas repetitivas o mecánicas y haciendo un mejor aprovechamiento de nuestro tiempo.
Al respecto, el escenario más positivo es aquel en que todos usamos estas herramientas como un complemento para realizar de forma más eficiente nuestro trabajo o tareas en general, sin que la IA pueda llegar a reemplazarnos del todo en las funciones que realizamos actualmente y que aún requieran la participación activa de un humano.
Precisamente, para este texto se le preguntó a la IA de Microsoft integrada en Bing algunos ejemplos de cifras que expliquen el impacto económico de la IA.
Hay que recalcar que algunos de estos números no pudieron ser localizados hasta su fuente original (más allá de una cita en medios de comunicación), algunas fueron descontextualizadas y mal citadas, o eran relativamente viejas cuando se pueden encontrar fácilmente fuentes más actualizadas.
La presentación de plataformas como ChatGPT o Midjourney dan ejemplos claros e inmediatos en tanto estas herramientas ayudan, por ejemplo, a programadores a identificar rápidamente problemas en su código, la programación rápida de una macro en Excel o la generación de imágenes para ilustrar libros o artículos.
Y aunque esas tareas pueden ser automatizadas, aún se requiere de un humano que las ejecute o tome la decisión final.
Además, hay también un impacto positivo respecto de la creación de una nueva industria y una cadena de valor basada en la IA.
Inversiones en IA
Desde el gasto y la inversión que se realiza para el avance de las plataformas de IA, hasta los nuevos productos y servicios que podrían ser ofrecidos por estas nuevas plataformas, generando nueva demanda y, por lo tanto, impulsando nuevos flujos de ingreso y empleo.
Tan sólo en 2023, las plataformas centradas en IA podrían recibir una inversión de 154 mil millones de dólares, un crecimiento de 26.9 por ciento año con año, según la más reciente estimación de IDC. Esta inversión podría superar los 300 mil millones de dólares en 2026.
De la misma forma como la aparición de invenciones previas como la máquina de vapor, la electricidad o el cómputo llevaron al reemplazo y desaparición de miles de empleos, pero al mismo tiempo crearon otros tantos en áreas como la ingeniería, se espera que la industria de IA pueda crear toda una serie de trabajos que requieran de personal especializado. Ya existen, por ejemplo, personas que cobran por escribir instrucciones en ChatGPT.
Impacto polémico
Por otro lado, persisten los temores respecto de los efectos negativos que la IA podría tener sobre la economía y la sociedad.
El más evidente es el reemplazo de los humanos en aquellas tareas más susceptibles a la automatización. Así como en párrafos anteriores se habló sobre el uso de la IA para ser más productivos, existen labores que podrían ser reemplazadas al 100 por ciento.
Según un estudio de Goldman Sachs, se estima que dos tercios de las ocupaciones en los Estados Unidos están expuestas a algún grado de automatización por una IA.
Esta tecnología podría automatizar 46 por ciento de las tareas en trabajos administrativos, 44 por ciento de los trabajos legales y 37 por ciento de las profesiones de arquitectura e ingeniería. Incluso pronostica que cerca de 300 millones de empleos de jornada completa podrían ser del todo reemplazados.
El propio Bing también alerta que la tecnología no sólo puede “generar desempleo, precariedad laboral y brechas salariales”, sino incluso la concentración de riqueza en algunas manos y compañías que efectivamente dominen la tecnología.
Nos recomienda que para evitar lo anterior, será necesario que la riqueza se “distribuya de forma equitativa y sostenible”, para lo que se requiere una “colaboración entre las empresas, las administraciones y la sociedad civil”.
Sin embargo, aún existe incertidumbre sobre exactamente cuándo podría ocurrir esto.
Aunque algunos aseguran que la IA será tan importante como la electricidad (Sundar Pichai, CEO de Google), también hay quienes consideran que pasarán varios años antes de que se pueda observar un impacto generalizado de la nueva tecnología, en tanto las plataformas actuales atienden casos muy precisos y se utilizan como herramientas incrementales, mas no transformacionales.
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