Digital Trends | Geopolítica digital: Estados Unidos – China y el conflicto por la seguridad, el liderazgo en 5G y en semiconductores
Huawei, que en menos de una década pasó de ser solo un proveedor local para convertirse en el campeón tecnológico de China, parecía haberse convertido en moneda de cambio dentro de una guerra comercial iniciada abiertamente por Donald Trump en contra del país asiático. Intencional o deliberadamente, las restricciones comerciales en contra de esta compañía pasaron de ser una carta de negociación en comercio internacional a ser parte de una lucha entre ambas naciones por preservar su liderazgo tecnológico a nivel mundial.
Aunque inicialmente se percibía que las restricciones comerciales a Huawei eran parte de una política internacional errática y beligerante acorde al estilo Trump, el actual mandatario Joe Biden no ha dado muestras de retroceder, y contrario a lo que algunos esperaban, sus esfuerzos ahora se enfocan en sumar a la mayor cantidad de aliados posibles para frenar el avance chino y la amenaza que les representa a nivel económico y tecnológico.
Pese a la reticencia inicial de algunos países por imponer una prohibición total al uso de equipo chino en sus redes de telecomunicaciones, ante el temor de hacer enfadar a un importante socio comercial, Estados Unidos se ha apalancado sobre su dominancia actual de tecnología clave, en conjunto con su alcance militar, para convencer a sus socios del peligro para la seguridad nacional que representa el uso de equipo chino.
Por un lado, emprendió la iniciativa “Red Limpia”, que básicamente condiciona la colaboración en temas de seguridad con otros países a la exclusión de ciertos proveedores de las redes de telecomunicaciones nacionales. Y aunque esta iniciativa ha sido efectiva en algunos de los países más cercanos a la estrategia de seguridad del país norteamericano, Huawei aún tiene una presencia relevante en países en desarrollo donde su combinación de bajos costos y atención a iniciativas de despliegue son altamente apreciadas.
Aún bajo la expectativa de que se mantenga la restricción comercial sobre Huawei, Strategy Analytics estima que en 2023 continuará siendo el proveedor líder del mercado RAN por una ligera ventaja en 24.8 por ciento, seguida por Ericsson con 22.9 por ciento y Nokia con 22.7 por ciento.
Sin embargo, no cabe duda que una de las medidas que más efecto ha tenido para frenar el avance chino – personalizado por Huawei -, se encuentra en la restricción del acceso a componentes clave como los semiconductores, el alma de cualquier dispositivo electrónico moderno, desde tarjetas de crédito y smartphones, hasta estaciones base celulares.
Si bien, Estados Unidos ha perdido relevancia en la manufactura de chipsets frente al avance de naciones asiáticas como Taiwán y Corea del Sur, las compañías norteamericanas y europeas aún poseen gran relevancia en el desarrollo y patentes de la tecnología para estos procesos (diseño, litografía, empaque, etc.).
Para ampliar aún más su alcance sobre la manufactura de chips, el gobierno de Estados Unidos emitió una ley para otorgar subsidios por 52 mil millones de dólares para impulsar proyectos de manufactura en suelo estadounidense. Esta iniciativa incluye candados para evitar que estos subsidios beneficien directa o indirectamente a China, ya sea evitar la participación de compañías chinas o la exportación de tecnología.
Aunque China había previsto la importancia de los semiconductores para su desarrollo tecnológico, mediante la inversión en compañías locales, se trata de un componente que requerirá de varios años para lograr alcanzar el nivel de desempeño que logran las tecnologías de naciones líderes.
Es previsible que la guerra por el liderazgo tecnológico continuará aún en la siguiente década, no solo por ampliar el despliegue del 5G, sino por ver qué nación obtendrá mayor provecho de las características de la nueva red de telecomunicaciones.
En el mejor escenario, la colaboración entre ambas naciones a través de grupos de estandarización se podría reanudar, impulsando la escala e innovación en 5G. En el peor de los casos, no descartado aún, podríamos enfrentarnos a un “desacoplamiento tecnológico” liderado por ambas naciones, con consecuencias impredecibles para el desarrollo de las próximas redes 6G.