México es uno de los países que ha firmado más acuerdos comerciales a escala mundial, colocándolo entre los más abiertos y competitivos a nivel global en términos comerciales. Esta nación forma parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Foro de Alianza Económica Asia-Pacífico (APEC), el G-20 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Actualmente, México tiene establecidos 15 acuerdos comerciales con 50 países, entre los más notables, el TLCAN con Estados Unidos y Canadá, la Unión Europea, el Área Europea de Libre Comercio, Japón, Israel, 10 países de América Latina y el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico de 11 países.
Simultáneamente, México forma parte de la Alianza del Pacífico, un bloque de comercio conformado por México, Chile, Colombia y Perú. Estos acuerdos comerciales proporcionan al sector productivo una amplia adaptabilidad en sus cadenas de abastecimiento.
Entre todos los tratados previos, el primero y más significativo en su firma fue el acuerdo con Estados Unidos y Canadá, conocido como Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Este acuerdo no establecía aranceles a bienes y servicios entre sus países miembros, aunque desde junio de 2019, se mantienen aranceles para grupos específicos de productos. El 1 de enero de 1994 se inició la implementación del TLCAN, que gradualmente eliminó los aranceles sobre la mayoría de los productos. Tras la firma del TLCAN, las naciones miembros finalizaron acuerdos adicionales.
El 30 de noviembre de 2018, México, Estados Unidos y Canadá renovaron el TLCAN y lo rebautizaron como Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC). Este reciente acuerdo potencia el TLCAN en diversas áreas fundamentales y define las leyes más robustas y sofisticadas en materia de propiedad intelectual y comercio digital, incluidas una serie de medidas innovadoras para luchar contra las prácticas no comerciales.
Además, mediante reglas de origen actualizadas, el T-MEC demanda que 75 por ciento del contenido de los vehículos se fabrique en América del Norte y que los componentes esenciales de los vehículos siempre sean de origen norteamericano.
Por su parte, los tratados comerciales de Estados Unidos son limitados si se comparan con los acuerdos comerciales que tiene México. La economía estadounidense tiene acuerdos integrales de libre comercio vigentes con 20 países, entre ellos: Australia, Bahréin, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Israel, Jordán, Corea del Sur, México, Marruecos, Nicaragua, Omán, Panamá, Perú y Singapur.
La guerra arancelaria de Donald Trump
Con la llegada de Donald Trump por segunda vez al poder, el gobierno de Estados Unidos ha utilizado los aranceles como medida para presionar a otras naciones en temas más allá del comercio. El gobierno norteamericano amenazó con imponer aranceles a México y Canadá, justificando tales acciones en función de sus preocupaciones sobre temas de migración y tráfico de drogas, como una medida estratégica para lograr sus objetivos políticos.
Lo anterior sucedió desde el primer día de actividades de Donald Trump al tomar posesión como presidente de los Estados Unidos en enero de 2025. La amenaza del mandatario norteamericano establecía imponer aranceles de 25 por ciento a Canadá y México a partir del 1 de febrero, rompiendo el último acuerdo comercial de las tres naciones, el T-MEC.
Días más tarde, Trump amenazó con aplicar aranceles de 25 por ciento a todas las importaciones de Colombia después de que el presidente Gustavo Petro rechazó la llegada de aviones militares estadounidenses con migrantes colombianos deportados en condiciones que atentaban contra su dignidad.
Poco después, Colombia aceptó recibir a los migrantes, culminando la guerra comercial entre ambos países, no sin antes haber establecido los mismos aranceles para los productos de Estados Unidos, aunque el presidente colombiano canceló de manera casi inmediata esas medidas.
El primero de febrero, Trump estableció formalmente aranceles a las importaciones de México, Canadá y China, 10 por ciento para todas las importaciones desde China y 25 por ciento a las importaciones de México y Canadá a partir del 4 de febrero.
No obstante lo anterior, Trump dio una pausa de 30 días en la aplicación de aranceles a México y Canadá, luego de que ambas naciones tomaran medidas para reducir la migración y el tráfico de drogas, mientras que los aranceles para China entraron en vigor.
Días más tarde, Trump anunció el aumento de los aranceles al acero y al aluminio a partir del 12 de marzo a nivel mundial. El nuevo arancel para ambos bienes se estableció en 25 por ciento y sólo tres días después, Trump anunció la aplicación de aranceles “recíprocos” para el resto de bienes y servicios, prometiendo incrementar sus aranceles para igualar los aranceles de otros países, “por razones de equidad”, de acuerdo al mandatario.
Los aranceles de 25 por ciento de Trump a Canadá y México estuvieron a punto de entrar en vigor el 4 de marzo. No obstante, Justin Trudeau anunció aranceles sobre más de 100 mil millones de dólares en productos estadounidenses, mientras que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, declaró que respondería con un ajuste en los aranceles sin especificar los bienes y servicios incluidos, pero al mismo tiempo, sostuvo una conversación telefónica con el mandatario estadounidense .
En este contexto, Trump informó que demoraría otro mes los aranceles de 25 por ciento a México y de Canadá, señalando que Sheinbaum estaba teniendo logros en materia de migración y el tráfico de drogas, razón por la cual había pausado una vez más las medidas arancelarias.
Paralelamente al escenario anterior, China estableció aranceles de hasta 15 por ciento en exportaciones agrícolas de Estados Unidos.
El 12 de marzo, entraron en vigor los nuevos aranceles de Trump al acero y el aluminio a escala mundial. Ahora ambos metales están gravados 25 por ciento de manera general. En respuesta a la subida de aranceles al acero y aluminio, la Unión Europea anunció nuevos gravámenes a productos de Estados Unidos. Las medidas aplicaban no sólo al acero y aluminio, sino a otros bienes como textiles y productos agrícolas, aunque posteriormente la Unión Europea retrasó esta acción hasta mediados de abril.
El ir y venir de cambios a los aranceles continuó. A finales de marzo, Trump estableció aranceles de 25 por ciento a las importaciones de automóviles a nivel mundial a partir del 3 de abril, extendiendo los aranceles a ciertas autopartes.
Los anuncios o amenazas de Trump continuaron. El 2 de abril, el mandatario estableció finalmente los llamados aranceles “recíprocos”, imponiendo un impuesto base de 10 por ciento sobre las importaciones provenientes de todos los países y aranceles más altos para países con superávits comerciales respecto de Estados Unidos para que entrarán en vigor el 9 de abril.
Entre los aranceles más altos, Estados Unidos cobraría un impuesto de 34 por ciento sobre las importaciones de China, un gravamen de 20 por ciento sobre las importaciones de la Unión Europea, de 25 por ciento a las importaciones de Corea del Sur, de 24 por ciento sobre las de Japón y de 32 por ciento sobre las de Taiwán.
Mientras tanto, para los productos de México y Canadá, Trump suavizó las medidas arancelarias, señalando que aquellos bienes y servicios que cumplan con el T-MEC podrán pasar a Estados Unidos sin ningún gravamen, en el entendido que cuando ambos países hayan cumplido con las condiciones de Trump en materia de inmigración y tráfico de drogas, el arancel sobre el resto de las importaciones podría bajar de 25 a 12 por ciento; sin embargo, los aranceles para el ramo automotriz anunciados por Trump entraron en vigor.
Paralelamente a los eventos anteriores, China anunció aranceles de 34 por ciento sobre los productos de Estados Unidos, en respuesta a los aranceles “recíprocos” de Trump.
A nivel mundial, el 9 de abril entraron en vigor las tasas “recíprocas” de Trump, pero horas después, el gobierno norteamericano anunció la suspensión de estas medidas por 90 días, manteniendo el arancel de 10 por ciento para casi todas las importaciones del mundo.
Es importante señalar que China, objetivo primordial de Trump, ha sido la más afectada en materia de aranceles. Los gravámenes anunciados por el gobierno estadounidense llegaron a 104 por ciento y después a 125 por ciento, con efecto inmediato, lo cual representa una guerra comercial entre ambas naciones.
Muestra de ello es la respuesta de China con un aumento de los aranceles a los productos estadounidenses, igualando el 125 por ciento de los aranceles de Donald Trump. Lo anterior, podría tener un impacto económico negativo tarde o temprano a escala mundial.
Mientras tanto, la Unión Europea analiza el establecimiento de sus gravámenes en respuesta a los aranceles impuestos por Trump sobre el acero y el aluminio, pero al mismo tiempo ha iniciado negociaciones con Estados Unidos.
Giorgia Meloni, la Primera Ministra italiana, representando al bloque Europeo, se ha reunido con Donald Trump con el objetivo de llegar a acuerdos, lo cual ha abierto las puertas para una negociación entre Estados Unidos y la Unión Europea.
Finalmente, y mientras se escribe esta columna, Estados Unidos se retira de un acuerdo de 2019 que suspendía una investigación de antidumping sobre las importaciones de jitomates procedentes de México, estableciendo un arancel de 20.91 por ciento para el jitomate mexicano.
En el contexto anterior, habrá que señalar que las medidas impuestas por Trump, así como sus constantes cambios en sus decisiones, manifiestan un escenario de mucha incertidumbre en el corto y mediano plazo. Un solo Tweet del mandatario estadounidense genera la caída de las bolsas. En un lapso muy corto de la administración de Donald Trump, el mundo ha experimentado numerosos escenarios catastróficos.
La oportunidad para México
Para México, las medidas arancelarias impuestas en materia de aluminio, acero automóviles y jitomates impuestas por Trump, tendrán un efecto negativo en materia económica, ya que estos bienes tendrán que pagar aranceles. No obstante, ver sólo este aspecto es una visión muy limitada.
Para el resto de los productos y servicios mexicanos, conforme a los aranceles recíprocos, no se aplicará ningún impuesto si respetan las reglas de origen del T-MEC, de acuerdo a las condiciones establecidas por Donald Trump, lo cual puede representar una ventaja importante para México. El arancel “cero” sería “recíproco”, ya que ni México ni Canadá le cobran aranceles a Estados Unidos en productos que cumplen con las reglas de origen del T-MEC, y que son la mayoría de ellos.
Es importante destacar que lo mencionado en el párrafo previo representa una oportunidad para México, considerando que este país podría funcionar como un hub para que varios países con los que México cuenta con acuerdos comerciales e incluso con los que no, puedan exportar sus productos hacia Estados Unidos desde México con tarifas más bajas e incluso con un arancel cero.
Para tal efecto habrá que entender qué es una “regla de origen”, elemento esencial de los tratados comerciales. El T-MEC establece que una “regla de origen” se refiere a la condición de que un bien se produzca en Estados Unidos, Canadá o México o una combinación de esos países, no obstante, las reglas de origen son muchas y están establecidas para cada bien o servicio.
Para ilustrar mejor este punto, habrá que señalar que dentro del T-MEC, si un producto viene de algún país que no sea parte del T-MEC a México y después México lo exporta a Estados Unidos o Canadá, habrá que pagar los aranceles respectivos, ya que el producto no es originario, en función de que el producto sólo pasó por México, pero no hubo ninguna transformación, incumpliendo las reglas de origen del T-MEC.
Fuente: Santander.
Fuente: Santander.
Por otra parte y tomando en cuenta el ejemplo anterior, si un país ajeno al T-MEC envía algún bien a México, por ejemplo, algodón, y transforma esta materia prima en otro bien como una camisa, este último producto si habrá cumplido las reglas de origen, en función de la transformación del bien realizada en la región.
Lo anterior es una oportunidad para México en función de la gran cantidad de acuerdos comerciales que tiene con varios países en el mundo. Por ejemplo, un país de la Unión Europea que quisiera importar sus productos a Estados Unidos, podría evitar el pago de aranceles a ese país utilizando a México como hub dentro de su cadena de suministro.
Exportar bienes de ese país de la Unión Europea hacia México no generaría ningún gravamen en función del acuerdo comercial entre México y la Unión Europea.
Posteriormente, en México se pueden realizar las transformaciones necesarias para el cumplimiento de las reglas de origen del T-MEC en México, consiguiendo un arancel “cero” y, de esa manera, exportar ese bien a Estados Unidos libre de aranceles. Es decir, desde la Unión Europea, cero aranceles hacia México y cero aranceles hacia Estados Unidos, cumpliendo con las reglas de origen desde México.
Otra oportunidad podría ser que varios países de la Unión Europea o China (país con quien México no tiene acuerdos comerciales), por ejemplo, decidan invertir totalmente en México, fabricando localmente, lo cual les daría el cumplimiento de las reglas de origen del T-MEC con el beneficio de cero aranceles y así importar desde México hacia Estados Unidos.
Quizás exista la posibilidad de que la Unión Europea o cualquier otro país que no tenga acuerdos comerciales con México intenten producir directamente en Estados Unidos o Canadá. No obstante, la fuerza laboral es sustancialmente más barata en México, lo cual da la ventaja a este país en función de menores costos de producción, capturando inversiones sustanciales de los países que utilicen a México como “hub” para exportar sus bienes y servicios hacia Estados Unidos.
En los casos señalados anteriormente, la fortaleza de México es en función del extenso número de países con los cuales tiene acuerdos comerciales y que la gran mayoría de estos países no tienen tratados comerciales con Estados Unidos. México podría ser parte de su cadena de suministro que evite el pago de aranceles hacia Estados Unidos. Las reglas de origen son el elemento crucial para tal efecto.
Evidentemente, estos beneficios dependerán en gran medida de que el escenario se mantenga de acuerdo a lo especificado en las medidas arancelarias “actuales” impuestas por Donald Trump a México y el mundo. Sin embargo, si el escenario cambia, las oportunidades podrían modificar el panorama mencionado anteriormente para México.
Habrá que considerar que el presidente Donald Trump enfrenta el descontento de la sociedad norteamericana. Es muy posible que empiece a entender que las medidas impuestas pueden también representar una amenaza para su país. No obstante, hasta la redacción de esta columna, los aranceles impuestos por Trump al mundo podrían representar una oportunidad para México.