El gobierno debe garantizar con urgencia que más de 1 millón de niños tenga acceso confiable a Internet en el hogar o, de lo contrario, arriesgarse a un daño irreparable en su educación, dijo un grupo de parlamentarios y exministros de varios partidos del Reino Unido.
El exprimer ministro del Reino Unido, Tony Blair, se encuentra entre un grupo de figuras prominentes que ha hecho un pedido para equipar con conexión de banda ancha y dispositivos a 1.3 millones de niños en situación vulnerable.
De acuerdo con The Guardian, esta semana se presentará al Parlamento un proyecto de ley que muestra que el confinamiento por Covid-19 habría “expuesto la brecha digital”, con aproximadamente 700 mil niños incapaces de completar tareas escolares, debido a la falta de Internet en el hogar.
Siobhain McDonagh, la diputada laborista detrás del proyecto de ley, dijo que “los niños que no pueden acceder a los mismos recursos que sus compañeros de clase se encontrarán aún más atrasados cuando regresen a las aulas. Algunos nunca se pondrán al día”.
Asimismo, aseguró que “esta política (…) no puede reemplazar meses de educación perdida. Pero sería una diferencia inmediata y tangible para las familias en todo nuestro país”.
La propuesta ha ganado el apoyo de más de 40 voces líderes en educación, incluyendo a Michael Wilshaw, ex jefe de Ofsted (Oficina de Estándares en Educación, Servicios y Habilidades para Niños); Robert Halfon, presidente conservador del comité de educación de Commons; y Philip Harris, un multimillonario conservador y patrocinador de 13 academias.
Los grupos voluntarios en algunas de las zonas más desfavorecidas del Reino Unido han dicho que los hogares sin acceso regular a Internet tenían dificultades para llevar a cabo tareas esenciales como pagar facturas, presentar solicitudes de empleo y realizar consultas de crédito, desde que los centros comunitarios y las bibliotecas cerraron en marzo.
Entre las personas más afectadas, dijeron las organizaciones benéficas, habían unos 700 mil niños que no podían completar su trabajo escolar, y decenas de personas mayores y discapacitadas que se habían autoaislado –a veces sin ningún contacto social– durante más de tres meses.