La industria de las Telecomunicaciones, un sector olvidado en México

Milenio Leonardo Peralta

Las Telecomunicaciones parece ser el sector olvidado por el tan festejado Tratado entre México, Estados Unidos (EU) y Canadá (T-MEC). A pesar de que es una industria que tiene cerca de 4,400 unidades económicas en el país, que generan ingresos por alrededor de 495.7 millones de pesos (mdp) y ofrecen empleo a poco más de 207,000 personas, según datos del IFT.

“Las actividades que surgen de esta industria ya juegan un rol importante en la economía del país, ya que generan 2.5% del Producto Interno Bruto en México, y atrajeron inversiones por más de 57,800 mdp en 2018”, dice Jesús Romo, CEO de la consultora Telconomía. Además, afirma que incluso será más relevante en el futuro, a medida que las tecnologías como la inteligencia artificial tengan una mayor injerencia en nuestras vida diaria.

Pese a que el sector no estuvo presente en los brindis, sí lo estuvo en un apartado completo del T-MEC (capítulo 19), y otros tres tienen relación directa con las telecomunicaciones, aunque tocan temas como servicios financieros, e-commerce y derechos de propiedad intelectual.

Pero no es la primera vez que aparece este tema en el acuerdo, pues el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1990 poseía un capítulo sobre el sector con nueve artículos, mientras que el capítulo 19 del actual T-MEC tiene 27 artículos. Esta expansión del apartado de telecomunicaciones ocurre porque hoy abarca temas que hace 25 años ni siquiera existían en el mundo.

“En la década de 1990, el sector estaba definido por la telefonía y la televisión; internet era un experimento académico y los celulares eran pocos”, dice Gonzalo Rojón, director de investigación en The Competitive Intelligence Unit (The CIU).

A diferencia del impacto que podría tener el T-MEC en industrias como la manufactura automotriz, el de telecomunicaciones no espera grandes cambios con este acuerdo comercial. Sin embargo, algunos apartados contemplan escenarios futuros, como la inteligencia artificial, y dotarán al sector de mayor certidumbre.

Las novedades

El T-MEC establece garantías para asegurar la interconexión entre las redes de telecomunicaciones de los tres países. También garantiza que el “proveedor importante de servicios públicos de telecomunicaciones” —en esencia el agente económico preponderante, conformado por América Móvil— no proporcione un trato más favorable a empresas del mismo agente, no aplique medidas anticompetitivas (como subvenciones cruzadas) ni impida el acceso a infraestructura.

Dos reglas en el capítulo 19 son particularmente llamativas: la primera es la prohibición para que las empresa del Estado obtengan un trato favorable por parte de las autoridades; la segunda es la creación de un Comité de Telecomunicaciones, integrado por representantes gubernamentales, cuya función será “revisar y monitorear la implementación y funcionamiento de este Capítulo”, se lee en el documento.

La primera medida tiene como destinatario a CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, empresa estatal subsidiaria de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) creada el año pasado. “Esta medida prohíbe que CFE sea tratada por el gobierno o el órgano regulador de las telecomunicaciones de manera preferencial, en temas que incluyen asignaciones de espectro y acceso a infraestructura de terceros”, dice Romo, de Telconomía.

El Dato.

2.5 del PIB nacional aporta el sector de telecomunicaciones

En cuanto al Comité de Telecomunicaciones, su propósito no queda claro, según Elena Estavillo, comisionada en el IFT entre 2013 y 2019. “Pareciera un órgano meramente observador, pero también podría adquirir un papel más activo en el análisis regional del sector”, dice.

 En esto coincide Ernesto Piedras, director general de The CIU, al decir que en México hay temas como la aplicación de multas y la regulación del agente económico preponderante en telecomunicaciones, que pueden afectar a empresas foráneas con operaciones en México. “Esto podría dotar de pertinencia a tal comité”, dice.

Otros asuntos incluidos en el tratado tocan escenarios emergentes e incluso algunos que son visionarios; una disposición en el capítulo 17 sobre servicios bancarios prohíbe que los órganos reguladores obliguen a las empresas del sector a colocar los datos de sus usuarios en territorio de su jurisdicción. “Es un tema que requería mayor discusión, antes de que nuestro país decidiera renunciar a la soberanía en este asunto”, dice Estavillo.

A su vez, el capítulo 19 sobre e-commerce obliga al país a desarrollar capacidades de ciberseguridad, un gran pendiente

nacional, según Jesús Romo, “el país deberá vertebrar sus esfuerzos de ciberseguridad en una estrategia cohesionada, algo que no se ha hecho hasta hoy”. Estavillo coincide con el CEO de Telconomía, al decir que “el tratado obligará a crear algún mecanismo institucional análogo al que existe para la protección de los datos personales, aunque los detalles se construirán con el paso del tiempo”.

Otros temas apuntan hacia un futuro más lejano y afectarán negocios apenas embrionarios, como la IA. El capítulo 19 contiene cláusulas que impiden que un país pueda revisar el código de programación creado por una empresa de otra nación. “Esto es un problema potencial, ya que limita la capacidad de un país, para detectar y modificar sistemas de inteligencia artificial que generarían decisiones discriminatorias”, dice Romo.

Por su parte, el capítulo 17 abre la puerta a negocios innovadores en el sector financiero. Según el director de Telconomía, “el tratado evita que un operador de telecomunicaciones pueda obligar a un emprendimiento fintech a vincularse con su red de datos, lo que abre la puerta a una innovación mayor”.

Para organismos de la sociedad civil como la Red en Defensa de los Derechos Digitales, la situación es confusa. Según Luis Fernando García, su director ejecutivo, el capítulo 20 sobre derechos de propiedad intelectual incluye conceptos como el notice and takedown (aviso y cierre), que exige a las empresas que resguarden datos y retiren contenidos de manera definitiva en caso de violaciones a los derechos de propiedad intelectual. 

“Esto deja abierta la puerta para que gobiernos o particulares puedan ejercer actos de censura con el pretexto de la propiedad intelectual”, dice.

Efectos tenues

No todos se muestran optimistas sobre los cambios que traerá el T-MEC para las telecomm. Ernesto Piedras, de The CIU, dice que, a lo mucho, el efecto será moderado. “Es un paso de maduración

y certidumbre en la industria, quizá lo más interesante es que ahora habrá una cadencia de revisiones periódicas del tratado, lo que a su vez permitirá incorporar temas emergentes, como las redes de quinta generación o el desarrollo y uso de inteligencia artificial”, dice.

Además, existe la posibilidad de que el impacto del acuerdo sea opacado por un ciclo económico que apunta hacia la recesión. Datos de la Encuesta Mensual de Servicios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que los ingresos del sector de telecomunicaciones (495.7 mdp) siguen creciendo por encima de la economía local, pero desde inicios de 2018 se presenta una tendencia a la baja en los dos subsectores —telecomunicaciones fijas e inalámbricas— que lo conforman.

Por si fuera poco, el sector vive los efectos de un reacomodo que ocasionó que la empresa española Telefónica decidiera ya no ofrecer por sí misma servicios de conectividad en México, con el fin de usar la red del operador estadounidense AT&T. Por su parte, el gigante del sector, América Móvil, redujo sus inversiones de poco más de 34,943 mdp en 2013 a cerca de 15,700 mdp en 2018, según datos recientes del Instituto Federal de Telecomunicaciones.

A decir del directivo de una empresa del sector, que habló con Milenio bajo condición de anonimato, la existencia de un agente con más de dos terceras partes del mercado dificulta la competitividad. Si bien la firma del T-MEC es bienvenida, factores locales siguen pesando en el desarrollo de la industria en el país, y esta situación se mantendrá en el futuro.

Quizá eso explique por qué la champaña permanece en el refrigerador de las grandes empresas de telecomunicaciones en México.