Israel consolidó su hidrodiplomacia con planificación, innovación y tecnología 

Tel Aviv, Israel, enviado. En un desierto donde el agua simboliza oro líquido, Israel ha planeado un sistema hídrico que combina una gestión estatal rigurosa con tecnologías de punta en desalación y reciclaje de aguas. 

Diego Berger, coordinador de Proyectos Internacionales de la empresa de agua Mekorot, y George Steiman, del Departamento de Medio Ambiente, coinciden en que no es la innovación el talón de Aquiles, sino la gestión del agua. 

Diego Berger enfatiza que “el problema del agua no es tecnológico sino de gestión y educación”. 

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Detalló los cuatro pilares que sostienen el sector hídrico israelí. 

1) Medición rigurosa: cada gota se cuantifica desde la fuente hasta el grifo. 2) El agua es un bien público administrado por el Estado. 3) Una sóla autoridad gestiona el agua y también a través de la empresa Mekorot: una sola autoridad. 4) Autofinanciamiento del sector: los ingresos por venta de agua cubren inversiones y funcionamiento, sin depender del presupuesto estatal. 

Desde 1964, el acueducto nacional requirió 5 por ciento del PIB para su construcción. El 75 por ciento del agua potable doméstica se produce en 31 plantas desalinizadoras que generan casi 1 millón de m³ diarios.  

Gracias a la fuerte gestión tarifaria, los consumidores pagan un precio único en todo el país: los primeros 3.5 m³ por persona por mes cuestan 2 dólares y cada metro cúbico adicional incrementa el precio.  

Impacto en la agricultura

Aunque la agricultura consume 56 por ciento del agua nacional, más de la mitad proviene de aguas tratadas, elevando la productividad agrícola cuatro veces en zonas irrigadas por reciclaje.

La Planta de Tratamiento de Shafdan es la mayor de Israel y Oriente Medio. Administra 430 mil m³ diarios de aguas residuales domésticas e industriales, distribuidas a lo largo de 130 km de tuberías con sensores en tiempo real.

El proceso, de 24 horas, incluye la recuperación de metano, debido a que el fango se calienta a 57 °C para generar biogás, el cual contribuye con 30 por ciento del consumo eléctrico de la planta.

La destilación de lodos significa que se transforman en fertilizante. Finalmente, el reúso agrícola. El 70 por ciento del agua tratada retorna al campo para hidratar cultivos.

Steiman subraya que “todo empieza en las tuberías de las casas”. La planta, con capacidad proyectada hasta 2060, planea ampliar su infraestructura con una inversión de 500 millones de dólares y adaptarse a 900 millones de m³ de caudal entrante.

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Israel ha convertido la gestión estatal del agua en la plataforma para innovar en desalinización masiva (50% del consumo potable) y reuso de aguas residuales (90% del total). 

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