Digitalización como factor de resiliencia en las empresas

Durante el evento Mobile 360 organizado por la GSMA, Daniel Hajj Aboumrad, CEO y Director de América Móvil, afirmó que las tecnologías digitales brindan oportunidades extraordinarias para impulsar la recuperación post pandemia y enfatizó que “las telecomunicaciones siempre han sido estratégicas, pero esa importancia se acrecienta en tiempos de crisis”.

Al respecto, la evidencia empírica es relativamente abundante. A pesar de la fatalidad que significó la pandemia de Covid-19, dicha coyuntura también implicó la aceleración en la adopción de nuevas tecnologías digitales que permitieron continuar con varias actividades económicas y sociales y cuyo legado persiste. 

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Tales instrumentos como las teleconferencias, la relevancia y ubicuidad del comercio electrónico, el trabajo y la educación a distancia, sobre todo en programas de posgrado y de educación continua, persisten y se expanden a pesar de los obstáculos regulatorios, las restricciones de capital por ausencia de incentivos, la cultura empresarial y corporativa resistente al cambio y la relativamente inferior relevancia de la digitalización en la agenda de política pública.

Una limitante organizacional a la digitalización dentro de las empresas es el requerido “salto” cultural de una jerarquía donde la productividad equivocadamente se identifica con horas de presencialidad en oficina.

También con el ejercicio de la autoridad sobre los subordinados en el entorno físico, donde se pueda manifestar el poder del organigrama. 

En los costos de dejar viejas formas de organización de datos en archivos de papel, la captura manual de datos y las manifestaciones de autoridad y jerarquía con base en el control centralizado y su distribución selectiva por razones ajenas a las de seguridad de los mismos y sólo como manifestación de superioridad. O bien, simplemente llenar espacios físicos como manifestación de éxito.

Existe evidencia empírica que demuestra que en tiempos de recesión la adopción de tecnologías digitales atenúa los efectos de tales entornos macroeconómicos. 

La digitalización, además de ser un instrumento para impulsar la productividad del capital, tanto físico como humano, protege relativamente las empresas de entornos económicos adversos, aumentando su probabilidad de supervivencia.

Los sectores económicos con mayor grado de digitalización fueron capaces de demostrar resiliencia tanto en su desempeño en el mercado, como mayor velocidad de recuperación en sus resultados financieros y en su desempeño a niveles previos. 

Es decir, la evidencia muestra que la probabilidad de supervivencia de las empresas ante la recesión que impuso la pandemia estuvo relacionada en forma significativa con el nivel de su digitalización relativa.

Copestake, Flores y Furceri, así como Abidi, El-Herradi y Sakha obtienen evidencia empírica que arroja los siguientes resultados:

  1. Posterior a una recesión, las industrias con mayor digitalización que el promedio registran no más de 2 por ciento de pérdidas respecto de aquellas en el promedio de digitalización en una economía determinada.
  2. Durante la recesión por la pandemia 2020-21, aquellas industrias con mayor digitalización que el promedio tuvieron 4 puntos porcentuales menor disminución en ventas que el resto ubicadas en el promedio o por debajo en su digitalización.

Otros autores que también citan han mostrado evidencia respecto de que el desempleo aumenta menos ante una recesión a mayor sea la adopción de tecnologías de la información. 

Efectos semejantes se observan en localidades con una mayor oferta de empleos asociados con el uso de tecnologías digitales.

La evidencia anterior no sólo corrobora el efecto de la digitalización sobre la resiliencia económica de las empresas a nivel industria.

Sobre todo, implica la relevancia de la digitalización como amortiguador de las recesiones macroeconómicas y sus efectos en el crecimiento de los países y el bienestar de la población ante los efectos de las recesiones que llegan a disminuir el nivel de vida de la población, la cual posteriormente requieren años en su recuperación.

En la política pública existe un vació sobre los incentivos a las pequeñas y medianas empresas, incluso en grupos empresariales, para elevar sus niveles de digitalización, cuando tal factor de adopción tecnológico debiera ser considerado como un facilitador o conductor en los modelos de negocios para la creación y captura de valor, a la vez que es un amortiguador ante eventos macroeconómicos de estancamiento y recesión. 

Por lo anterior, la teoría de la empresa debe ser ampliada en los cursos de administración y negocios para redefinir el alcance de la digitalización en la delimitación de la entidad empresarial como tal.

La digitalización en las empresas, y en el agregado en cada industria, incide en varios contextos de análisis, como variable explicativa en la estructura de mercado de cada industria y de mayor relevancia en el enfoque de costos de transacción, toda vez que tiene relación con las decisiones de integración o desintegración vertical, en el crecimiento o expansión de empresas en múltiples mercados y en las relaciones intraindustriales e interindustriales, dada la existencia de ecosistemas digitales. 

También en la frontera de posibilidades de intercambio comercial a nivel regional o global de las empresas e industrias.

En la teoría de la empresa, su alcance o delimitación se explica por los costos de transacción. Por ello, se opta por una determinada extensión de su organización jerárquica típica y la amplitud de sus relaciones basadas en transacciones contractuales en el mercado, es decir, respecto de los participantes en su cadena de valor hacia atrás (proveedores). 

La digitalización implica una reconfiguración de la empresa. Los costos de transacción se minimizan por una organización jerárquica basada en redes o no, con relaciones contractuales o colaborativas, de tal forma que una red interorganizacional se describe como una forma de organización entre relaciones de mercado y las jerárquicas. 

Lo anterior implica que una organización basada en redes está mayormente integrada que las relaciones de mercado tradicionales, pero menos que en una relación jerárquica, lo cual es relevante en ecosistemas digitalizados donde existen interdependencias, alineación de incentivos y flujos de información entre una empresa y un ecosistema de agentes económicos basados en una plataforma digitalmente configurada, sin ser una integración vertical.

Es imperativo reconocer, tanto a nivel de las empresas como en la política pública que la penetración en el uso de las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y la digitalización disminuyen los costos de transacción al interior y al exterior de la entidad, facilitando una más eficiente adquisición de datos, la analítica de éstos y la implementación de estrategias y soluciones a costos decrecientes.

La disponibilidad de infraestructura para digitalizar las actividades económicas no sólo requiere incentivos para una mayor inversión en redes de telecomunicaciones, por medio de procurar una tasa de retorno de capital que sólo dependa del mercado y no esté restringida o determinada por las restricciones regulatorias y las cargas fiscales particulares al sector de telecomunicaciones. 

Es necesario aclarar que no existen derechos o contribuciones por el uso del espectro radioeléctrico que sean “justos”, dado que dicho término es un adjetivo subjetivo producto de un juicio de valor. 

Para la autoridad recaudatoria, “justo” puede ser aquel nivel de contribuciones fiscales que no implique una disminución neta en la recaudación para mantener el nivel deseable de las finanzas públicas. 

Para un operador de telecomunicaciones móviles, “justo” puede ser un nivel nulo de contribuciones periódicas, dado que se ha participado en una licitación, en la cual se ofreció una postura económica y que puede representar el valor presente esperado sin pagos recurrentes adicionales, o bien aquel nivel que permita un retorno del capital mayor a pesar de un deficiente desempeño en el mercado frente a sus competidores (sólo Telefónica ha devuelto o renunciado al espectro en México y Colombia).

Mientras las barreras regulatorias, fiscales y de cultura empresarial no favorezcan la digitalización de las actividades económicas, existirá una brecha adicional entre el crecimiento actual y el potencial en detrimento del bienestar social, perpetuando las brechas en el capital humano, entre las empresas y sus oportunidades en el mercado y entre países.

Estas brechas se ensancharán, en lugar de que el crecimiento cierre las desigualdades entre países y entre empresas, así como entre las oportunidades de su población.