Digital Trends | Geopolítica digital: Importancia de la tecnología en la política industrial de China en busca del liderazgo global
Es innegable que actualmente se libra una guerra tecnológica, comercial entre las dos potencias mundiales. Tras la desintegración de la URSS, Estados Unidos y China se disputan la hegemonía global.
Sin embargo, como esta confrontación no se produce a mediados del siglo XX como la guerra fría, no es un conflicto de ojivas nucleares y misiles, sino en la tercera década del siglo XXI, es una batalla que se libra con software y herramientas tecnológicas como la Inteligencia Artificial (IA).
Antecedentes: el despertar del gigante asiático
El gigante asiático es conocido por su notable capacidad para crecer a partir de la imitación. China adoptó el modelo de las maquilas del Norte de México y, en la década de los 90, se convirtió en la fábrica del mundo.
Tras la creación de la World Wide Web (WWW) en el CERN por parte de Tim Berners Lee, ese mismo decenio ocurrió la revolución tecnológica con base en Estados Unidos con el surgimiento de empresas emergentes (startups) que posteriormente se convertirían en monopolios globales como Amazon, Google y Netflix, entre otras.
No obstante, pese a que el gigante de Norteamérica arrancó primero y, por ende, tomó la delantera, en las tres décadas que han transcurrido desde entonces China se ha posicionado como su competidor más parejo y el único que, eventualmente, podría arrebatarle la supremacía mundial e incluso está a punto de remontarlo.
En los últimos 30 años —que van desde los mandatos de Jian Zemin hasta Xi Jinping—, China pasó de ser una fábrica de exportaciones industriales simples a uno de los mayores polos de innovación, producción y exportación tecnológica del planeta. En el proceso, el gigante asiático sacó a 800 millones de sus habitantes de la pobreza, digitalizó casi todas las actividades humanas y prácticamente eliminó por completo el uso del dinero en efectivo.
Tras las empresas tecnológicas estadounidenses pioneras, el gigante asiático creó sus propias aplicaciones: Baidu en lugar de Google y WeChat en vez de Facebook y WhatsApp, aunque a diferencia de las aplicaciones propiedad de Meta, esta es una superapp sin parangón en Occidente. Por lo que hoy tiene sus propias ‘big tech’ vernáculas que, por la magnitud colosal de su población, se encuentran entre las que tienen el mayor número de usuarios: aunque la mayoría están circunscritas a sus fronteras, a excepción de Alibaba —la plataforma de comercio electrónico más grande del mundo—, TikTok —la aplicación del crecimiento más acelerado desde la pandemia— y el populgar gigante de los videojuegos Tencent.
Esto, desde luego, no fue un hecho fortuito, sino un plan concebido, ejecutado y financiado desde el gobierno central, que ha sido denominado tecnonacionalismo, ya que todo está bajo el control del Estado en manos del Partido Comunista Chino (PCM).
Estrategia de expansión y conquista geopolítica
En la actualidad, para China la tecnología —y dentro de ella, en particular la Inteligencia Artificial (IA)— es la punta de lanza de su estrategia de expansión para convertirse en la superpotencia global en el contexto de la Cuarta Revolución Industrial. El país asiático hoy es líder en el diseño de los últimos estándares tecnológicos, domina el despliegue de infraestructura 5G en el mundo y, junto con Taiwán, la fabricación de componentes y dispositivos esenciales para la revolución tecnológica como los semiconductores, los teléfonos inteligentes (smartphones) y las computadoras personales.
Toda esta misión está sintetizada en el programa Made in China 2025, elaborado por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, mediante el que el gigante asiático se ha propuesto desarrollar industrias de alta complejidad tecnológica basadas en la innovación y la captación de toda su población. A través de inversiones masivas y apoyos financieros y fiscales, así como la creación de 40 centros de innovación, China busca controlar el 70 por ciento de los segmentos críticos de tecnología en la cadena global de valor industrial para 2025, además de destacarse en sectores de vanguardia como las máquinas y herramientas automatizadas, los robots, los equipos aeronáuticos y los vehículos eléctricos.