Reforma Jorge F. Negrete P.
¿Qué tienen que ver el día la las telecomunicaciones, la Internet y la Biblioteca de Mesopotamia, Asiria y Alejandría desde la perspectiva de la Sociedad de la Información?
La Internet y las bibliotecas son una preocupación civilizatoria. Humberto Eco, provocador incontenible, en “El Nombre de la rosa”, llama Jorge al bibliotecario del castillo medieval donde se desarrolla la trama de un libro asesino. Un hombre ciego y celoso de la información, inspirado en el director de la Biblioteca Nacional de Argentina, Jorge Luis Borges. La información, como propiedad de pocos.
Las bibliotecas pertenecen a una tradición milenaria por concentrar la información para su consulta sólo a los interesados y nacida en el Medio Oriente. Primero en Uruk, la ciudad sumeria donde la escritura comenzó su vida, después con los hititas y asirios. La más famosa fue la Biblioteca de Nínive, fundada por el rey asirio Asurbanipal, seguido por Nabucodonosor II.
En la Edad Media, las bibliotecas se alojaron en las abadías. Nacieron las bibliotecas califales y en Europa llegaron a las universidades como las de Bolonia, Sorbona, Salamanca y Oxford, entre otras. Pero fue la imprenta de Gutenberg la que masificó la distribución del conocimiento. Este conjunto de bibliotecas reveló una verdad: la palabra, la información y el conocimiento son “un don del pasado y un legado para el futuro”.
La palabra transporta datos, información e imaginación y la civilización es su hija. La civilización, dicen otros, es una carrera entre la educación y la catástrofe, entre la sociedad posible y la sociedad que podemos ser. Las sociedades se miden por la capacidad de educar, informar, distribuir información y crear conocimiento. Somos menos bárbaros mientras la palabra se vuelva colectiva. La información que circula en la sociedad forma opinión, pluralidad y ciudadanos capaces de mejorar procesos económicos, políticos, sociales y culturales.
En 1968, la Unión Internacional de Telecomunicaciones estableció que el 17 de mayo de cada año se conmemora el aniversario de la firma del primer Convenio Telegráfico Internacional y el nacimiento de la Unión Internacional de Telecomunicaciones en 1865, como Día Mundial de las Telecomunicaciones.
En octubre de 2005 se celebró la primera edición del Día de Internet y ahí se propuso solicitar a la Asamblea General de las Naciones Unidas un Día Mundial de la Sociedad de la Información que se estableció el 17 de mayo. En noviembre de 2006, la Conferencia de Plenipotenciarios de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, reunida en Turquía, decidió celebrar ambos eventos, el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información. Dos eventos que parecen distintos y que llevan el mismo ADN.
Las redes de telecomunicaciones distribuyen Internet y, con ello, la mayor cantidad de información que la civilización haya comunicado. Pero ahora hablamos de datos y computo. Estas tecnologías han cambiado el paradigma de la conectividad, al incluir el acceso al cómputo, al procesamiento de datos, la Inteligencia Artificial y, con ella, el acceso a la transformación digital visceral de la sociedad. Las empresas y ciudadanos que se digitalicen serán más competitivos y ejercerán sus derechos humanos en este universo.
La digitalización facilitada por la Internet y las telecomunicaciones en un contexto de Sociedad de la Información vuelve poderosos a los ciudadanos, a las comunidades, a los países y fortalece las instituciones democráticas de los países.
La de Alejandría fue una biblioteca que duró al menos 300 años y junto a las otras bibliotecas, tenía un común denominador: representaban a la élite del poder.
Hoy las bibliotecas no son privilegio de abadías, bibliotecas ni de nadie. La Internet y la Sociedad de la Información son un milagro digital descentralizado, democrático, masivo, global y procura el bien más valioso de nuestra civilización: la información y su consecuencia más virtuosa, el conocimiento.
Presidente de Digital Policy & Law
Twitter @fernegretep