Trabajan en interfaz cerebro – computadora que instala sensores del tamaño de un grano de sal en la mente
El hecho de que haya científicos trabajando en una interfaz cerebro-computadora no es algo nuevo. Hay proyectos sorprendentes que en realidad muestran un gran avance en este tipo de tecnologías. Lo que lograron un grupo de expertos de la Universidad de Brown, en los Estados Unidos, fue darle forma a un proyecto que lleva años intentando consolidarse y que ahora, ve una real posibilidad de convertirse en algo tangible para el futuro.
Desde el año 2018 existen unos pequeños sensores a los que llaman neurograins o neurogranos. Los mismos fueron diseñados de un diminuto tamaño de un grano de sal. Entonces, así podrían, algún día, instalarse en cualquier dispositivo sin ocupar mucho espacio. Por su puesto que, entre las posibilidades, estuvo siempre el cerebro.
La idea de una interfaz cerebro-computadora es un paso hacia adelante, por ejemplo, para las personas con movilidad reducida. Manejar un aparato con el que puedan desplazarse, a pesar de su discapacidad, es tan impresionante como complicado. Sin embargo, el logro de los científicos de la Universidad de Brown va por este camino.
Y es que según lo reseñan en su mismo portal, han desarrollado un sistema de interfaz neuronal capaz de coordinar cientos de estos pequeños sensores. Entonces, así se podría profundizar la comprensión del cerebro y conducir a nuevas terapias médicas.
La interfaz que ocupa mayor territorio
Las interfaces que se han desarrollado anteriormente utilizan uno o dos sensores. Los mismos, con un trabajo reducido, muestrean alrededor de cientos de neuronas. Pero, estos científicos quieren usar cientos de sensores e interconectarlos de forma inalámbrica. Así, según lo explican, abarcarán una mayor cantidad de territorio neuronal.
La universidad escribe en su portal, que el trabajo “emplea una red coordinada de sensores neuronales inalámbricos a microescala independientes. Cada uno del tamaño de un grano de sal, para registrar y estimular el cerebro”.
Asimismo, Arto Nurmikko, profesor de la Escuela de Ingeniería de Brown y autor principal del estudio, explica: “Uno de los grandes desafíos en el campo de las interfaces cerebro-computadora es diseñar formas de sondear tantos puntos en el cerebro como sea posible”.
Continúa en su relato: “Hasta ahora, la mayoría de BCI han sido dispositivos monolíticos, un poco como pequeños lechos de agujas. La idea de nuestro equipo era dividir ese monolito en pequeños sensores que pudieran distribuirse por la corteza cerebral. Eso es lo que hemos podido demostrar aquí”.
Y si bien es cierto que estos dispositivos podrían, en un futuro, mover un brazo robótico son la misma velocidad que lo hace una persona sin discapacidad, la realidad es que los científicos buscan entender el cerebro para desarrollar terapias que ayude a revertir las afecciones cerebrales.
“Nuestra esperanza es que, en última instancia, podamos desarrollar un sistema que proporcione nuevos conocimientos científicos sobre el cerebro y nuevas terapias que puedan ayudar a las personas afectadas por lesiones devastadoras”, finalizó Arto Nurmikko.