Proceso Jorge Bravo
Adoptamos la tecnología porque permite hacer mejor y más fácil, rápido y barato las cosas. Para ser más productivos y tener más tiempo libre para hacer otras actividades. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) no figuran como prioritarias en el Programa Sectorial de Salud 2020-2024 de la Cuarta Transformación, porque no contempla su uso intensivo y productivo para garantizar el acceso universal a la salud.
El Programa dice que se creará un Centro de Inteligencia en Salud para incrementar la capacidad humana y de infraestructura en las instituciones que conforman el Sistema Nacional de Salud (SNS). Para la atención que permita el acceso a la consulta de especialidad, hospitalización y cirugía, se contempla un “nuevo modelo de atención a través de la implementación de tecnologías de información”.
Busca modernizar el sistema de información y comunicación para garantizar información confiable y oportuna que facilite decisiones de política pública y se anticipe a las necesidades de la población. La acción puntual es consolidar la evaluación y gestión de TIC en salud para mejorar la capacidad y calidad de los servicios, digitalización de expedientes e interoperabilidad interinstitucional entre los diferentes niveles de atención en el SNS.
Para fortalecer la promoción e investigación sobre hábitos y estilos de vida saludable, el Programa propone el uso de tecnologías interactivas y móviles para informar, sensibilizar y orientar decisiones responsables de la población respecto de sus hábitos, estilo de vida saludable y atención formal e informal en salud mental y adicciones.
Las instituciones de salud pública en México no usan la tecnología para facilitar trámites, procedimientos y consultas. Con ello mantienen un sistema de control autoritario sobre los derechohabientes. En 2009, el IMSS ganó el premio al trámite más engorroso e inútil. El tiempo de espera para recibir consulta en 2016 fue de 71 minutos en comparación con 58 minutos en 2012, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016 que no se ha vuelto a realizar.
En 2004 se creó el Centro de Evaluación Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (Cenetec) que, entre otras atribuciones, conduce la aplicación, adopción y uso de los servicios de telesalud dentro del SNS.
Los mexicanos están interesados en temas de salud. En 2019, 46% de los usuarios de Internet accedió a sitios de salud, 30 millones de usuarios (Comscore), un crecimiento de 22 puntos porcentuales con respecto a 2013 (24.4%). El 59% fueron mujeres y 62% lo hizo a través de un dispositivo móvil. El portal del IMSS fue el más consultado con cinco millones de visitantes mensuales, la mitad de ellos a través del smartphone o tableta. Psicología, cuidado físico, estética personal, dieta y nutrición son algunos rubros que interesan a los cibernautas.
Desde 2005 la Asamblea Mundial de la Salud, en su resolución WHA58.28 sobre cibersalud, instó a los Estados miembros a elaborar un plan estratégico de largo plazo para concebir e implantar servicios de cibersalud; a desarrollar infraestructuras para aplicar las TIC a la salud; a que los grupos vulnerables gocen de servicios de cibersalud adaptados a sus necesidades, y promover el disfrute universal, equitativo y a precio asequible de los beneficios de la telesalud.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha reconocido avances en la prestación de asistencia sanitaria gracias a la tecnología, ampliando a un mayor número de personas el acceso a servicios y datos que anteriormente eran inalcanzables o inasequibles.
Según el Proyecto de estrategia mundial sobre salud digital 2020-2024 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “existe un consenso cada vez mayor en la comunidad sanitaria mundial en torno a que el uso estratégico e innovador de tecnologías digitales será un factor facilitador esencial para garantizar que mil millones de personas más se beneficien de la cobertura sanitaria universal y estén mejor protegidas frente a las emergencias sanitarias”.
La transformación digital de la salud encuentra fuertes resistencias porque le otorga a las personas libertad y mayor control sobre su salud. Los médicos no siempre explican los padecimientos. La caligrafía de los doctores es famosa por incomprensible. Se cree que los expedientes clínicos son propiedad de las instituciones cuando la información contenida en ellos le pertenece a los pacientes. Los burócratas prefieren los trámites difíciles y presenciales porque así “conservan el control” y se fomenta la corrupción.
Un estudio del Instituto de Investigaciones Sanitarias de PricewaterhouseCoopers estimó que en Estados Unidos se pierde por ineficiencia y derroche más de la mitad del gasto en sanidad cada año.
La salud digital resulta perturbadora porque instituciones y médicos pierden el monopolio de la información. Los dispositivos digitales para la salud permiten obtener datos sobre ritmo cardiaco, estados de ánimo, sueño, ciclos menstruales, actividad física, oxigenación de la sangre y pueden detectar y prevenir enfermedades. Existen relojes inteligentes con electrocardiogramas instalados y alertan sobre caídas de adultos mayores.
La salud digital no reemplaza al médico ni sustituye la auscultación presencial que debe realizar para hacer un diagnóstico certero. Pero sí le permite a las personas tener acceso a servicios mediante plataformas móviles.
No es que los datos y dispositivos sean totalmente precisos, confiables o reemplacen al especialista de la salud, pero por primera vez podemos saber más de nuestra salud que las instituciones públicas. Esto lo advierten las empresas del sector, por eso ven en la cada vez más deteriorada salud de la población una oportunidad de negocio. Las clínicas y laboratorios privados almacenan y utilizan de mejor manera nuestros datos. Envían los resultados clínicos al correo electrónico y en el IMSS tenemos que formarnos.
Tecnologías innovadoras como Internet de las cosas, Inteligencia Artificial, análisis de macrodatos, cadena de bloques y robótica tienen la capacidad de mejorar el diagnóstico médico, las decisiones terapéuticas basadas en datos y la autoatención. También generan métricas para el diseño de políticas públicas. Quienes se contagiaron de covid-19 podrían recibir un seguimiento y tratamiento adecuados gracias a sistemas de información. Desde luego, los riesgos de la telesalud son el robo de datos, el hackeo y los ciberataques.
Cuando una institución no utiliza la tecnología para hacer más fácil la vida de las personas les resta oportunidades, calidad de vida, tiempo, recursos y afecta su dignidad. En su libro La sociedad decente, el filósofo Avishai Margalit afirma que “las sociedades decentes no humillan a sus miembros. El respeto a uno mismo es tal cuando el individuo hace que otros, incluidos los gobernantes y las instituciones, lo respeten como lo que es: una persona”. Las TIC pueden ayudar a la salud… también a las instituciones para que no humillen a los habitantes.
Twitter: @beltmondi
El autor de este texto es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi)