¿Qué puede aprender América Latina de la democracia digital de Taiwán en la era de la IA?

La ministra digital de Taiwán, Audrey Tang, habló sobre la implementación de soluciones de IA en la democracia e hizo un llamado a la verificación de fuentes en época de elecciones para evitar la propagación de deepfakes y fake news.

En el marco de Colombia 4.0, la líder mundial en Inteligencia Artificial (IA) y ministra digital de Taiwán, Audrey Tang, compartió el modelo participativo de su país, donde la ciudadanía ayuda a definir el rol de la IA en el sector público.

Durante su intervención, Tang también abordó el problema de la desinformación e hizo énfasis en la importancia de verificar fuentes, especialmente en época de elecciones donde las deepfakes y fake news son cotidianas.

“La IA debe ser una herramienta de cohesión social. Debe promover una gobernanza transparente y democrática”, aseguró Tang. Para lograrlo, es necesario reconocer la conectividad universal como un derecho humano.

“En Taiwán, cada persona tiene garantizado el acceso a banda ancha, sin importar cuán remota sea su ubicación. Incluso las pequeñas islas y las comunidades en la cima de montañas de hasta 4 mil metros de altura cuentan con acceso a Internet de alta velocidad”, celebró la experta.

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Tang también reconoció los desafíos de infraestructura en América Latina, donde la conectividad aún es limitada en zonas rurales y remotas debido a la falta de electricidad y fibra óptica.

“América latina es una región con mucho potencial, sobre todo para habilitar la tecnología satelital y de sistemas de energía renovable. El avance en estas áreas podría hacer realidad la conectividad universal, cerrar la brecha digital y asegurar que todas las comunidades tengan acceso a las mismas oportunidades de educación, desarrollo y empleo, aspectos especialmente relevantes en la era de la IA”, aseguró.

Sobre el rol de la Inteligencia Artificial, Tang compartió su experiencia con un modelo participativo que se aplica en Taiwán.

“En lugar de imponer soluciones tecnológicas de arriba hacia abajo, el gobierno taiwanés consulta a la ciudadanía para definir el rol que debe desempeñar la IA en el sector público. Esta práctica, llamada “alineación”, permite a las comunidades definir los límites éticos y el propósito de los sistemas de IA.

“En algunos casos, los ciudadanos han pedido servicios automatizados que los asistan en trámites burocráticos y servicios gubernamentales a través de chatbots disponibles las 24 horas del día, los siete días de la semana. Sin embargo, el gobierno también pregunta a las personas si el sistema debería tomar decisiones por ellos o simplemente ofrecerles opciones, permitiendo así que los usuarios decidan el nivel de intervención que desean de la tecnología”, explicó.

Este proceso colaborativo ha dado lugar a que la IA no sólo sea un asistente tecnológico, sino también un vehículo de confianza entre la población y el gobierno. Una práctica que ayuda a cohesionar a la comunidad y evita que se cree una brecha de desconexión entre lo que la tecnología puede ofrecer y lo que los ciudadanos necesitan y esperan.

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“El Motor de Diálogo Confiable de Taiwán es un ejemplo de cómo la tecnología puede ser flexible y adaptable, escuchando y respondiendo a los cambios en las demandas sociales”, aseguró.

De acuerdo con la experta, la facilidad con la que las personas deciden qué tanto quieren que la IA participe en sus vidas también requiere un compromiso sobre lo que se comparte, principalmente frente a la ola de desinformación que se vive en el mundo.

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