Antes de terminar el 2020, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) anunció la primera regulación para vehículos aéreos no tripulados o drones, que exigirá a los propietarios de éstos tramitar una identificación remota (ID remota) para ayudar a mitigar los riesgos asociados con las operaciones ampliadas de drones, como los vuelos sobre zonas pobladas y por la noche.
Las reglas eliminan los requisitos de que los drones estén conectados a Internet para transmitir datos de ubicación, pero les exige que transmitan mensajes de identificación remota por radiofrecuencia.
Las reacciones del sector privado no se hicieron esperar. La unidad de negocio de Alphabet especializada en drones, Wing, criticó las reglas de la FAA de identificación remota, argumentando que deberían revisarse para permitir el seguimiento basado en Internet, y expresó su preocupación respecto a la privacidad de los datos.
Los fabricantes de drones tendrán 18 meses para comenzar a producir unidades con la ID remota, y los operadores tendrán un año adicional para proporcionar dicha identificación a sus vehículos existentes. Sin embargo, los fabricantes han señalado que la identificación vía Internet es suficiente para conocer qué drones están activos, pero implementar la ID remota atenta contra la privacidad de terceros.
“Este enfoque crea barreras para el cumplimiento y tendrá impactos negativos no deseados en la privacidad de las empresas y los consumidores”, declaró Wing en un comunicado de prensa, y agregó que “un observador que rastrea un dron puede inferir información confidencial sobre usuarios específicos, incluido dónde visitan, pasan tiempo, viven, y dónde los clientes reciben paquetes y cuándo”.