Proceso Jorge Bravo
El conflicto entre Rusia y Ucrania trajo un enfoque renovado en la tecnología militar de precisión. La autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles ATACMS también desató un debate sobre el alcance que puede llegar a adquirir una nueva fase de la guerra a mil días de que estalló.
Estos misiles altamente avanzados de manufactura estadunidense destacan por su capacidad destructiva y por la precisión con la cual alcanzan sus objetivos, una hazaña tecnológica lograda gracias a semiconductores, sistemas satelitales, software especializado y microelectrónica.
No es divertido escribir sobre cómo tecnologías avanzadas como los chips, que tanto beneficio traen a la vida cotidiana de las personas, son el corazón y el cerebro de un arma que puede matar y hacer sufrir a infinidad de personas, pero hay que narrarlo.
Los misiles ATACMS, diseñados por Lockheed Martin (compañía estadounidense de la industria aeroespacial y militar), son proyectiles balísticos de corto alcance con capacidad para destruir objetivos hasta a 300 kilómetros de distancia.
Equipados con sistemas de navegación inercial y GPS, estos misiles (ahora en poder y ya utilizados por Ucrania) pueden atacar posiciones estratégicas con un margen de error ínfimo. Su precisión es posible gracias a los avances en semiconductores, los cuales permiten procesar datos complejos en tiempo real para ajustar la trayectoria cambiante (por el viento y las condiciones climáticas) durante el vuelo, gracias a que están coordinados vía satélite.
Chris Miller, en su libro La guerra de los chips, explica cómo los semiconductores han revolucionado las armas de precisión. En conflictos pasados, los misiles carecían de la exactitud deseada, resultando en daños colaterales significativos. Si se quería destruir un puente o un vehículo del enemigo, pero el misil impactaba en una aldea cercana, el error y el gasto bélico eran considerables.
Primero la guerra de Vietnam, después el programa de misiles nucleares intercontinentales Minuteman II (1969) y más tarde la nave espacial Apolo requirieron miles de circuitos integrados desarrollados y fabricados en su momento por la empresa Texas Instruments. Los microchips actuales, con miles de millones de transistores en una sola unidad de silicio, proporcionan la potencia de cálculo y la precisión necesarias para una navegación exacta incluso en condiciones adversas.
La guía de los ATACMS depende de redes satelitales y tecnologías como el GPS (que todos los días utilizamos para orientarnos en el tráfico y encontrar la ruta a un destino), las cuales suministran datos en tiempo real sobre la ubicación y el movimiento del misil y su objetivo. Estos satélites militares ayudan en la navegación y en la recolección de inteligencia previa al ataque. Si los satélites que guían los ATACMS son estadounidenses al igual que los misiles, se comprende que Rusia argumente que la Unión Americana se ha involucrado directamente en el conflicto junto con la OTAN.
En un entorno donde las contramedidas antiaéreas de Rusia también son definidas por la precisión de la tecnología, la identificación eficaz y la destrucción en aire de los misiles balísticos ATACMS, la capacidad de mantener comunicación con satélites es crucial para garantizar el éxito de las misiones.
La integración de semiconductores avanzados en los receptores GPS de los ATACMS asegura que estos misiles puedan procesar señales incluso en áreas donde se intenta interferir con ellas. Lo anterior, combinado con sistemas redundantes, asegura que los misiles puedan adaptarse rápidamente a cambios en el campo de batalla.
Mientras los misiles ATACMS aparecieron como un arma clave en el escalamiento de la guerra Ucrania-Rusia, los gobiernos comenzaron a prestar atención a la preparación civil en caso que el conflicto se recrudezca, involucre a más países e incluso entren en juego las opciones atómicas.
En Suecia, el gobierno comenzó a distribuir un folleto titulado “In Case of Crisis or War” a sus 5 millones de hogares. El material (que se puede consultar en línea) instruye a la población sobre cómo actuar en caso de guerra, ciberataques o desastres. El documento oficial enfatiza la importancia de la preparación digital y psicológica y detalla con explicaciones breves e ilustraciones cómo protegerse de desinformación y ataques cibernéticos que pueden paralizar infraestructuras clave.
El folleto subraya que la resiliencia en tiempos de crisis no sólo depende de las fuerzas armadas, también de la población civil, preparada para gestionar apagones, interrupciones en sistemas informáticos y desinformación. Entre las recomendaciones del folleto, incluye almacenar agua, alimentos no perecederos y medicinas para una semana, además de identificar refugios cercanos en caso de ataques.
Los ATACMS son precisos e inteligentes debido a los semiconductores avanzados que contienen. Equipados con algoritmos de Inteligencia Artificial, estos misiles pueden ajustar su trayectoria en vuelo si el objetivo se mueve. Este nivel de adaptabilidad es posible gracias a la combinación de sensores avanzados, procesamiento de datos y aprendizaje automático. Los sistemas permiten a los misiles “pensar” en tiempo real, evaluar opciones y tomar decisiones para maximizar la efectividad del ataque.
Además, los sistemas de guía de los ATACMS están diseñados para resistir intentos de interferencia electrónica. Utilizan cifrado avanzado y múltiples canales de comunicación para asegurarse de que las instrucciones lleguen sin interferencias perjudiciales, lo cual destaca la importancia de los semiconductores en la guerra electrónica y digital (no sólo convencional) que enfrentan Rusia y Ucrania.
La irrupción de los misiles ATACMS advierte que la tecnología define la ofensiva y la defensa. El uso de estas armas por parte de Ucrania (con autorización de Estados Unidos) destaca el papel central que tendrá la tecnología en los conflictos contemporáneos. Mientras los semiconductores y los satélites transforman la precisión y efectividad de las armas modernas, la preparación civil (como la promovida en Suecia) nos recuerda la necesidad de resiliencia en un mundo interconectado y, por lo tanto, vulnerable.
Twitter: @beltmondi