La pérdida de brillo de 5G

El 5G no pasa por buenos momentos. Se le ve con el ánimo bajo. No es para menos, puesto que  lo acusan de fraude a las expectativas de usuarios y operadores, quienes no ven realizadas las mil maravillas anunciadas en la evangelización del producto hace más de un lustro. Porque esta tecnología prometía ser la chispa de arranque de las smart cities, el IoT masivo y la conducción autónoma. Sin desmerecer la telemedicina avanzada, la segmentación de redes, el incremento del PIB o la conectividad ubicua. Pero todas estas novedades brillan por su ausencia.

El doloroso trance actual

El 5G es como un nogal que genera mucho ruido y pocas nueces. El haber incumplido sus promesas ha ocasionado una crisis de expectativas que la vemos expresada en varios ámbitos.

En primer lugar, vemos que la adopción de la tecnología en la región va a ritmo lento. Se perdió el sentido de urgencia entre los países por implementar prontamente 5G. Quizá el caso más icónico sea México, una de las economías más pujantes del barrio que acaba de suspender recientemente la licitación de espectro para servicios móviles de quinta generación.[1]

En segundo lugar, la revolución anunciada en aplicativos y casos de uso de 5G sigue pendiente. La quinta generación móvil prometió revolucionar sectores clave a través de desarrollos y dispositivos IoT, tales como fábricas inteligentes, telemedicina avanzada y hogares conectados. Sin embargo, las expresiones concretas de la tecnología no despegan a nivel global. El 5G no genera mayor entusiasmo.

En tercer lugar, la rentabilidad de la industria sigue estando a la baja, sin que la innovación en redes haya logrado mejorar los márgenes de beneficio. El 5G requiere inversiones multimillonarias, pero la monetización de los servicios sigue en veremos. La mayoría de usuarios no percibe una diferencia significativa en su experiencia de navegación entre redes 5G y 4G.

Esto no significa que la quinta generación no funcione, sino que en muchos casos el verdadero “cuello de botella” en la navegación radica en el nivel de servicio, en la aplicación final u otras variables. Pero no reside en la red de acceso del operador. Como sea, está difícil para las telecos justificar el cobro de un mayor precio al público usuario por el uso de la nueva tecnología. O sea, 5G no está siendo un buen negocio.

Los catalizadores de la crisis

Múltiples razones pueden explicar el desencanto con el 5G. Algunos, como Emil Björnson, creen que la culpa es de las propias compañías telco. Prometieron un mundo de conectividad ubicua, autos autónomos y una sociedad digitalizada, pero la realidad quedó lejos de la expectativa. La publicidad en torno a 5G hizo parecer que estos cambios serían inmediatos. Esto sólo generó una brecha entre la promesa y la realidad.

Björnson argumenta que el problema de fondo es que no se distinguió bien entre las “redes 5G” y los “servicios 5G”, que son dos cosas diferentes.[2] Las “redes” son la infraestructura que brinda cobertura, pero los “servicios” —los verdaderos usos revolucionarios— no dependen sólo de la red, sino de un ecosistema completo pendiente de desarrollo. La gente creyó que con el simple despliegue de 5G llegarían automáticamente los beneficios futuristas anunciados. Ahí está la decepción.

Otros, como George Glanville, apuntan a una razón más técnica: el 5G que tenemos no es el verdadero 5G. Efectivamente, en la mayoría de los países de la región se desplegó 5G Non Stand Alone (NSA), que sigue dependiendo de la red 4G. Pero el verdadero protagonista es el 5G Stand Alone (SA), la versión pura y completa de esta tecnología. Sólo el SA trae las verdaderas capacidades de baja latencia ultra-confiable y conectividad masiva de dispositivos IoT. [3] Así, lo que se lanzó al mercado no es más que un 4G mejorado.[4]

Finalmente, hay quienes creen que la parálisis de 5G responde al clásico dilema del huevo o la gallina. ¿Qué debe venir primero? ¿Que los operadores móviles desarrollen casos de uso innovadores para llevarlos al mercado? ¿O que la demanda de nuevas aplicaciones digitales presione a las telcos para evolucionar? Mientras esta incertidumbre persista, el 5G seguirá atrapado en la inacción y crecerá el desencanto popular respecto suyo.

Pensando algunas salidas

Evidentemente, el 5G avanza en la región con una pesada cruz sobre los hombros, pero ello está lejos de ser un destino inevitable. El peso del madero se aliviará en presencia de una atmósfera propicia que contribuya a develar completamente el potencial genético de la quinta generación.

De partida, una pista para cambiar el fatal destino sería reformular el modelo de negocio de las telecos. La monetización de 5G puede provenir de alianzas público-privadas y nuevas prestaciones innovadoras, entre otros ejemplos. Incluso, provenir del reciclaje de modelos conocidos, como el acceso inalámbrico fijo (FWA). Este es una buena solución para resolver los problemas de conectividad en zonas rurales y aisladas donde es muy caro llegar con fibra óptica. Sin embargo, las compañías parecen inapetentes.

Luego, es necesario concretar la transición hacia el 5G Stand Alone (SA). La adopción de esta evolución tecnológica es clave para desbloquear el verdadero potencial del 5G, impulsando casos de uso avanzados e industrias conectadas. Entre ellos, la automatización industrial, la agricultura inteligente y las cirugías remotas.

Asimismo, es necesario flexibilizar la regulación de la neutralidad de red. Hoy, la segmentación de red o network slicing —una de las capacidades clave del 5G— se encuentra en una zona gris regulatoria, lo que podría impedir su implementación en algunas jurisdicciones.

Esto se debe a que el fraccionamiento de la red implica diferenciar y priorizar ciertos tipos de tráfico, lo que entra en conflicto con interpretaciones rígidas de la neutralidad. Un enfoque más dinámico podría reconocer cada segmento de red como una unidad independiente, sujeta a las reglas de neutralidad dentro de su propio contexto.

A fin de cuentas, el viacrucis del 5G en América Latina no es diferente al de otras economías del mundo. Su rezago responde a una tendencia global, lo que plantea ciertas preguntas inevitables: ¿cómo puede revalorizarse el 5G? ¿Qué rol deben asumir el Estado, el sector telco y el mercado en su recuperación? ¿O ha llegado el momento de aceptar que el 5G no prendió y que lo más sensato es empezar a mirar hacia la próxima generación, el 6G, previsto para 2030?


[1] https://dplnews.com/ift-cancela-licitacion-espectro-5g-solicitud-gobierno/

[2] https://ma-mimo.ellintech.se/2025/01/16/the-confusion-that-creates-disappointment-with-5g/

[3] https://stlpartners.com/articles/network-innovation/5g-standalone/

[4] https://stlpartners.com/articles/network-innovation/5g-standalone/

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