Conectividad 5G: el reto latinoamericano entre infraestructura, regulación y acceso

Aunque 5G promete revolucionar las telecomunicaciones con velocidades ultra rápidas y baja latencia, su despliegue en América Latina depende en gran medida de infraestructuras ya existentes como la fibra óptica y el acceso inalámbrico fijo (FWA). Durante el M360 Latam de GSMA, especialistas coincidieron en que estas tecnologías no sólo complementan al 5G, sino que son fundamentales para construir una red robusta, escalable y accesible en toda la región.

“La fibra es la columna vertebral del desarrollo móvil. Hoy los sitios se conectan con fibra. Si no hay estructura de red, es imposible que haya una estructura móvil detrás”, afirmó Alejandro Martínez, director del Negocio de Conectividad de Telecom Argentina.

Destacó que el crecimiento de la conectividad en la región se ha dado gracias a una expansión real de la infraestructura: “La fibra no sólo reemplazó tecnologías obsoletas, también llegó donde antes no había conectividad. Eso permitió acortar la brecha digital”.

Desde una perspectiva global, Javan Erfanian, director senior de estrategia en GTI, destacó la importancia del acceso fijo dentro del ecosistema 5G. “Esto no es un segmento de nicho: el futuro pasa por una conectividad directa, flexible y adaptable, con configuraciones como células pequeñas o redes multipunto”, señaló. Y añadió que “estas soluciones ya son parte de las estrategias de diseño de red, que consideran aspectos como la propagación de señal, los costos de despliegue y la integración con tecnologías como Wi-Fi 6 y 7”.

Más allá de la infraestructura, Erfanian recalcó que la conectividad es un motor de desarrollo. “La gente merece beneficiarse de la transformación digital. Su salud, educación, empleo y comercio dependen de ello. Es una responsabilidad compartida entre industria, gobierno y sociedad”.

Por otra parte, aunque las suscripciones de Fixed Wireless Access (FWA) crecieron a 160 millones a nivel mundial en 2023 y se proyecta que alcanzarán los 350 millones para 2030, América Latina aún enfrenta barreras críticas para aprovechar todo su potencial, advirtieron expertos.

Durante el panel “Impulsando el 5G: cómo la fibra y el acceso inalámbrico fijo habilitan la conectividad escalable en América Latina”, los ponentes coincidieron en que el espectro radioeléctrico, los costos de tecnología y la falta de políticas públicas integrales son los principales desafíos para la expansión del FWA en la región.

“Para que el Fixed Wireless Access sea potente en 5G, necesitas las bandas medias y anchos de banda de entre 50 a 100 MHz para que la experiencia de usuario sea buena”, explicó Luisa Ramos, jefa de Redes para América Latina Norte y el Caribe de Ericsson. Agregó que América Latina todavía está a medio camino: “mientras que 79 por ciento de los operadores a nivel mundial ya desplegaron FWA, en la región sólo lo ha hecho el 53 por ciento”.

Ramos indicó que el segundo reto es el costo del CPU, aunque los avances en Asia están ayudando a reducir barreras económicas. Finalmente, destacó la necesidad de integrar el FWA en la agenda pública. “Si esto contribuye al cierre de brechas digitales, no podemos esperar que los operadores asuman toda la inversión. Si no, sólo se desplegará donde el negocio lo justifique, no donde el país más lo necesita”, aseveró.

En su turno, José Gutiérrez Salazar, director legal y de asuntos regulatorios de Liberty Latinoamérica, sostuvo que “el espectro es la sangre de las redes móviles” y debe ser accesible mediante procesos bien diseñados, sin fines exclusivamente recaudatorios. “El gran reto no es sólo cuánto espectro hay, sino cómo se entrega y en qué condiciones. Hay que evitar que las obligaciones de hacer se conviertan en barreras para la innovación”, advirtió.

Gutiérrez argumentó que los modelos de asignación deben priorizar el uso eficiente del recurso y evitar mecanismos que sólo buscan maximizar la recaudación fiscal, ya que esto desalienta la inversión en zonas no rentables. “Muchas veces se nos dice: ‘te doy el espectro, pero construye mil radiobases en lugares donde no hay retorno de inversión’. Eso es inviable. Se requiere una política pública que entienda la lógica económica del despliegue”, explicó.

Además, subrayó la necesidad de modernizar los marcos regulatorios que, en muchos casos, siguen respondiendo a una visión de hace 20 años. “Hoy tenemos nuevos modelos de negocio, como la compartición de infraestructura, operadores móviles virtuales y redes privadas. La regulación debe acompañar esa evolución y facilitar, no obstaculizar, el crecimiento del ecosistema digital”, añadió.

Por su parte, Héctor Marín Cervantes, director senior de Política y Asuntos Regulatorios de Qualcomm, enfatizó la necesidad de una gestión más flexible y colaborativa del espectro. “Todos lo queremos: los móviles, Wi-Fi, satelitales y radiodifusores. Pero las bandas bajas y medias están saturadas. Hay que considerar coexistencias y explorar bandas milimétricas”, dijo.

Marín destacó que la innovación tecnológica ya permite compartir espectro de forma dinámica y eficiente, incluso entre sectores distintos. “Podemos pensar en modelos híbridos: por ejemplo, llevar conectividad a una escuela rural con un enlace satelital y distribuirla con Wi-Fi usando espectro compartido. La tecnología ya está, lo que falta es voluntad y regulación adecuada”.

También propuso que se fomente el uso de bandas que hoy están subutilizadas, permitiendo la coexistencia entre diferentes servicios. “El espectro no es un bien estático. Con la inteligencia de red y los avances en radios podemos habilitar esquemas donde convivan distintas aplicaciones sin interferencias. Es cuestión de pensar más allá del modelo tradicional de asignación exclusiva”, apuntó.

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