En las últimas dos décadas, las ventas de la industria del software triplicaron su participación en el total del empleo privado y la multiplicaron por siete en la canasta exportadora de bienes y servicios. El país hoy exporta software por más de 2400 millones de dólares anuales, cifra que la ubica sólo por detrás de sectores tradicionales como el sojero, el cerealero, el petrolero, el automotriz y bovino, y por encima de otros como la minería, el frutícola o el pesquero. Es una actividad superavitaria (es decir, que representa una fuente de divisas), pero además, se sustenta sobre el talento humano; no depende de la rueda de la fortuna de la meteorología, sino de las capacidades de las personas. Alrededor de 140.000 trabajadoras y trabajadores registrados, cinco veces más que en 2003, reciben salarios muy por encima del promedio de la actividad privada.
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