El Economista Jorge Bravo
El huracán Otis, que azotó las costas de Guerrero como categoría 5 la madrugada del miércoles 25 de octubre, dejó una estela de destrucción, derribando y devastando todo a su paso, incluida la infraestructura de telecomunicaciones, además de provocar inundaciones y cortes de luz, que hacen todo mucho más difícil.
Ante este panorama desolador, los operadores de telecomunicaciones y sus trabajadores se convierten en héroes silenciosos que se afanan incansablemente por restablecer la infraestructura, las redes y los servicios de telecomunicaciones en Acapulco y sus alrededores más afectados.
Es difícil imaginarlo desde la comodidad de la sala de televisión o viendo las redes sociales desde el smartphone, pero la destrucción, los esfuerzos y los desvelos de los técnicos e ingenieros por volver a levantar la infraestructura, los postes, las torres celulares, los cableados y los servicios es un trabajo titánico por la complejísima situación en la cual se encuentra el terreno físico, además de que depende de otros factores como el restablecimiento del servicio eléctrico en un clima adverso.
Para dimensionar la tragedia en Acapulco, el huracán Fiona, que impactó las costas del Atlántico como categoría 4 en septiembre de 2022, causó la rotura de más de 2,200 instalaciones de comunicaciones en Puerto Rico y afectó 78% de las radiobases que hacen posible la comunicación móvil. La isla quedó incomunicada y a oscuras. Eso mismo le está ocurriendo a Acapulco.
Según la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Otis afectó a más de medio millón de usuarios del servicio eléctrico en Guerrero, lo cual impactó directamente a las redes de telecomunicaciones que dependen de la energía eléctrica.
Se requiere el esfuerzo coordinado entre la CFE, los operadores de telecomunicaciones, las empresas de torres, los fabricantes de equipos y sus integradores para restablecer tanto el suministro eléctrico como las comunicaciones, en medio de lo cual se halla la desesperación y la impotencia de los habitantes y sus familias que quieren conocer rápidamente su situación.
Las torres celulares cuentan con plantas de luz alternas alimentadas con diesel o gasolina en caso de suspensión del servicio eléctrico, pero cuando la torre o los mástiles quedan derribados por la fuerza de ráfagas de 250 kilómetros por hora, esa solución deja de funcionar.
Los operadores de telecomunicaciones ya desplegaron brigadas de emergencia, plantas generadoras, baterías alternas, antenas satelitales y equipos móviles para reactivar los servicios de telefonía fija, móvil e Internet en las zonas afectadas. En ocasiones, las cuadrillas van acompañadas de víveres y herramientas para apoyar al mismo tiempo a los damnificados.
Asimismo, han habilitado llamadas y mensajes gratuitos, así como puntos de acceso WiFi para facilitar la comunicación entre la población y las autoridades, porque la incomunicación fue absoluta durante las horas más dramáticas y posteriores al azote de Otis.
El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) ha informado con acierto que, “en el caso de las redes móviles y fijas la recuperación y continuidad de los servicios depende de la reactivación de la energía eléctrica, así como de la posibilidad de acceder físicamente a los lugares donde está la infraestructura (…). Respecto del apoyo de la tecnología satelital, proveedores de estos servicios iniciaron la instalación de antenas y equipos en puntos estratégicos de ayuda y rescate, en Acapulco y Chilpancingo, lo cual ha permitido que centros como la Cruz Roja cuenten con el servicio de Internet para realizar sus labores de atención”.
El periodista de DPL News, Alejandro González, llamó la atención de que han pasado casi ocho años y todavía no existe en México la alerta temprana de emergencia en teléfonos celulares y servicios de radiodifusión para alertar a la población en caso de terremotos, huracanes o cualquier otro desastre natural o perturbador.
Esa injustificada lentitud y omisión del IFT, Protección Civil y de la industria en un país donde cada año se repiten las mismas situaciones, y muchas otras carencias institucionales, como la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), el oportunismo de los partidos y los políticos que no dejan de hacer actos anticipados de campaña y el lucro con el sufrimiento ajeno, proliferan en los medios de comunicación en momentos de tragedia como el que padece Acapulco y sus alrededores, donde incluso el narco y la violencia tienen una fuerte presencia.
Pero en esta colaboración prefiero destacar que los trabajadores de telecomunicaciones arriesgan su vida y su salud para cumplir con su labor, enfrentando condiciones adversas como caminos bloqueados, inundaciones, derrumbes, saqueos de la población e incluso contagios por Covid-19 que sigue presente en el país. Estos técnicos abandonan a sus familias para desplazarse a las zonas siniestradas para levantar lo más pronto posible, en tanto las condiciones del terreno lo permitan, la infraestructura dañada. Las penurias que enfrentan no pasan ni en la TV ni en la radio.
Los operadores de telecomunicaciones deben seguir una serie de protocolos para garantizar la continuidad y el restablecimiento de los servicios de comunicación en caso de que su infraestructura se vea afectada por fenómenos meteorológicos como el huracán Otis, que alcanzó su máxima e inédita capacidad de destrucción.
Los operadores cuentan con un plan de reacción de comunicaciones en situaciones de emergencia que orienta las labores de la empresa y coordina las acciones con las autoridades de protección civil.
Deben transmitir gratuitamente y de manera preferente los mensajes y avisos de emergencia que solicite la autoridad y dar prioridad a las comunicaciones entre las autoridades de protección civil durante las etapas de atención de la emergencia.
Aunque rotas por el huracán Otis, conocemos la dimensión de la catástrofe gracias a las telecomunicaciones que quedaron disponibles y las impactantes imágenes que comenzaron a compartir usuarios de redes sociales, testigos de la devastación.
El trabajo de los técnicos en telecomunicaciones es fundamental para la recuperación de las zonas afectadas por el huracán Otis. Gracias a su dedicación, profesionalismo y valentía, han logrado restablecer poco a poco la infraestructura de telecomunicaciones que permite la comunicación entre las personas y sus seres queridos, las autoridades y los organismos de ayuda. Su labor es un ejemplo de solidaridad, compromiso y responsabilidad social por reconectar a Guerrero con el mundo.