El Tiempo-María Paulina Arango
Hacer llamadas es lo de menos. Un teléfono celular moderno puede cumplir funciones de mensajería, navegación, escáner, fotografía y hasta ser el centro de operaciones de un hogar inteligente. Para hacer esto posible, en el cada vez menor espacio de estos aparatos, se requieren desarrollos de cómputo, que cuentan con apoyo de las tecnologías en la ‘nube’.
Una industria tan cambiante como la de telefonía móvil está bajo exigencia constante. Las compañías de chipsets compiten por definir quién logra mayor capacidad a menor costo y tamaño.
El software es un factor clave en el valor agregado de los dispositivos. Los recientes desarrollos en los chipsets –que con inteligencia artificial sitúan el procesamiento y las capacidades de un equipo en un nivel bastante alto– representan una serie de posibilidades, pero también de retos.
Por último, los wearables y dispositivos conectados con internet de las cosas generan posibilidades para el perfeccionamiento de los chips. Ideas como controlar los electrodomésticos de la casa desde el celular o que un reloj pueda detectar un infarto ya no son parte de la ciencia ficción.
Si usted tiene un smartphone, basta activar la cámara para identificar objetos y traducir textos. Cada vez más, las firmas de procesadores le apuestan a la implementación de la inteligencia artificial (IA) en dispositivos y aunque por ahora es algo que se aplica principalmente en las funciones multimedia, compañías como Google ya vienen trabajando en la posibilidad de contestadores de llamadas automáticos que, incluso, sean capaces de interlocuciones naturales.
El gerente de ventas para Mediatek en Latinoamérica, Amikam Yalovetzky, explica que con la IA lo que se busca es darles a los celulares, entre muchas cosas, una optimización constante de sus características y funciones para que desde el software estén en constante mejora. “La tendencia es replicar en el dispositivo móvil, de forma menor, lo que está pasando en la red”, explica.
La compañía taiwanesa usa lo que llama Edge-IA para que un smart-phone tenga mayor capacidad de cómputo mediante la conexión en la nube, haciendo posible cosas como la organización de los álbumes de fotos en el teléfono a partir del reconocimiento de caras y lugares.
El objetivo es usar menos las operaciones de nube. Al no depender en todo de la red, la privacidad se ve fortalecida, pues el archivo y procesamiento ocurre en el dispositivo.
Por otra parte, empresas como Intel le apuestan al ahorro de energía para materializar la IA en los chipsets. La compañía emplea procesadores neuronales, que denominan ‘nervana’, que simulan la forma como trabaja el cerebro humano.
La tendencia es replicar en el dispositivo móvil, de forma menor, lo que está pasando en la red
Estos utilizan el aprendizaje profundo (extracción de grandes cantidades de datos) a fin de optimizar las funciones del equipo con un consumo de energía de menor proporción. De esta forma, la memoria interna es administrada directamente por el software para que el equipo pueda trabajar en operaciones avanzadas con un procesamiento mayor, sin que el hardware se vea limitado en el camino.‘Wearables’ y IoT
Si bien los celulares han llegado a ser transversales en nuestras vidas, los wearables y dispositivos del internet de las cosas (IoT) día a día toman más fuerza.
Juan Garcés, representante de Intel en Colombia, indica que, si bien el smartphone sigue teniendo un papel clave, estos dispositivos conectados pueden hacer múltiples mediciones integradas que antes solo eran posibles a partir de distintos chips.
“Algunos wearables pueden detectar una arritmia porque continuamente están tomando datos, pero dependen del celular porque este tiene un procesador más fuerte. Sin embargo, en un futuro, la idea es que el wearable lo logre por sí solo”, explica.
Por esta razón, el gran reto es la integración.
De acuerdo con Amikam Yalovetzky, de Mediatek, tanto los wearables como los dispositivos IoT van de la mano en procesadores, pues deben desarrollarse bajo las conexiones de WiFi, Bluetooth y redes 2G y 3G.
Algunos wearables pueden detectar una arritmia porque continuamente están tomando datos, pero dependen del celular
Yalovetzky advierte que si estos equipos trabajan con redes más avanzadas, el gasto de batería sería mayor. “Un reloj 4G hay que estar cargándolo muy a menudo y la idea es extender su uso lo máximo posible”, apunta.
Un estándar que está tomando fuerza en la industria es el de NarrowBand IoT, que busca entre las redes existentes una cobertura no necesariamente veloz, sino estable.También procura mantener un bajo consumo de energía para que sea posible el desarrollo de piezas más pequeñas con mayor procesamiento, sin que comprometan la batería.Camino por seguir…
¿Cómo lograr que los procesadores hagan más sin comprometer tamaño y batería? ¿Cómo evitar que un mayor rendimiento se traduzca en más costos? Estos son algunos de los desafíos a los que se enfrentan hoy las compañías de chips. Puede que Energizer haya llevado al Mobile World Congress de Barcelona un celular con capacidad para hacer llamadas 75 horas seguidas, pero su aspecto se asemeja al de un ladrillo y ese no es el referente al que le quieren apuntar las fabricantes.
Además, los desarrollos de software (que están en constante cambio) exigen que los procesadores de los celulares, así como de los dispositivos IoT, logren adaptarse a las actualizaciones y los ‘parches’ de software para no quedarse atrás, pues si el chipset no soporta el sistema operativo, el equipo simplemente no podría funcionar.
Finalmente, la compatibilidad con las redes 5G, que ya es una realidad para varias marcas de celulares, no deja de ser un reto. La capacidad de cómputo necesaria para soportar esta tecnología sin afectar el tamaño del equipo -por no hablar de su precio- es algo que está haciéndose un lugar entre los más recientes desarrollos de las compañías, que en su mayoría esperan contar este año con terminales que soporten la quinta generación.