Desde el año 2016, según datos estadísticos, se ha observado una tendencia creciente de amenazas de ciberseguridad en Panamá y a nivel global, entre ellas una conocida como ransomware: un malware o software maligno que secuestra datos por lo que sus dueños no pueden acceder a estos.
Para el año 2017, específicamente el 12 de mayo, el mundo conoció una de las amenazas más avanzadas en la categoría de ransomware llamada WannaCry, la cual comprometió gran cantidad de sistemas informáticos en los cinco continentes. Este ransomware utilizaba una herramienta de encriptación que tomaba las ventajas que ofrecía Eternalblue, una pieza de software que era utilizado para espionaje informático, el cual afectaba principalmente dispositivos con un alto grado de vulnerabilidad, en ese momento, aquellos que utilizaban el sistema operativo Windows.
Es para esta época en la que el público general comenzó a ver cómo ‘la ficción se volvía realidad’, ya que, hasta ese momento, las amenazas de ciberseguridad reportadas ocurrían de manera privada o aislada, como fueron los casos de Flame o Stuxnet, identificados entre 2007 y 2010, respectivamente, los cuales son ciberarmas que comprometieron sistemas nucleares y la identidad de muchas personas en el mundo. De la misma manera como ha ocurrido desde hace algunos años más recientes, con la reconocida NSO, la fabricante del software ‘Pegasus’, la cual, ha sido conocida por las noticias de ‘máquinas pinchadoras’.
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