Por más de una década, un sistema cerrado funcionó como el reemplazo de internet en Cuba. Bajo la tolerancia oficial, la conexión les permitía a miles de cubanos jugar ‘en línea’ o compartir videos y archivos, lejos de la red global que el mundo conoce.Después de años de funcionamiento, la red callejera, Street Network, más conocida como SNet, se enfrenta a la muerte o a ser absorbida por la red estatal.
Recientes decretos del Ministerio de Comunicaciones cambiaron las reglas de toda actividad del espacio radioeléctrico y los permisos para las redes privadas. Las regulaciones, que buscan modernizar el acceso a la información en la isla, dejaron a SNet, tal y como está concebida, fuera de la ley.Aunque Cuba tiene jóvenes talentos informáticos, con alta escolarización, ha sido uno de los países más lentos del mundo en el desarrollo de internet.
Ambos factores desembocaron en el deseo espontáneo de estos jóvenes por poder jugar en línea, o ‘turbear’ como lo llaman ellos. Poco a poco fueron encadenando sus computadores con cables o aparatos de transmisión que no se comercializan en el país porque estaba prohibida su importación, hasta hace pocas semanas.
Pero se las ingeniaron.
Esas redes se fueron conectando hasta enlazar recientemente a cerca de 40.000 personas en La Habana y estructurar una administración: así nació la SNet, la red de la calle, bajo la tolerancia oficial.
Esta red habanera no tenía salida al mundo, tampoco se conectaba con otras ciudades. Aunque la experiencia empezó a replicarse en otras provincias, y había un plan para entrelazarse entre ellas.Operación artesanal
Operaba como una especie de intranet gigante que empezó con rústicos cableados de casa en casa y terminó interconectándose con antenas inalámbricas y nueve grandes servidores en La Habana, ubicados en casas, patios y techos. A estos se conectan de forma inalámbrica cientos de nodos repartidos por la ciudad que, a su vez, están conectados físicamente a usuarios finales.
Toda la tecnología ha sido financiada por ellos. Cada servidor tiene un administrador. La red cuenta con antivirus, y para seguirse financiando, los usuarios pagan 1 dólar. Ningún administrador cobra salario, es voluntario.
Para funcionar debieron acogerse a un rígido reglamento que prescribió pornografía, discriminación y ofensas, incluyendo vertientes políticas.
SNet logró compartir el acceso a videojuegos como Dota o Fortnite, información de diccionarios, enciclopedias médicas, Wikipedia, contenidos de series de televisión, películas y documentales. Sin embargo, todos circulan de manera informal, amparados bajo la ventaja de no estar al alcance de las reclamaciones legales de derechos de autor tan comunes en EE. UU.Cables ilegales
En diciembre del año pasado, Cuba estrenó su primera red 3G, un gran salto tecnológico para el país, donde, sin un acceso masivo a los servicios de internet de hogar, la mayoría de usuarios se conectaban al wifi estatal disponible en plazas y parques, servicio que cuesta 1 dólar la hora.
El 29 de julio, el Gobierno cubano optó por legalizar las antenas domésticas clandestinas, que captaban la señal en las plazas y permitían a los habitantes navegar desde la comodidad de su casa.
Paralelamente, el Gobierno reguló el cableado, el uso del espacio radioeléctrico y la potencia de los aparatos inalámbricos de hogar. Allí fue donde SNet se estrelló.
Según la nueva legislación, el cableado físico de calle a calle pasó a ser ilegal. Además, para tener mayor alcance, los routers de SNet cuentan con una potencia que triplica lo que permite la ley para uso de particulares. SNet contaba con tecnología inalámbrica que, aunque ilegal, fue tolerada, pero dicha infraestructura, que competía con la estatal de telecomunicaciones Etecsa, podría —a la luz de las nuevas normas— interferir con las comunicaciones estatales.
Según el Ministerio de Comunicaciones, si no se respetan las nuevas disposiciones establecidas, ello podría acarrear interferencia a los servicios a la población, estatales y a las dependencias gubernamentales.
La transición está liderada por la entidad Joven Club de Cuba (JCC), que sirve de enlace entre todas las pequeñas redes privadas. La JCC es la mayor red estatal nacional, con 644 instalaciones, 260 de ellas enlazadas por fibra óptica. A ella se unirían los nodos informales.
Pero, en agosto, algunos de los jóvenes de esa red callejera se manifestaron contra las nuevas medidas. Una veintena de usuarios acudieron a inicios de mes al Ministerio de Comunicaciones. Luego de una breve reunión se convocó una manifestación para el 17 de agosto. Sin embargo, en algunas redes sociales, los usuarios manifestaron que habían sido contactados por autoridades locales, con llamadas y visitas, desanimándolos a acudir. El día de la protesta, los exteriores del ministerio amanecieron custodiados.
Recientemente, algunos administradores voluntarios de SNet recibieron una propuesta: como parte del proceso de reordenamiento, “las redes de personas naturales que cuenten con sus licencias actualizadas podrán integrarse a los servicios propios de Joven Club (JCC) a través de la conexión wifi”, así lo puntualizó el diario oficialista Granma. Según agencias, se ha llegado a algunos acuerdos, y la red de la calle será absorbida o penalizada.