La semana pasada una canción generada por una inteligencia artificial imitando las voces de Drake y The Weeknd se convirtió en la obsesión de las redes sociales y la pesadilla de las discográficas. Heart on my sleeve, título de la canción, conseguía replicar casi a la perfección el estilo y la voz de los cantantes.
Ahora, apenas unos días después, otra artista, Grimes, ha decidido anticiparse a esta posible nueva ola de canciones generadas por inteligencias artificiales y ha dado permiso a sus fans para que usen su voz al hacerlo. La única condición: si la canción es un éxito, Grimes se queda el 50% de los beneficios, como haría con cualquier otra colaboración musical.
“Compartiré el 50% de los royalties en cualquier canción exitosa generada por IA que use mi voz. El mismo trato que tengo con cualquier artista con el que colaboro. Eres libre de usar mi voz sin penalización. No tengo acuerdos con una discográfica, ni obligaciones legales”, explicaba en un tuit.
Grimes añadió que está abierta a cualquier resultado y mostró su apoyo al uso de licencias parecidas al código abierto en el arte y al fin de los derechos de autor convencionales.
La decisión contrasta con la ferocidad que ha mostrado la industria musical tradicional ante el fenómeno de Heart on my sleeve, que en pocos días se reprodujo más de 8,5 millones de veces en TikTok y 250.000 en Spotify antes de que fuera retirada.
Universal Music, la discográfica de Drake, exigió inmediatamente el cese inmediata de la distribución de la canción en todas las plataformas. “El entrenamiento de IA generativas utilizando la música de nuestros artistas representa tanto una violación de nuestros acuerdos como una violación de la ley de derechos de autor”, explicaron desde el sello.
La canción no es el primera que se ha generado usando este tipo de técnicas con voces conocidas, pero su éxito demuestra que la tecnología está lo suficientemente madura como para engañar a un oyente. Hoy en día las técnicas de aprendizaje máquinas permiten crear modelos de inteligencia artificial que son capaces de clonar una voz de forma bastante realista usando unos pocos segundos pregrabados como ejemplo.
En cierto modo es un fenómeno análogo al de los deepfakes, que superponen la cara de actores conocidos a un vídeo copiando las expresiones faciales originales y que está causando un quebradero de cabeza a la industria audiovisual.