En un mundo saturado de estímulos digitales y donde la atención se evapora en segundos, la tecnología está impulsando un nuevo giro: las interfaces dejarán de ser pantallas para convertirse en experiencias invisibles, multimodales y completamente personalizadas.
Así lo expuso César Adam Pedroso, responsable de Experiencia Digital Tangity en Iberia, Organizaciones Internacionales, América Latina y Consultoría en Benelux y Francia de NTT DATA, durante una conferencia sobre Inteligencia Artificial (IA) e interfaces digitales.
“Vivimos detrás de una pantalla, literalmente pasamos hasta siete horas diarias frente a ella”, advirtió. Pero el objetivo de la innovación, dijo, es “hackear” esos cristales y crear interacciones donde la voz, la visión, el contexto o incluso el pensamiento sean los nuevos canales naturales entre personas y sistemas.
Pedroso mostró casos sobre cómo ya se está transformando la relación entre humanos y tecnología. Por ejemplo, Google Search Live, una función del “Modo IA” en la aplicación de Búsqueda de Google, permite al usuario dialogar con la Inteligencia Artificial para identificar objetos o lugares en tiempo real.
Una persona puede utilizar esta herramienta para preguntarle a la IA qué insecto está observando, cómo se llama una planta que encontró en el camino o incluso qué nutrientes debería darle a la misma.
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Esta tecnología, presentada por Google hace apenas siete meses, ilustra —según Pedroso— que las interfaces multimodales ya no son futurismo, sino productos comerciales en despliegue acelerado.
La personalización extrema también está dejando de ser promesa. Replika, la aplicación que crea acompañantes virtuales emocionales, ya supera 30 millones de usuarios.
“Es el máximo exponente de un compañero personalizado para ti”, señaló. Aunque su origen fue recrear la personalidad de un ser querido fallecido, la plataforma se convirtió en un laboratorio masivo sobre cómo los usuarios esperan interactuar con sistemas que los entiendan emocionalmente.
Incluso, en el corto plazo, César Pedroso prevé que las interfaces serán “líquidas”: se adaptarán al contexto del usuario en tiempo real. Un cliente bancario no verá la misma pantalla si ingresa a mitad de mes o si su prioridad es la inversión. La interfaz se redibujará según su comportamiento, aseguró.
Del SEO al GEO: la batalla por existir en la era de la IA
Otro de los grandes cambios acerca de cómo las personas interactúan con la tecnología viene de la mano de la IA Generativa y los Modelos de Lenguaje Grande (LMMs), que están transformando el modelo de búsqueda tradicional.
Si hasta ahora las marcas han luchado por aparecer en los primeros lugares de Google, la irrupción de los LMMs cambia las reglas del juego: lo que importa ahora es aparecer dentro del texto que produce la IA, no en un enlace.
“Ya no importa estar en el primer link; quiero estar en el texto generado por el modelo”, subrayó Pedroso. Dejando atrás el SEO, ahora lo que importa es el GEO (Generative Engine Optimization), un nuevo campo donde las marcas deben estructurar contenidos legibles, actualizables y diseñados para ser indexados por LLMs, no por humanos.
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Perplexity ya integró anuncios en las respuestas para usuarios en Estados Unidos. Las menciones patrocinadas aparecen dentro del texto generado por el modelo. Además, startups como COA, con las que trabaja NTT DATA, ya permiten a las marcas pagar por aparecer en las conversaciones de IA.
Este cambio redefine por completo la economía del posicionamiento digital, pues la publicidad estará en las conversaciones y aparecerá dentro del propio razonamiento del modelo. En palabras de Pedroso, “los LLMs serán un nuevo espacio de publicidad, con mensajes completamente personalizados según el contexto de la conversación”.
Compras autónomas por la IA
La Inteligencia Artificial, además, está generando nuevas formas de comprar en línea y experiencias para los consumidores, lo que obligará a las empresas a optimizar sus comercios electrónicos para los sistemas de IA que podrían incluso tomar decisiones sin intervención humana en un futuro.
Walmart ya integró su catálogo con ChatGPT para permitir compras directamente desde la conversación. Pero la disrupción más profunda vendrá cuando las máquinas compren entre sí.
César Pedroso mostró el caso de una repisa conectada —ya en pruebas— que mide el peso de los objetos y ordena automáticamente reposiciones cuando detecta que disminuyen.