“En el futuro, todos serán anónimos por 15 minutos”. Lo dijo el artista urbano británico Banksy.
Pero después de la urgencia que hoy existe por subir todo a la web, desde el estado civil hasta los destinos de vacaciones, ¿es realmente posible ser anónimo, incluso brevemente, en la era de internet?
La famosa expresión de “15 minutos de fama” de Andy Warhol -que ha sido interpretado de muchas formas por fanáticos y críticos- habla de la dificultad de mantener algo privado en el siglo XXI.
“Hoy más que nunca tenemos dispositivos digitales con sensores que capturan cada vez más datos sobre nosotros”, dice el profesor Viktor Mayer-Schoenberger, del Oxford Internet Institute.
Según una encuesta de la firma de reclutamiento Careerbuilder, el año pasado en Estados Unidos más el 70% de las empresas utilizaron las redes sociales para seleccionar candidatos para un puesto de trabajo.
Y el 48% verificó la actividad en las redes sociales del personal actual.
Además, las instituciones financieras pueden verificar los perfiles de las redes sociales al decidir si otorgan préstamos.
Mientras tanto, las compañías crean modelos de rutinas de compra, puntos de vista políticos e incluso usan inteligencia artificial para medir futuros hábitos basados en los perfiles de las redes sociales.
Una forma de tratar de tomar el control es eliminar las cuentas de las redes sociales, algo que muchos hicieron después del escándalo de Cambridge Analytica, cuando se obtuvieron en secreto los datos de 87 millones de personas de Facebook para fines de publicidad política.
Pero, aunque la eliminación de cuentas de redes sociales puede ser la forma más obvia de borrar tus datos personales, lo cierto es que esto no tendrá ningún impacto en los datos que ya están en el poder de otras compañías.
Protección de la privacidad
Afortunadamente, en algunos países se han creado leyes para proteger la privacidad.
En la Unión Europea, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) incluye el “derecho al olvido”, es decir, el derecho de una persona a que se eliminen sus datos personales.
En Reino Unido, la organización que controla es la Oficina del Comisionado de Información(ICO, por sus siglas en inglés). El año pasado recibió 541 solicitudes para eliminar la información de los motores de búsqueda, según los datos obtenidos por la BBC.
En 2016 y 2017 fueron 425 y 303, respectivamente.
Las cifras reales pueden ser más altas ya que ICO afirma que a menudo solo se involucra después de que ha sido rechazada una queja inicial hecha a la compañía que posee la información.
Pero Suzanne Gordon, de ICO, cree que no está claro: “El RGPD ha fortalecido los derechos de las personas a solicitar que una organización elimine sus datos personales si creen que ya no es necesario que se procesen”.
“Sin embargo, este derecho no es absoluto y en algunos casos debe equilibrarse con otros derechos e intereses en competencia, por ejemplo, la libertad de expresión”.
El “derecho al olvido” saltó a la fama en 2014 y dio lugar a una amplia gama de solicitudes de eliminación de información: las primeras vinieron de un ex político que buscaba la reelección y un pedófilo, pero no todas son aceptadas.
Defensa de la reputación
Las empresas y las personas que tienen el dinero pueden contratar expertos para ayudarlos a eliminar sus datos de internet.
De hecho, actualmente se está desarrollando toda una industria en torno a la “defensa de la reputación” con compañías que aprovechan la tecnología para eliminar información, por un precio, y ocultar las malas noticias de los motores de búsqueda, por ejemplo.
Una de esas compañías, Reputation Defender, fundada en 2006, dice que tiene un millón de clientes, incluidos individuos adinerados, profesionales y directores ejecutivos. Cobra alrededor de $5.500 dólares por su paquete básico.
Esta empresa utiliza su propio software para alterar los resultados de las búsquedas de Google sobre sus clientes, lo que ayuda a reducir las historias menos favorables en los resultados y promover las más favorables.
“La tecnología se centra en lo que Google considera importante al indexar sitios web en la parte superior o inferior de los resultados de búsqueda”, dice Tony McChrystal, director gerente.
“En general, las dos áreas principales que Google prioriza son la credibilidad y la autoridad que tiene un sitio web, y cómo los usuarios interactúan con los resultados de búsqueda y la ruta que cada individuo sigue”, agrega.
El alto ejecutivo de Reputation Defender asegura que su compañía trabaja para “mostrarle a Google que se está produciendo un mayor volumen de interés y actividad en los sitios que queremos promover, ya sean sitios web nuevos que hemos creado o sitios establecidos que ya aparecen en las páginas de resultados de Google, mientras los sitios que buscamos suprimir muestran un porcentaje de interés general más bajo”.
La empresa usualmente se propone alcanzar su objetivo específico dentro de 12 meses.
“Es notablemente efectivo”, agrega, “ya que el 92% de las personas nunca se aventuran más allá de la primera página de Google y más del 99% nunca van más allá de la página dos”.
El profesor Mayer-Schoenberger señala que, si bien las compañías de defensa de la reputación pueden ser efectivas, “es difícil entender por qué solo los ricos que pueden pagar por dichos expertos se benefician y no todos”.
Entonces, ¿podemos deshacernos por completo de cualquier rastro que haya de nosotros en línea?
“En pocas palabras, no”, dice Rob Shavell, cofundador y director ejecutivo de DeleteMe, un servicio de suscripción que tiene como objetivo eliminar información personal de bases de datos públicos en línea y sitios web de búsqueda.
“Una persona no se puede borrar completamente de Internet a menos que de alguna manera todas las empresas y personas que operan servicios de internet se vean obligadas a cambiar fundamentalmente su forma de operar”, agrega.
Rob Shavell afirma que es necesario establecer una regulación “estricta y sensata“ para que los consumidores “puedan opinar sobre cómo se puede recopilar, compartir y vender su información personal”. “Esto contribuiría en gran medida a resolver el desequilibrio de privacidad que tenemos ahora”, dice.