¿WhatsApp en crisis?

Proceso Jorge Bravo

No hay truco: WhatsApp es una aplicación total y realmente gratuita. No tenemos que pagar nada por usarla y lo hacemos muchísimo y de muchas formas. Para el trabajo o la comunicación interpersonal es muy útil. Pero para que siga siendo gratuita, los usuarios tenemos que dar algo a cambio: nuestros datos, consentimiento y confianza.

WhatsApp anunció cambios en sus “Condiciones del servicio” y en su “Política de privacidad”, como lo hace cualquier otra app que tenemos descargada en el dispositivo móvil sin que nos molestemos demasiado en leer esos largos documentos. Deberemos aceptar esas nuevas cláusulas para poder seguir usando la aplicación a partir del 8 de febrero.

Según las nuevas políticas, el usuario proporciona número móvil y perfil, contactos, estados y datos de pagos y transacciones mediante la app. La información recopilada automáticamente es uso o actividad (tiempo, frecuencia, duración), registros, dispositivo y tipo de conexión, ubicación y cookies.

Todos estos datos de usuario de WhatsApp se compartirán con Facebook para “ayudar a operar, proporcionar, mejorar, comprender, personalizar, respaldar y comercializar nuestros servicios y ofertas”. Cabe aclarar que WhatsApp pertenece a Facebook de Mark Zuckerberg.

La palabra “ayudar” es relevante, porque la nueva política se trata de un típico subsidio cruzado en Internet: para que WhatsApp siga siendo gratuita, Facebook debe obtener mayores ingresos a partir de una publicidad más personalizada y eficiente. No hay nada extraño en ello. Existen infinidad de negocios basados en el mismo modelo. Pero molesta quién se va a beneficiar: Zuckerberg y las empresas desconocidas con las cuales haga negocios.

No es una integración de apps o plataformas -como se ha dicho- sino una compartición de información de WhatsApp a Facebook y otras aplicaciones de terceros para monetizar los datos.

Lo cierto es que detrás de WhatsApp existe muchísima ingeniería e innovación y eso cuesta dinero desarrollarlo. WhatsApp quiere incorporar funciones de monetización sin dejar de proteger la privacidad de las personas. El error de WhatsApp consistió en confundir a todos sus usuarios porque no queda claro cómo sus nuevas condiciones protegerán la información y privacidad de los usuarios.

WhatsApp perdió confianza con las nuevas condiciones entre algunos usuarios que ya no ven a Mark Zuckerberg con admiración sino como un personaje de Internet voraz y ambicioso que contribuyó al escándalo de Cambridge Analytica y al triunfo de Donald Trump, además de estar inmerso en el fenómeno de la desinformación y las noticias falsas.

Los cambios en WhatsApp causaron molestia y revuelo en Internet. Como cuando una televisora o periódico cometen un error garrafal, varios usuarios y personajes públicos llamaron a cambiarse de aplicación de mensajería. Las apps ganonas de esta “crisis” de WhatsApp han sido la rusa Telegram y la estadounidense Signal.

Para usar gratuitamente ambas aplicaciones o cualquier otra app de mensajería instantánea debemos registrarnos y proporcionar nuestros datos, consentimiento y confianza. Para que Telegram y Signal sigan siendo gratuitas, deben estar respaldadas por un modelo de negocio. Ambas requieren inversión para desarrollar su tecnología. Ambas estás enfocadas en la seguridad y el cifrado de los mensajes, es decir, desde el principio buscaron distinguirse de la aplicación líder que es WhatsApp, sugiriendo que es menos segura.

Telegram se sostiene mediante una organización del mismo nombre sin fines de lucro con sede en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, para distanciarse del control ruso (generó confianza). Telegram fue fundada por el matemático Nikolai Durov y su hermano Pavel, ambos magnates rusos. La organización Telegram FZ-LLC desarrolla su propio protocolo de datos y código abierto MTProto (Mobile Transport Protocol) y se considera apátrida, o sea, sin nacionalidad.

Signal también está respaldada por Signal Technology Foundation, una organización sin fines de lucro fundada en 2018 por Moxie Marlinspike (un criptógrafo e investigador de seguridad informática) y Brian Acton (fundador de WhatsApp, quien la vendió a Facebook por 22 mil millones de dólares y después se separó de la empresa por discrepar con la visión de privacidad de Zuckerberg). Su misión (aquí entra el marketing) es “desarrollar tecnología de privacidad de código abierto que proteja la libre expresión y permita una comunicación global segura”. El slogan de Signal es “habla con libertad”. El informante y activista de privacidad Edward Snowden dice que “usa Signal todos los días”.

Lo esencial de una app de mensajería instantánea es la red de usuarios que se integran a ella. En febrero de 2020, WhatsApp alcanzó 2 mil millones de usuarios. Cada minuto se envían más de 41 millones de mensajes. Telegram tiene 400 millones de usuarios. Según Apptopia, 810 mil usuarios instalaron Signal en todo el mundo después del 6 de enero, cuando WhatsApp actualizó sus términos de privacidad. El crecimiento es meteórico pero insuficiente para crear una red.

Telegram creció cuando una orden judicial ordenó el bloqueo de WhatsApp en Brasil en 2016 porque se negó a aportar datos para una investigación judicial sobre narcotráfico. El principal ejecutivo de Facebook para América Latina recibió una orden de arresto por proteger la privacidad de los usuarios. Telegram logró un millón de descargas en Brasil. El bloqueo a WhatsApp en ese país fue calificado de desproporcionado porque afectó a 100 millones de usuarios. En esa ocasión WhatsApp fue la víctima, ahora que actualiza sus términos y condiciones para monetizar, es el villano.

Mi perfil y mis datos ya están en WhatsApp; también mis contactos. Para librarme del monitoreo de Facebook y la venta de información a terceros debo registrarme y crear un usuario en Telegram o Signal, o sea, compartir todavía más información en Internet. Debo esperar a que mis otros contactos también castiguen a WhatsApp y descarguen otras apps para establecer comunicación con ellos. Si la migración de usuarios a otras apps de mensajería no es masiva y no encuentro a mis amigos y compañeros de trabajo, tendré que regresar a WhatsApp. Si no acepto sus políticas no podré usar la aplicación. Ganaremos en privacidad sólo mediante la confianza.

@beltmondi

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