Conforme se consolida el uso de tecnologías como 5G y fibra óptica entre consumidores y empresas, a la vez que comienzan a surgir nuevos casos de uso para soluciones como el metaverso y el Blockchain, es usual encontrarse ligado el concepto de Web 3.0. Si bien este término carece de una definición clara o consensuada, en general se refiere a la siguiente etapa de la World Wide Web (WWW) como una red más abierta, responsiva y descentralizada.
A partir de la aparición de innovadores servicios entregados a través de la WWW, y su creciente importancia en los procesos de productividad, comunicación o entrega de servicios públicos, la comunidad internacional ha comenzado a debatir cuál sería la siguiente evolución de la red que atenderá las futuras demandas y expectativas de los usuarios.
En este momento no existe un consenso o definición específica sobre cómo se verá esta nueva etapa, ni tampoco se puede apuntar a una sola tecnología o tendencia como una característica clara de la nueva generación. Sin embargo, se logran observar tendencias que surgen a partir del propio crecimiento orgánico de la red y lo que representa para toda la humanidad.
Aunque se carece de un consenso, ciertas tecnologías asociadas a la nueva generación de la Web ya han comenzado a atraer inversores, con cierta desaceleración en el último año.
Según datos de Crunchbase, las inversiones en tecnologías W3, como Blockchain y criptomonedas, reportaron un año récord en 2021 con un total de 30 mil millones de dólares.
Sin embargo, el entusiasmo parece desvanecerse en línea con la aversión al riesgo en general en los mercados, ya que al tercer trimestre de 2022 se registró un monto mínimo de acuerdos e inversiones de 3.3 mil millones de dólares, 50 por ciento menos que el trimestre inmediato anterior, siendo el nivel más bajo desde el cuarto trimestre de 2020.
Compartir información ???
Cuando Tim Berners-Lee concibió la idea de la World Wide Web en 1989, el objetivo original era “atender la demanda de intercambio automatizado de información entre científicos en universidades e institutos de todo el mundo”, según relata el sitio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés), donde se dio su desarrollo.
En 1991 se lanzó lo que se considera la primera página Web y que actualmente se puede consultar aquí: http://info.cern.ch/
“WorldWideWeb (W3) es una iniciativa de recuperación de información hipermedia de área amplia que tiene como objetivo brindar acceso universal a un gran universo de documentos”, se leía en la primera página publicada en la Web, lo que refleja que su principal objetivo era la compartición de información.
Esta página surge de las tecnologías fundamentales desarrolladas por el propio Berners-Lee para el funcionamiento de la Web: HTML (HyperText Markup Language), URI o URL (Uniform Resource Identifier or Locator) y HTTP (HyperText Transfer Protocol).
Dichas tecnologías dieron forma a lo que se conoce como la Web 1.0 que, como se observa en la primera página disponible, se caracteriza principalmente por estar conformada de páginas estáticas, de poca interactividad y de información poco accesible, pero que al mismo tiempo abrieron la puerta a las primeras ofertas de correo electrónico y de navegadores como Netscape.
Usuarios creadores de información valiosa ????
A lo largo de las últimas dos décadas, la red evolucionó a lo que se conoce hoy como Web 2.0, un ecosistema conformado por páginas con mayor interactividad e información enriquecida por elementos multimedia.
Esta etapa se caracteriza por el nacimiento de los grandes corporativos de Internet como Google, Amazon, Meta y Netflix, que registraron un crecimiento sin precedentes al incorporar las nuevas experiencias de esta era de la Web: búsqueda de información, comercio electrónico, redes sociales y video.
Cabe destacar también el papel que tuvieron en el crecimiento y la adopción de la Web la evolución de las redes de telecomunicaciones, al avanzar a tecnologías de mayor velocidad en cable (DOCSIS) y fibra óptica, y el enorme crecimiento del segmento móvil tras la aparición del iPhone en 2007 (y la App Store en 2008), que permitió explotar el mayor ancho de banda ofrecido por las redes 3G y 4G.
El conjunto de estas innovaciones no sólo permitió una mayor interactividad de las páginas montadas en la Web, sino que además democratizaron la creación de contenido entre todos los usuarios de la Web –desde la publicación en un blog o una red social, hasta la carga de un video–, a la vez que habilitaron la participación de las personas en la naciente economía colaborativa.
Esta mayor participación de los usuarios en el contenido que alimenta la red (perfiles, publicaciones, comunicaciones, compras, hábitos de navegación, etc.), se convirtió rápidamente en información sumamente valiosa para el crecimiento económico de los proveedores de servicios en la red, por lo que ahora se busca que sean los usuarios quienes tengan la decisión final sobre lo que sucede con sus datos.
Descentralización y propiedad ??
Al igual que las etapas anteriores de la WWW, la Web 3.0 va más allá de un simple conjunto de tecnologías que conformen su infraestructura, ya que al mismo tiempo adopta nuevos conceptos que permiten una evolución de la experiencia y la adaptación a las nuevas expectativas de los usuarios.
En cuanto al desarrollo de los conceptos que se integrarían a la nueva era de la Web, se dice que mientras las dos etapas anteriores se destinaron principalmente a la lectura y la creación, la expectativa es que la Web 3.0 ofrezca una experiencia descentralizada donde los propios usuarios sean dueños de sus datos y los estándares sean definidos por la comunidad.
Si bien los grandes corporativos nacidos en la Web 2.0 tuvieron una gran influencia en masificar y popularizar la red a través de su oferta de servicios y contenidos, más recientemente también han sido objeto de críticas al considerar que su influencia ha creado espacios cerrados, aislados y con usuarios cautivos, además de un poder de mercado capaz de limitar la innovación. Por ello, la Web 3.0 tendría la intención de transformar a los usuarios –y a la comunidad en su conjunto– en dueños de la información.
Ya desde 2009, durante la 18º Conferencia Internacional de Internet (WWW2009), Tim Berners-Lee indicaba que el próximo paso en la evolución de la red es eliminar todas las barreras para que la información fluya de forma abierta e indiscriminada. “La Web 3.0 es en realidad como la Web 2.0, pero sin muros”, dijo, según cita el sitio BBC.
Para lograr dicho objetivo, el padre de la Web se mantiene enfocado en su proyecto Solid como parte de esta evolución, el cual conformaría una arquitectura de descentralización de datos en la Web que daría un mayor control a los usuarios sobre su propia información: quién, qué y cómo se puede acceder a ellos.
Organizaciones descentralizadas (DAOs)
Este nuevo modelo de propiedad sobre la información, que evitaría la influencia de una corporación centralizada para devolvérsela al usuario, implicaría también el ingreso de nuevas organizaciones que sean operadas por la comunidad: interoperables, abiertas y seguras.
Al respecto, se pueden mencionar las propias ambiciones que Jack Dorsey tenía para Twitter. Como parte de la demanda de Twitter contra Elon Musk, una serie de conversaciones revelaron que Dorsey buscaba que la red social tuviera las características de un “protocolo de código abierto” manejado por alguna fundación o grupo no empresarial, contrario al modelo que asumió al haberse convertido en una red social controlada por un corporativo.
A modo de ejemplo, Dorsey apuntó al modelo de Signal, app de mensajería enfocada en la privacidad, que aunque fue inicialmente fundada y financiada por inversores privados, actualmente funciona bajo los principios del código abierto y está a cargo de la organización sin fines de lucro Signal Foundation.
Claramente, se busca un modelo opuesto al actual de la Web 2.0 en que la información de los usuarios es usualmente recabada, procesada y almacenada por algún corporativo como Google o Meta.
Algunos incluso ya han comenzado a utilizar el término “DApps”, que se refiere a aplicaciones descentralizadas. Ethereum, red encargada de la criptomoneda del mismo nombre, señala que las ventajas de las DApps residen en el permiso abierto a la participación de cualquiera, sin censura o negación del servicio para nadie, y la existencia de una red descentralizada con información almacenada a través de toda la red, por lo que sería prácticamente imbatible.
Blockchain
El Blockchain o información por cadena de bloques es una de las principales contendientes para cumplir con la promesa de la descentralización de la información, ya que esta tecnología permitiría almacenar, administrar y compartir información de manera distribuida, sin que exista una corporación o entidad central.
“Los protocolos descentralizados están habilitados por la tecnología Blockchain, donde cada unidad de datos creada está protegida, lo que significa que la Web 3.0 habilita un entorno de protección de la privacidad centrado en el usuario que será completamente diferente del panorama actual de la Web global”, señala INC4, compañía ucraniana que brinda herramientas para el desarrollo de aplicaciones basadas en Blockchain.
Sin embargo, es el propio padre de la Web quien también afirma que para cumplir el objetivo de la descentralización no se requiere de Blockchain, e incluso señala que el modelo visionado por Solid “simplemente no trabaja” en Blockchain.
El modelo básico de Solid, construido bajo las herramientas estándares de la Web y código abierto, es la creación de los llamados “Pods”, que son almacenes de datos interoperables y bajo propiedad del usuario, quien puede decidir libremente quién y cómo accede a la información almacenada de forma segura y privada.
Aunque el Blockchain podría estar o no presente en la descentralización, otras soluciones que serán de utilidad en la Web 3.0 se verán beneficiadas por este estándar: finanzas descentralizadas (DeFI), token no-fungible (NFT) y criptomonedas.
Web Semántica
Desde hace 20 años, las organizaciones y desarrolladores de la Web –incluyendo Berners-Lee– han impulsado la idea de la Web Semántica, que facilitaría a las máquinas (smartphones, PC, etc.) acceder y entender información de manera similar a los humanos, de modo que permitiría a los usuarios acceder a respuestas rápidas e información más útil.
En la actual era de aplicaciones de la Web 2.0, son estas las que almacenan y procesan los datos y la información, que usualmente no comparten fuera de su propio ecosistema. La siguiente era de la Web, según explica el World Wide Web Consortium (W3C) buscaría que toda la información pueda estar interconectada, de modo que podamos no sólo ver unas fotos en la Nube, sino acceder a estas a través de otra aplicación como un calendario o un editor de fotos.
La visión de Berners-Lee es un futuro de “agentes de software inteligentes” capaces de reservar vuelos y hoteles, actualizar registros médicos y la búsqueda de mejor información a preguntas particulares.
Básicamente, se trata de la creación de una red de datos interconectados, contrario a la versión actual de la Web que implica principalmente la interconexión de documentos (mediante hipervínculos, por ejemplo).
“La Web semántica conecta hechos, de modo que, en lugar de vincular a un documento o aplicación específicos, se puede referir a una información específica contenida en ese documento o aplicación. Si esa información se actualiza alguna vez, se puede aprovechar automáticamente la actualización”, explica, por su parte, Cambridge Semantics, compañía de datos y software de analíticas para empresas.
Para que esto suceda, el W3C señala que se requieren dos elementos principales: “formatos comunes para la integración y combinación de datos extraídos de diversas fuentes”; y segundo, “del lenguaje para registrar cómo los datos se relacionan con los objetos del mundo real” y pueda ser entendido por los agentes.