El cerebro humano tiene una propiedad clave que hace posible el lenguaje y nos permite elaborar pensamientos sofisticados: la generalización composicional. Es la habilidad de combinar de forma novedosa elementos ya conocidos con otros que se acaban de aprender. Por ejemplo, una vez que un niño sabe saltar, entiende perfectamente qué significa saltar con las manos arriba o con los ojos cerrados. En la década de 1980 se teorizó que las redes neuronales artificiales, el motor en el que se apoyan la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, serían incapaces de establecer esas conexiones. Un artículo publicado en la revista Nature ha demostrado que sí pueden, lo que abre potencialmente un gran campo de mejora en la disciplina.
Los autores del estudio han desarrollado un innovador método de entrenamiento, que han bautizado como metaaprendizaje para composicionalidad (meta-learning for compositionality, en el original en inglés), en el que se actualiza constantemente la red neuronal y se la dirige a través de una serie de episodios para que sea capaz de relacionar experiencias. Posteriormente, realizaron experimentos con voluntarios a los que se les sometió a las mismas pruebas que a las máquinas. Los resultados muestran que la máquina fue capaz de generalizar tan bien o mejor que las personas.
“Durante 35 años, los investigadores de la ciencia cognitiva, la inteligencia artificial, la lingüística y la filosofía han debatido si las redes neuronales pueden lograr una generalización sistemática similar a la humana. Hemos probado por primera vez que sí”, afirma Brenden Lake, profesor adjunto del Centro de Ciencia de Datos y del Departamento de Psicología de la NYU y uno de los autores del trabajo.