Un año de ChatGTP: apocalípticos e integrados

El Economista Jorge Bravo

Hace un año el mundo cambió cuando el 30 de noviembre de 2022 OpenAI lanzó ChatGPT, un modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial (IA) que ha transformado —nunca mejor dicho— la forma como interactuamos con la tecnología.

Por sus implicaciones, temores y promesas, el cambio introducido por ChatGTP y los demás modelos de IA Generativa es comparable a las consecuencias del 11 de septiembre de 2001 o de la pandemia de 2020-21, porque ha tenido impactos en la cultura, la economía, la política y la sociedad.

En la entrada de blog de presentación, OpenIA explica: “Hemos entrenado un modelo llamado ChatGPT que interactúa de forma conversacional. El formato de diálogo hace posible que ChatGPT responda preguntas de seguimiento, admita sus errores, cuestione premisas incorrectas y rechace solicitudes inapropiadas.”

Algunas limitaciones que reconoce OpenIA es que ChatGPT a veces escribe respuestas que suenan plausibles pero incorrectas o sin sentido o que en ocasiones responderá a instrucciones dañinas o mostrará un comportamiento sesgado.

Desde su anuncio, ChatGPT ha evolucionado rápidamente. Los sitios de noticias en línea comenzaron a cubrir el modelo dos meses después de su lanzamiento. En enero de 2023, BuzzFeed adelantó que usaría ChatGPT para crear contenidos. En febrero, Microsoft anunció una inversión de 10 mil millones de dólares en OpenIA y que las funciones impulsadas por ChatGPT se integrarían a su navegador Bing.

También en febrero, Google presentó Bard, el rival de ChatGTP. En marzo, OpenAI introdujo la API de para que los desarrolladores pudieran integrar ChatGTP en sus aplicaciones. Cientos de especialistas, tecnólogos y académicos, encabezados por Elon Musk, Steve Wozniak y el historiador Yuval Noah Hariri, firmaron una carta pidiendo una pausa de seis meses en el desarrollo de la IA porque representaba “un riesgo para la sociedad y la humanidad”. Fueron ignorados.

Tan temprano como mayo de 2023, el Tow Center de la Columbia Journalism School analizó cómo los medios estaban cubriendo la IA Generativa durante los primeros seis meses, siguiendo un ciclo de exageración. El lingüista e intelectual Noam Chomsky criticó los “titulares hiperbólicos” de los medios en un artículo del The New York Times. Las menciones a ChatGTP comenzaron con promesas y elevadas expectativas, con reseñas extremas entre escenarios apocalípticos y utópicos o integrados (como dijera Umberto Eco), para posteriormente equilibrar la cobertura con posturas matizadas sobre los efectos reales de la IA.

Desde el inicio, la IA Generativa ha sido adoptada por distintos sectores. Un informe de McKinsey señala que a menos de un año del debut de las herramientas de IA, un tercio de los encuestados afirmó que sus organizaciones ya estaban utilizando la IA Generativa regularmente en al menos una función empresarial.

Las industrias que han adoptado rápidamente la IA generativa incluyen medios de comunicación y el periodismo, mercadotecnia, entretenimiento, manufactura, educación, servicios financieros, comercio minorista, telecomunicaciones, energía y hasta el sector público.

Como era de esperarse, las autoridades y los gobiernos de todo el mundo han reaccionado a ChatGPT con una mezcla de fascinación y cautela. Se han planteado preguntas éticas sobre el uso responsable de esta tecnología y se han propuesto regulaciones para abordar posibles riesgos, aunque sin saber con certeza cuáles. La necesidad de un equilibrio entre la innovación y la seguridad ha sido el tema recurrente en las discusiones sobre IA a nivel mundial.

Algunos países como Italia prohibieron ChatGTP e iniciaron investigaciones sobre OpenAI por incumplir la normativa europea de protección de datos y carecer de filtros para verificar la edad de los menores. En el gigante asiático, la Administración del Ciberespacio de China propuso nuevas medidas para regular los servicios de IA Generativa.

En Europa, el territorio con más reservas, temores e intentos por regular la IA, la Unión Europea avanza hacia una ley comunitaria de IA con un enfoque en la ética. La administración de Joe Biden en Estados Unidos, a la cual le tocó enfrentar el boom de la IAG, se ha reunido con las empresas líderes de esta tecnología y ha emitido las primeras órdenes ejecutivas para enfocar el desarrollo de la IA en la seguridad de los estadounidenses, la innovación y la competencia.

También han surgido reacciones extravagantes a la aparición de la IAG: un estadounidense se casó con ChatGPT, mientras que una congregación en Japón creó una religión en torno a la IA. También ha aparecido poesía surrealista generada con IAG y se han creado obras de arte colaborativas entre humanos y algoritmos.

El crecimiento del mercado de la IAG se debe a la creciente demanda por parte de las empresas y los consumidores, porque ofrece beneficios como la capacidad de automatizar tareas, crear contenido creativo, mejorar la eficiencia y la productividad.

El capítulo más reciente fue la crisis interna en OpenIA, el despido de su fundador Sam Altman, y su inmediata reinstalación como CEO de la compañía, un botón de muestra sobre el modelo de liderazgo en IA entre desarrollo basado en el mercado o control regulatorio.

Por primera vez este artículo no tiene un desenlace sino un “continuará”, porque si en un año de historia de ChatGTP han ocurrido tantas cosas tan rápido, significa que apenas estamos en la punta del iceberg de la Inteligencia Artificial.

Twitter: @beltmondi

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