Las principales ciudades de América Latina concentran cada vez más talento tecnológico competitivo, pero también enfrentan una fuga creciente impulsada por el auge del trabajo remoto y la demanda internacional. Este “éxodo digital” amenaza con debilitar los ecosistemas locales justo cuando más se necesitan.
Según el reporte Scoring Tech Talent de CBRE, la Ciudad de México ya superó a São Paulo como el mayor centro de talento de la región, gracias a su volumen de graduados, costos laborales competitivos y ecosistema maduro.
Argentina mantiene un sector vibrante de software, pero la inestabilidad económica impulsa la salida de perfiles senior. En Colombia, Bogotá y Medellín se consolidan como polos digitales, mientras que Chile fortalece servicios vinculados a energías limpias.
El trabajo remoto transfronterizo convirtió la región en una cantera clave para Estados Unidos y Europa. Desarrolladores, científicos de datos y especialistas en Inteligencia Artificial son cada vez más demandados por su talento, huso horario y costos competitivos. Sin embargo, la escasez global en áreas como IA y ciberseguridad eleva salarios y acelera la rotación.
Las inversiones ancla confirman la tendencia: Mercado Libre en México anunció US$3,400 millones y 10,000 empleos para 2025; en Colombia, Globant y otros gigantes expanden operaciones; en Brasil, las empresas de hiperescala amplían Centros de Datos. Ciudades como Querétaro, Santiago y Montevideo emergen como nodos regionales de infraestructura digital.
El reto es doble: garantizar reglas claras en materia ambiental y energética y cerrar la brecha social. Mientras 75% del quintil más rico usa Internet, en el quintil más pobre apenas alcanza 37%. En zonas rurales, la conectividad no supera 40%. Si no se corrige, el auge digital será una isla de privilegio.
La región necesita un pacto entre Estado, empresas y academia, apoyado en un tablero regional de talento digital que unifique métricas sobre graduados, vacantes críticas, salarios, rotación y participación de mujeres y minorías. La información existe, pero dispersa. Integrarla y transparentarla es clave.
México, Argentina, Colombia y Brasil ya han demostrado que pueden proveer talento al mundo. El verdadero desafío es transformar ese flujo en capacidad instalada, empresas propias y valor público. La diferencia entre exportar cerebros o producir innovación sostenible con sello latinoamericano dependerá de cómo se gobierne este momento.