Robots asesinos y armas autónomas

El Economista Jorge Bravo

La tecnología y la innovación bélica siempre han estado presentes en las guerras desde tiempos inmemoriales. Aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania parece convencional, el uso de Inteligencia Artificial y armas autónomas es una preocupación creciente en el nuevo conflicto.

La organización Stop Killer Robots es una coalición internacional que ha alertado y lucha para detener los robots asesinos: sistemas de armas autónomas basadas en Inteligencia Artificial que pueden decidir el ataque contra objetivos programados a partir de coordenadas e imágenes.

Según Stop Killer Robots, por parte de Rusia en Ucrania ya se ha utilizado un dron que funciona de forma autónoma para seleccionar, atacar y explotar en ciertos objetivos, guiado por algoritmos.

Se trata del sistema KUB-BLA, un dron fabricado por el contratista Kalashnikov Concern (sí, lleva el nombre del famoso ingeniero y diseñador del rifle de asalto AK-47, pero es independiente). El vehículo aéreo es una munición merodeadora dirigida a un objetivo por un operador a través de video. El KUB-BLA transporta una carga explosiva de tres kilogramos, tiene un tiempo de vuelo de 30 minutos y una velocidad máxima de 130 kilómetros por hora.

El dron es un kamikaze que pasa desapercibido para los sistemas tradicionales de defensa aérea. El KUB-BLA merodea y ataca objetivos después de que las coordenadas se introducen en el sistema. Puede atacar un objetivo en función de una imagen precargada (tanques, columnas de vehículos, artillería), identificarla en el campo de batalla y precipitarse sobre el blanco para hacer estallar su carga. Es un arma autónoma que ataca sin aprobación humana, aunque la programación sí lo sea.

“KUB-BLA es parte de una nueva generación de sistemas de armas donde el papel del operador humano se está desdibujando y se corre el riesgo de reducirse con el tiempo”, explica Stop Killer Robots.

Ucrania también ha utilizado el dron Bayraktar TB2 de manufactura turca, capaz de despegar, aterrizar y volar de forma autónoma, aunque depende de un operador humano para decidir cuándo lanzar explosivos guiados por rayos láser.

El TB2 tiene 11 metros de largo, una envergadura de 6 metros, vuela a una altura de 5 mil metros, alcanza una velocidad de más de 200 kilómetros por hora y puede transportar 150 kilos. Se utilizó en Siria en 2019. Ucrania lo compró ese mismo año por 69 millones de dólares y se empleó en Dombass contra separatistas rusos.

Según el periódico británico The Guardian, la “asistencia sin precedentes” de Joe Biden a Ucrania incluye 100 drones, el modelo Switchblade o dron kamikaze que se autodestruye al impactar en su objetivo programado, como el KUB-BLA.

En diciembre de 2021 fallaron los intentos de negociación del Grupo de Expertos Gubernamentales por legislar, regular y prohibir el uso de armas autónomas o robots asesinos durante la Sexta Conferencia de Revisión de la Convención sobre Armas Convencionales (CCW, por sus siglas en inglés). Los países más militarizados como Rusia y Estados Unidos han bloqueado los intentos.

El empleo de IA, armas autónomas y robots militares con “licencia para matar” son vistos como una gravísima violación a los derechos humanos. También son inmorales porque los algoritmos son incapaces de comprender el valor de la vida y no deberían tener el poder de decidir quién vive y quién muere.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, declaró ante el Grupo de Expertos Gubernamentales de la CCW que “las máquinas con el poder y la discreción de quitar vidas sin la participación humana son políticamente inaceptables, moralmente repugnantes y deberían estar prohibidas por el derecho internacional”.

En marzo de 2022, en su noveno año de discusiones y ya iniciada la guerra en Ucrania, los Estados se volvieron a reunir para considerar “propuestas detalladas para el marco normativo y operativo sobre sistemas autónomos de armas”.

Rusia alegó discriminación para su plena participación, las discusiones pasaron a un formato informal y se detuvieron tanto la grabación como la transmisión públicas de las sesiones.

El objetivo es trazar líneas jurídicas y morales claras para garantizar un control humano sobre el uso de la fuerza y evitar el empleo de sistemas letales de armas autónomas habilitados por Inteligencia Artificial con capacidad para seleccionar objetivos y aniquilar personas sin supervisión humana.

Para EU, China y Rusia la Inteligencia Artificial es estratégica, incluidas las aplicaciones bélicas. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo en 2017 a un grupo de estudiantes durante el Día del Conocimiento:”la Inteligencia Artificial es el futuro, no sólo para Rusia, sino para toda la humanidad. Viene con oportunidades colosales, pero también amenazas que son difíciles de predecir. Quien se convierta en el líder en esta esfera se convertirá en el gobernante del mundo”.

Sin embargo, un estudio del Centro de Análisis Naval, realizado en nombre del Centro Conjunto de Inteligencia Artificial del Departamento de Defensa de EU, revela que “Rusia no es un líder en la investigación de IA, pero tiene el potencial de ser un líder mundial en la fabricación de armas de IA”.

Explica que los objetivos del ecosistema de Inteligencia Artificial y automatización de Rusia “se entienden mejor en el contexto de los esfuerzos de desarrollo económico y modernización de Rusia, e incluyen iniciativas destinadas a mejorar el bienestar de los ciudadanos rusos, así como las condiciones para la actividad empresarial y de negocios”.

Las principales fuerzas armadas están invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo de armas autónomas. Sólo Estados Unidos ha destinado 18 mil millones de dólares para armas con IA entre 2016 y 2020 (Scientific American). Muchas otras naciones también están produciendo robots asesinos.

Twitter: @beltmondi

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