La sensación a ras de suelo en Ecuador es agridulce y varía por regiones. No es la misma en la Sierra que en la Costa ni en la parte insular que en el Oriente. Estuve en Ecuador el día de las elecciones anticipadas —específicamente en Cuenca—, luego de que, en mayo de 2023, Guillermo Lasso decretara la muerte cruzada.
Contrario a lo que podría esperar a partir de las noticias a las que accedía desde el exterior, los comicios se llevaron a cabo bajo una apacible calma. El resultado es conocido: Daniel Noboa le ganó el balotaje a Luisa González y asumió como el nuevo presidente de Ecuador.
La derecha venció al correísmo y, por lo tanto, se renovaron los aires de la esperanza de un cambio respecto a un estilo de gobernar que imperó durante una década, los cuales no se vieron materializados con Lasso.
A Noboa, entonces, le toca llevar a cabo las acciones que su antecesor no alcanzó a realizar: en materia de seguridad, hereda una situación complicada, que se recrudeció en el último año, por lo que enfrentará el desafío de disminuir la violencia que azota al país.
En la cuestión económica, le corresponderá impulsar el desarrollo económico y promover una redistribución más equitativa de la riqueza, ya que un porcentaje significativo (27%) de la población ecuatoriana sigue viviendo en pobreza, algo que la dolarización de hace dos décadas no solucionó.
En el sector de telecomunicaciones, hereda también pendientes de Lasso: la valoración y reordenamiento del espectro radioeléctrico y, las más apremiante de ellas, la renovación de las licencias de los operadores para que puedan tener el respaldo institucional y la certeza jurídica para continuar con sus inversiones y el subsecuente despliegue de infraestructura. El plazo final para la renovación es junio de 2024, pero desde el Mintel ya confirmaron que será antes.
Respecto al ámbito más amplio de la conectividad y el mundo digital en su conjunto, también le toca continuar con la expansión iniciada por sus predecesores, que incluye la vía marítima, mediante el tendido, despliegue y la conexión de sus puertos a cables submarinos; y la espacial, con el Internet satelital.
Yo mismo pude comprobar que ya hay equipos de Starlink en Galápagos, pero no es suficiente, la brecha digital en Ecuador persiste.
Por lo tanto, mediante la confluencia de todos estos factores y la conectividad multimodal, a Daniel Noboa le toca avanzar en los esfuerzos ecuatorianos para lograr la accesibilidad universal: conectar todas las regiones y parroquias del país, para que la población pueda acceder a todos los beneficios de la economía digital.
No obstante, el único factor que tiene en contra es el mismo que el de su antecesor: el tiempo. Ahora que ha asumido el gobierno, Noboa gobernará tan sólo 18 meses, el nimio periodo de un año y medio, por lo que es imposible anticipar con certeza si concretará todos estos asuntos fundamentales antes de su salida.
