El Universal Irene Levy
No podemos decirnos sorprendidos. El presidente López Obrador ha atacado a los organismos autónomos de diferentes formas desde que llegó al poder. No le gustan. A todo gobernante que pretenda centralizar el poder y el presupuesto le estorban porque para eso se crean, como contrapeso del poder político.
Los organismos autónomos son una excepción al principio tripartita de división de poderes: no pertenecen al Ejecutivo, ni al Legislativo, ni al Poder Judicial. Cuando existe un conflicto entre lo políticamente conveniente y lo que técnicamente se debe resolver, la regla es que ganará la decisión política. Imaginemos que, en época de elecciones, una empresa de televisión solicita una prórroga a su concesión, si la decisión está en manos del político, sus incentivos para resolver serán completamente distintos a los del funcionario cuyo puesto no depende de esas elecciones.
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