“México es uno de los países más relevantes para Estados Unidos, si no el más relevante, en materia de ecosistema global de semiconductores”, señala Carlos Rebellón, el director de Políticas Públicas y Gobierno para las Américas de Intel, consultado por DPL News.
A finales de marzo, el gobierno estadounidense anunció una nueva asociación con el gobierno de México para “explorar oportunidades para hacer crecer y diversificar el ecosistema global de semiconductores bajo el Fondo Internacional de Seguridad e Innovación Tecnológica (ITSI), creado por la Ley CHIPS de 2022.
Desde que el presidente Joe Biden firmó la ley, en 2022, para impulsar la fabricación nacional y la investigación de semiconductores en EE. UU., se ha especulado cómo podría beneficiar a sus aliados comerciales y específicamente de América, incluido México. La ley creó a su vez el ITSI, con un presupuesto de 500 millones de dólares distribuidos a lo largo de 5 años, que es donde se enmarca el nuevo acuerdo de chips entre ambos países.
Pat Gelsinger, CEO de Intel, fue uno de sus principales impulsores e Intel, al ser la empresa insignia de semiconductores de EE. UU. y creadora del propio Silicon Valley, ha sido una de las mayores beneficiarias de esta iniciativa.

Las ventajas: geografía, acuerdos comerciales y talento
Rebellón destaca como mayores ventajas que México sea su principal socio comercial y firmante del nuevo Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá
(T-MEC, en español; o USMCA, en inglés), además del país más próximo y, por lo tanto, con claras ventajas en costos.
La fase inicial del nuevo acuerdo incluye una evaluación integral del ecosistema y el marco regulatorio mexicano, así como las necesidades de mano de obra e infraestructura, en el que participarán actores clave, como gobiernos estatales, instituciones educativas, centros de investigación y empresas, en conjunto con el Departamento de Comercio y la Secretaría de Economía de México.
La cooperación binacional en semiconductores no es nueva: tan sólo en la época reciente, ambos países llevan colaborando en la materia por al menos tres años: en abril de 2022, cuando Tatiana Clouthier era la secretaria de Economía, crearon un grupo de trabajo binacional para fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro.
En suma, Rebellón sintetiza las 3 principales ventajas, destacadas por unanimidad por los estadios:
- Proximidad e integración a Estados Unidos.
- Acuerdos comerciales y el T-MEC o USMCA.
- Abundancia de talento competitivo.
Y añade una cuarta: que la Secretaría de Economía ya considera a los semiconductores un sector estratégico, aunque advierte que aún falta concretar esa importancia en una política nacional.
La industria semiconductores en México
“Para Estados Unidos es muy importante que pueda haber operaciones de semiconductores en México que complementen la manufactura de obleas en ese país”, expone Rebellón.
El directivo explica que, a través de varios foros y diálogos entre los dos países, se ha podido determinar que las principales oportunidades para México se encuentran en crear el ecosistema upstream de proveeduría de PCBs y sustratos. Por ello, resalta como fundamental crecer el ecosistema de back-end de Ensamble, Prueba y Empaquetado (ATP) y seguir potenciando el ecosistema establecido de downstream (OEM, ODM).
Rebellón cuenta que en México ya hay varias compañías —incluida Intel, a través de su Centro de Diseño en Guadalajara (GDC)—, que diseñan chips de todas las clases y realizan algunas actividades de back-end e incluso ya existen compañías locales.
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Por eso, enfatiza que la gran oportunidad para México está en la fabricación de componentes y el ensamble, prueba y empaque. Por ahora, no ve factible la manufactura de chips en el país, dado que duplicaría las capacidades instaladas en Estados Unidos, y no recomienda ese camino para México en leading-edge chips, aunque considera posible que podría llegar a ser factible para chips de entrada o básicos.
En marzo, el gobierno estadounidense anunció que otorgará 8 mil 500 millones de dólares en financiamiento directo de la Ley Chips a Intel para avanzar en sus plantas de fabricación de semiconductores en Arizona, Nuevo México, Ohio y Oregon.
Retos: incentivos, agua, energía e inseguridad
Por el contrario, Rebellón considera que las principales desventajas de México frente a otros competidores globales por los capitales de la industria de semiconductores, entre los que destaca a Tailandia, son: la ausencia de una política de incentivos competitiva frente a los países asiáticos —donde cita como único programa existente al Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX), el cual, asegura, no es competitivo frente a Asia o Costa Rica—, el acceso a fuentes de energía y agua estables y, finalmente, los riesgos en materia de seguridad jurídica y de cadena de suministro.
Entre los nuevos competidores por integrarse al ecosistema de producción de semiconductores y que han ganado terreno en industrias de componentes y ensamble, menciona a Polonia —que ha venido fortaleciéndose como ecosistema próximo a Alemania— y a Costa Rica en las Américas, un país que, asegura, entrega ‘beneficios a la inversión bastante superiores a los de México’.
Por ello, en ambos países —Polonia y Costa Rica—, Intel está expandiendo sus capacidades de ensamble. Recientemente, la nación centroamericana también se benefició de fondos estadounidenses destinados a programas de educación y capacitación para su fuerza laboral en aras de expandir las operaciones de ensamble, prueba y empaquetado de chips en países socios de América y la región India-Pacífico.
Aún hay tiempo para que México mejore sus condiciones, pero es ‘ahora o nunca’, advierte Rebellón, pues cree que esta oportunidad no volverá a darse en, al menos, 20 años.
Cambio en la estructura industrial del país
Pese a estos desafíos, Rebellón atisba un futuro promisorio: en caso de que México tenga éxito en los próximos 3 años para atraer la cadena de componentes y ATP, alcanzaría un nivel de complejidad de su estructura industrial único en América: amén ser el principal fabricante de equipos de cómputo en el continente fuera de Estados Unidos; crecería fuertemente en el diseño y ensamble de tecnologías para las industrias automotriz y telecomunicaciones, además de la del propio cómputo.
Asimismo, profundizaría la transición de los servicios de fabricación por contrato (CM, las siglas inglesas de Contract Manufacturing) hacia otros más especializados como Outsourced Semiconductor Assembly & Test (OSAT), y empezar a gestar así un ecosistema local de proveeduría, lo que sustituiría importaciones de tecnología de Asia y mejoraría considerablemente su balanza comercial.
Con ello, augura, finalmente podría empezar a cumplirse el sueño que México tiene desde hace más de 30 años de pasar de ser un país maquilador a tener un papel protagónico en la creación de nuevas tecnologías.