En febrero de 2022, Toyota se vio forzada a detener la producción en sus 14 plantas en Japón a causa de un ciberataque, lo que resultó en la pérdida de 13,000 unidades. El ataque no solo afectó a la automotriz, sino también a sus filiales Hino Motors y Daihatsu Motor, revelando la vulnerabilidad de las cadenas de suministro interconectadas.
La compañía rastreó el origen del ataque hasta Kojima Industries, un proveedor directo (o Tier 1), que suministra piezas de plástico y componentes electrónicos. Dado que los Tier 1 están integrados en el sistema kanban just-in-time de la empresa, donde las piezas se envían directamente a la línea de producción, los problemas en Kojima Industries se propagaron rápidamente por varias de las plantas de la corporación.
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