El Economista Jorge Bravo
¿Las telecomunicaciones tienen ideología? ¿Existen infraestructuras de banda ancha liberales o redes de telecomunicaciones socialistas? ¿Hay Internet de Izquierda y de derecha?
Las redes, tecnologías y servicios digitales son “neutrales”, pero las políticas públicas pueden tener una orientación ideológica hacia una mayor o menor intervención del Estado en el mercado.
Previo a los procesos en todo el mundo de privatización y liberalización de las empresas de telecomunicaciones en los años 80 y 90, las compañías pertenecían y eran operadas por el Estado, pero eso no les imprimía una orientación socialista o de izquierda. Eran parte de un Estado de bienestar que se agotó ante el advenimiento del neoliberalismo.
En cambio, la venta y privatización de las empresas telefónicas públicas sí fue una ola ideológica, política y económica que cambió la orientación hacia el predominio del mercado y la inversión privada en el sector.
De forma esquemática -pero no necesariamente precisa y real- la izquierda se orienta hacia el estatismo y la derecha hacia el mercado. La caricatura ideológica sostiene que el Estado es ineficiente en la administración y operación de empresas y que el mercado es eficiente.
Estados Unidos es el paradigma de empresas de telecomunicaciones privadas y comerciales donde el mercado dicta las directrices. Existe una intensa competencia auspiciada por el Estado y los reguladores. Los consumidores tienen diversas ofertas para contratar sus servicios. Los operadores pagan fortunas por el acceso al espectro radioeléctrico. Este modelo es el imperante en el mundo.
Al mismo tiempo, Estados Unidos tiene uno de los programas públicos de universalización de la banda ancha más robustos. En 2020 destinó 9,200 millones de dólares para banda ancha rural para conectar a 20 millones de estadounidenses que no tienen servicios de calidad, pero esos subsidios millonarios envidiables no lo convierten en un gobierno izquierdista.
China es el paradigma opuesto: el Estado planifica la economía de forma centralizada y es dueño de los operadores telecom, pero los hace competir en el mercado para que la población tenga acceso a los servicios. El Estado otorga de forma gratuita las frecuencias para que las inversiones, las redes y los servicios se desplieguen de forma masiva y veloz, incluidas las zonas rurales.
Ambos países y modelos económicos reconocen que las redes de telecomunicaciones, la banda ancha y la conectividad son estratégicas para el desarrollo y la competitividad de sus economías. Ambas naciones están convencidas de que las redes 5G son fundamentales para automatizar los procesos productivos. Por ello, sus gobiernos y empresas sostienen una tensa confrontación tecnológica y geopolítica por liderar 5G.
Tanto el socialismo chino como el capitalismo estadounidense están orientados al mercado y la expansión global de sus empresas tecnológicas y de Internet. Ambos son proteccionistas de sus empresas e inversiones. Ambos modelos se preocupan porque la mayoría de su población tenga acceso a las tecnologías digitales y esté conectada a la banda ancha.
América Latina enfrenta una oleada de gobiernos de izquierda. Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Honduras, México, Nicaragua, Perú y Venezuela comparten esta ideología y pintan de rojo las políticas digitales y de telecomunicaciones del continente.
Hoy los gobiernos de izquierda en la región rigen a más de 408 millones de latinoamericanos (62% de la población). Si se sumara Brasil con la elección de octubre, serían otros 218 millones para alcanzar la impresionante cifra de 626 millones (95%). Este apabullante porcentaje puede reconfigurar el panorama de las telecomunicaciones y las políticas digitales y tecnológicas en América Latina.
Los gobiernos de izquierda coinciden en que el Estado debe tener una mayor participación tanto en la regulación del mercado como en la propiedad de las empresas de telecomunicaciones. Les preocupa el acceso social a Internet, reducir la pobreza y la desigualdad. Su visión es precisamente social e inclusiva y buscan cerrar la brecha digital con empresas públicas.
Argentina, Cuba, Bolivia, Honduras y Venezuela tienen empresas estatales de telecomunicaciones, pero también Costa Rica y su operador es el líder en el mercado. En Colombia el Estado es socio de uno de los principales operadores móviles privados (Telefónica).
En Cuba las redes no están plenamente desarrolladas por el embargo económico impuesto por EE.UU y se dice que no existe una Internet libre. En Venezuela predominan las noticias sobre cortes y suspensiones del servicio y tiene el Internet más lento de la región. Colombia, habiendo tenido gobiernos de derecha, su mercado es uno de los más distorsionados por la intervención estatal.
Durante los gobiernos de izquierda de Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil se dió un fuerte impulso a las inversiones privadas en telecomunicaciones como parte de sus compromisos deportivos (Juegos Olímpicos y Copa Mundial de la FIFA).
Recientemente, México creó una empresa estatal denominada CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos para conectar zonas apartadas y proveer de conectividad a espacios públicos y población sin acceso a servicios de telecomunicaciones, pero con un presupuesto público limitado.
El discurso presidencial dice que primero los pobres, pero el gobierno no destina un solo centavo ni subsidios públicos a programas de acceso universal a Internet, desapareció la Subsecretaría de Comunicaciones responsable de diseñar las políticas públicas de inclusión digital y ataca al regulador autónomo de las telecomunicaciones.
Chile es el líder en digitalización en América Latina y su mercado privado de telecomunicaciones ha hecho inversiones históricas para conectar a la mayoría de la población sin políticas extravagantes. Pero su nuevo presidente de izquierda, Gabriel Boric, piensa en crear una empresa estatal.
China, EE.UU y muchos otros países son congruentes con sus políticas de telecomunicaciones y digitales independientemente de la ideología del Estado; entienden la tecnología como una herramienta para el desarrollo, el crecimiento y la competitividad, aunque conduzcan su destino digital por la izquierda o por la derecha.
América Latina enfrenta una esquizofrenia ideológica y políticas públicas digitales inconsistentes e incongruentes con el derecho humano de acceso a Internet, tanto de izquierda como de derecha, con frecuencias del espectro onerosas, fondos de acceso universal subutilizados, redes mayoristas ineficientes y regulación exorbitante.