La denuncia contra Apple y la Cumbre del Futuro

El Universal Irene Levy

Bajo la bandera de no dañar la innovación, proteger la libertad de expresión y la propiedad industrial, así como defender la “neutralidad” de internet, la actividad regulatoria estatal -en al ámbito nacional y mundial- ha sido errática e insuficiente. ¿Era previsible el crecimiento del poderío de las grandes empresas tecnológicas? ¿Hubo negligencia por haber permitido que formaran el imperio que ahora tienen y que parece irreversible? Es sencillo juzgar en retrospectiva, pero el poder de estos gigantes es incluso mayor que el que tienen algunos países.

Sí, se trata de una industria sui generis. Su inmaterialidad invitó a las autoridades del mundo a la pasividad, incluida la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que concentró sus esfuerzos en la regulación de la infraestructura física de las redes. Por otra parte, su transversalidad y la convergencia de sectores otrora independientes, llevó al incipiente desarrollo de un proceso regulatorio dislocado.

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